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Tolomeo, el cavernícola culpable de todo

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Évano, 5 de Marzo de 2013. Respuestas: 3 | Visitas: 1160

  1. Évano

    Évano ¿Misántropo?

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    Vivía Tolomeo en la caverna de Altamira de Arriba. Era una cueva donde el caos y el desorden reinaban. Podían verse las paredes pintadas por los niños, el suelo sucio, sin barrer, escombros por todas partes, la leña apilada de cualquier manera y defecaciones por todos sitios, amén de lo más grave: ver realizar el coito por todos los rincones, por mucha luz que este tuviera. No estaba dispuesto nuestro amigo Tolomeo a continuar en estas condiciones de vida. Marchó a ver al jefe de la tribu y le dijo:

    -Señor, quiero disidir -lo dijo con rotundidad.

    -¿Disidir?, ¿querrá decir decidir?. ¿Decidir el qué? -preguntó dudoso el jefe de la tribu.

    -Lo dije bien Señor. Quiero disidir, marcharme, porque no aguanto más la conducta de esta caverna -habló erguido, seguro de sus palabras.

    -¡Ah, es eso! Pues váyase cuando quiera, pero no vuelva que aquí no queremos alteraciones de ningún tipo -y dándole un puñetazo en el pecho, que era la manera de saludar y despedir a la gente en ese tiempo, siguió con sus quehaceres, que en este momento era la de agarrar a la primera hembra que se le cruzase en el camino y explicarle que quería desidir en su cueva particular.

    No tenía de quién despedirse nuestro amigo Tolomeo, entre otras cosas porque cada cual iba a sus cosas, no habían matrimonios y los hijos eran de todos y de ninguno. Eso sí que era una infancia libre.

    Llevaba unos kilómetros cuando se encontró con una bella mujer que recolectaba bayas salvajes.

    -Hola, ¿quién eres? -le preguntó con la esperanza de que lo llevara a una buena tribu.

    -Hola, me llamo Ojo Toloveo -le contestó la cavernícola, casi ahogándose por pronunciar tan curioso nombre.

    -¡Vaya!, es un nombre curioso -parece haberme leído este cavernícola-. ¿Es verdad que usted todo lo ve? -preguntó henchido por creer que era una ingeniosa pregunta.

    -¿Y usted cómo se llama? -ya por aquel entonces las mujeres tenían mucho de políticas, respondían a una pregunta con otra pregunta.

    -Tolomeo -respondió orgulloso de su nombre.

    -¿Y a que usted no va meándolo todo por ahí, verdad? Pues eso, mi nombre es sólo un nombre, no quiere decir que halla relación alguna. Yo lo único que veo es lo que me traen mis ojos.

    Anduvo más larga la conversación, pero en aquellos tiempos toda conversación entre macho y hembra acababa como debe acabar para que no se acabara la civilización, que eran pocos en aquella época y no había que perder el tiempo en tonterías.

    Llevó a nuestro amigo Tolomeo a su caverna, Altamira de Abajo. Esta sí que era una cueva como Dios manda -el Dios que mandara por aquel entonces-. Todos tenían su mujer y no se valía el agarrar a la primera que pillaras, ¡qué son esas libertades! Los hijos los cuidaban sus padres, cada cual los suyos -"como debe ser", pensaba nuestro amigo-. Limpiaban a turnos, todo estaba ordenado, no se pintaba en las paredes de cualquier manera, a trocitos o dibujos idiotas que no decían nada, o se pintaba toda la caverna de un mismo color, o no se pintaba.

    En fin, un paraíso para Tolomeo, o creyó él que era un paraíso, porque con el tiempo se encontró tan controlado y tan rutinaria su vida en la caverna de Altamira de Abajo como lo había sido en caos Altamira de Arriba, o peor, porque allí si se escabullía nadie preguntaba.

    Esta vez no se despidió porque no tuviera de quién, todo lo contrario, dejaba atrás a su mujer y a unos cuantos niños, por lo que corría dándose con los pies en el culo y levantando una tremenda polvareda a su alrededor.

    Llegó a su antigua Caverna, Altamira de Arriba, pero allí le dijeron que ni hablar, que no querían problemas con sus vecinos tan ordenados y llenos de leyes, que si allí había ido, allí debe irse y aceptar sus leyes.

    Nuestro amigo Tolomeo se convirtió en una apátrida que recorría los caminos y las cavernas del contorno.

    Transcurrieron muchas lunas acumulando historias y sabiduría acuñadas de las diferentes tribus. Se instaló en solitario en una pequeña gruta donde unas piedras durísimas del color del agua brillaban espléndidamente y otras, amarillas, resplandecían como pequeños soles a la luz de la hoguera.

    Tenía un plan: hacer trueques con las diferentes tribus aprovechando esas bonitas piedras. Para ello necesitaba una colaboradora, y la encontró. Se acercó a una joven que buscaba setas en el campo y le preguntó:

    -Hola, ¿como te llamas? -podemos darnos cuenta que no tenía mucho repertorio a la hora de conquistar con el habla a una mujer. Pero qué quieren, es un cavernícola, y hoy en día todavía quedan resquicios de esos por aquí, yo soy uno de ellos.

    -Me llamo Nuncallueveeneneroporquenieva -contestó la moza.

    -Pues yo he visto llover en enero -no diremos la cara que puso la mozuela.

    -Es sólo un nombre, la ocurrencia de un padre simpático nada más. ¿Y tú, cómo te llamas? -interrogó la joven, porque eso parecía, un interrogatorio, por si era alguien con el que pudiera irse.

    -Tolomeo -volvió a responder henchido y orgulloso mientras oía las risitas de su nueva compañera.

    A partir de aquí hay poco que explicar, cualquier imaginación sabría cómo acaba el cuento, o el relato, aun así lo explicaremos un poco.


    Nuncallueveeneneroporquenieva se las compuso para convencer, a las mujeres de las diferentes tribus, de que aquellas piedras durísimas del color del agua y las amarillas brillantes, eran indispensables para adornarse, estar guapas y atraer al mejor mozo, o al que ellas quisieran. Y ya sabemos que fueron convencidas, no por las piedras, que para llevarse a un hombre al lecho, a cualquier cavernícola o a cualquiera de nosotros, no hacen falta piedras, por muy bonitas que sean.




    Pasó el tiempo y ya vemos a las diferentes tribus dándose porrazos unas a las otras para conseguir el mayor número de piedras posibles. Y la que no lo hacía se quedaba sin mujeres, y por lo tanto, sin hijos, con lo cual tarde o temprano desaparecían o eran absorbidas sin ninguna manía ni contemplación por la tribu mejor preparada, que viene a ser sinónimo de organizada.


    Es fácil imaginar igualmente cómo acabó Altamira de Arriba y Altamira de Abajo.


    Nuestro amigo Tolomeo el cavernícola fue el primer trovador, el primer comerciante y todos esos primeros que deambulaban de un lugar a otro.


    Pero fue también el culpable de que la civilización actual, su estructura social, su organización, haya llegado a ser de la manera que es hoy en día.


    La civilización ha avanzado según los deseos y mandatos del verdadero poder: las órdenes indirectas de la mujer en la sombra, o la larga sombra de la mujer.


    Si la hembra quería piedras preciosas, el macho se las conseguiría costase lo que costase. Y eso hasta nuestros días. Y lo que queda.
     
     
     
    #1
  2. marea nueva

    marea nueva Poeta veterano en el portal

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    Voy leyendo pero se esta acabando la pila de la compu y no hallo el cargadorrr...
    ¡Cavernicolas?? jajaja leo....
    Continuará...
     
    #2
  3. marea nueva

    marea nueva Poeta veterano en el portal

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    Yaaa... mmm no tengo tan mala memoria, creo, jajaja me encanto leer este de nuevo

    Las piedritas son lindas pero mas la intensión o la intensión aun si ellas
    aunque la historia y las chicas digan otra cosa, jajaja

    Dos abrazos cavernícolas!!
     
    #3
  4. Évano

    Évano ¿Misántropo?

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    Muchas gracias, señora Ethel, veo que el haberse decidido a arrojarse a las aguas no le afectó la memoria, aunque sí mojó las pilas de la computadora jajaja...

    Lanzo a su océano un montón de saludos afectuosos, sin piedras preciosas, que no tengo, pero con la intención basta, como usted dice.
     
    #4

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