Tomó mi mano y juró venganza XIII

Ya dentro del edificio del Sindicato “n” pedimos soporte terrestre para retirar a las personas que acabamos de apresar. Les indicamos que era urgente, ya que no podíamos darnos el lujo de mermar aún más nuestra compañía: Teníamos dos elementos heridos y otro tanto muertos, así como uno más haciendo guardia junto a los primeros.
Al obtener la respuesta del tiempo que se llevarían en brindarnos soporte terrestre, me vi en la necesidad de dejar dos elementos más resguardando a las personas, mientras seguíamos avanzando.
Se escuchaba tras la puerta, de la habitación en que estábamos, la arenga de hombres y el traqueteo de sus armas. Nos agazapamos en el marco de la puerta y la halamos hacia dentro. Dejando pasar una lluvia de balas.
Como en la maniobra anterior, lanzamos granadas de percusión GB-707, sabíamos que estarían preparados y se replegarían antes de que éstas hicieran explosión. Pero esto nos daría una segunda habitación.
Después de que estallaron ingresamos a la sala de juntas y fuimos recibidos por una salva de disparos proveniente de la escalera que estaba al Norte de la puerta (a la derecha). Un gatillero no se había retirado a tiempo y sangraba por los oídos mientras escupía el polvo que se le había adherido a los labios y boca. Sus piernas fueron blanco de nuestras balas. El hombre profiriendo alaridos e imprecaciones rodó por las escaleras. Uno de mis hombres lo desarmó al tiempo que lo arrastraba hacia la primera habitación.
Di la orden de que lo auxiliaran con primeros auxilios y preguntaran por su jefe.
No había terminado de hablar cuando llovieron balas y dos granadas desde una oficina de la planta alta. Nos replegamos a la mencionada primera habitación y cerramos la puerta al tiempo que todos nos cubríamos. La explosión de dos granadas produjo una ola expansiva suficiente como para volar la puerta.

Estábamos siendo blanco de una defensa aguerrida y tozuda, claro indicio de que el cabecilla que estaba en la localidad era alguien de mayor jerarquía de la que anticipamos.

¿Quién es tu jefe?. Preguntamos al gatillero.

©®Todos los derechos reservados bajo el nombre de Jorge de Córdoba, Barak ben Asís, Cesarfco.cd​

 

Un verdadero infierno...
Un abrazo

 

Gracias Rosario por pasearte entre estas líneas.

Un abrazo.