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Tragedia en middletown

Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por Mario Francisco LG, 29 de Mayo de 2009. Respuestas: 6 | Visitas: 1370

  1. Mario Francisco LG

    Mario Francisco LG Un error en la Matrix

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    Hombre
    TRAGEDIA EN
    MIDDLETOWN


    Por Andrés Amendizábal




    Le profit d´un est
    le dommage de l´autre.






    (...)Las insignias silvestres se evaporaban junto al polen, que era secuestrado por abejas bajo un rítmico ritual de la naturaleza. Las hojas de los árboles palidecían a los rostros de aquellos hombres y mujeres que rondaban esporádicamente por los caminos y veredas de Middletown, siempre soportando los vientos perfumados en sus rígidas y ásperas ramas. Los pájaros trinaban y el eco era devorado por el murmullo de la madera sabia y eremita. El cenzontle era el emisario de las huellas profundas que quedaban en ésa tierra próspera y sangrienta, soltando una esencia al filo de la guadaña.

    (...)Por aquellas noches, pudo verse a dos personas hablar un poco quedo, pero entendible al fin y al cabo. Los jinetes de la noche, límpidas nubes giraban alrededor de la luz corta en la penumbra.

    (...)- Noble dama, ¿por qué me ha citado a ésta hora, bajo la sombra de éste lugar que a vuestro padre le incomoda?
    (...)- ¿Debiera acaso tener motivos más obvios que la causa normal de los enamorados; o es que mi presencia le importuna para dejar de oír las buenas nuevas que en una noche de luna os confiaréis?(...)
    - No milady, os ruego aceptéis mis disculpas, pero, ¿a qué buenas nuevas se refiere? ¿ y deciros enamorados? ¿es que acaso?...
    (...)- La luna ha sido la razón de la presencia mía, miradle y detened vuestros ojos de amante lisonjero y decidme si la noche no es la indicada para consumar nuestro idilio.
    (...)- Milady, ¿es cierto lo que vuestro aliento dice con empatía?
    (...)- Deseo casaros con vos, pero ¿ de dónde surge la duda que le acompaña como sombra hostil?¿Acaso no era la respuesta que tanto insistía en sus preguntas secretas y periódicas?
    (...)- Debo afirmar que mi dulce afrenta ansiaba escucharle de viva voz, lo que acabáis de decirme en un plenilunio tal. Confieso además que tantas noches arropé con el insomnio imaginando cual novicio fueran mis años, que vosotros estuvieses a mi lado tras cada sueño y despertar. Sin embargo, sin que resultasen ofensivas mis cuestiones, debiere inquirir en el cambio deshinibido de vuestra parte, ya que en días anteriores habiáis descartado la propuesta mía.
    (...)- ¿No basta que os confiara mi deseo y el anhelo vuestro de verme vestida en blanco y luego desvestiros con lujuria animal?
    (...)- Milady...
    (...)- No confundáis mis palabras caballero, que no os deseo dejaros el título de doncella por cortesana. Alistad los preparativos necesarios, vuestro traje y calzado. Escoged con precisión envidiable a los padrinos. Yo informaré a los padre míos y apartaré lugar en la parroquia.
    [COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- Milady, no sabés cuánto me alegra vuestra emotividad.
    [SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- No digáis nada caballero, que un beso vuestro no pueda deciros.[/SIZE]

    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]Pasó entonces el tiempo en los árboles que se mecían deshojando la ambrosía de sus ramas en el viento matinal y pueril. Con furor estrepitoso, la melodía de los pájaros cantores golpeaba a cada bloque del edificio cenobita, ya vestido para los honores de la boda. Los ancianos abandonaron la plaza del pueblo, desdibujando la ilusión de esperar sentados a la muerte, oliendo con delicadeza margaritas; ya tratando de hilvanar los recuerdos que hirieron a su piel, volviéndose cicatrices arrugadas y amorfas bajo el níveo sobrevolar de su cabello.[/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3]La anfitriona lucía muy bien perfumada, arreglando minúsculos detalles, acomodando los sucesos de una larga semana intempestiva, debido al anuncio que cimbró con acordes de tibieza al pueblo, sin sospechar siquiera lo que se avecinaba. Las manos de Katherine palidecían frente a la intranquilidad de lo que se aproximaba en unas horas más. No es que el joven de oficio herrero como lo había sido su padre, y el padre de su padre, no atribuyera las condiciones de un Romeo idóneo. Sólo que las expresiones de cariño no eran nada recíprocas; las acciones y los pensamientos de ella, estaban muy alejados a la representación pictórica del amor.[/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]“Qué estupidez” Se repetía a cada sorbo de aliento, mientras brotaban lágrimas salinas de sus ojos bellota al verse retratada en el espejo Gulliver, que aromatizaba al cuarto con bondades excitantes. Sus dedos acariciaban a la silueta del cristal, delineando las lentejuelas exitosas prendidas en su vestido salomónico y exquisitamente blanco. Daba pasos diminutos cual nube grumosa, acercando su templanza; continuando con los preparativos previos a la boda. Mas la detuvo una mujer vestida como lo hace la noble servidumbre, leal y consanguínea. Ésta le dio entrada a un hombre que iluminaba con una mirada sublime; vestía un sombrero elegante, portando un traje de casimir con un garbo excelso. Cruzaron palabras exacerbadas con sus ojos inmóviles. Al quedar a solas, intentaron hablar con ecuanimidad, sin ostentosos rencores, borrando la expectativa de la presentación.[/SIZE]





    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- Katherine, ¿qué pensáis demostrar? ¿Vais a cometer tal irreverencia por un capricho vuestro? Si acaso la torpeza arropáis con demencia, no os llaméis venganza, que vosotros acabaréis sometida a vuestra vileza. Despojad de tu mente joven y engreída el idealismo tonto que tenéis, antes de colapsar lo que tanto hemos construído con tesón. Venid conmigo, ¿qué hacéis con un mísero herrero? Venid, os ordeno frente a la vesania de vuestros ojos.[/SIZE]

    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- ¿Insensatez?¿Delirio?¿Falto de razón? Aquél que llamáis mísero y pordiosero, posee como bien propio la bondad y verdad; verdad que vosotros no podéis presumir. Baste, no digáis más improperios, sois tan egoísta como abyecto.[/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]-¿Cuándo vida mía he mentido?[/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- Al deciros con arrogancia que me amáis[/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- ¿Acaso miento al contemplaros con estos ojos fieles a vuestra hermosura y sobriedad?[/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- Los ojos como vuestra boca segregan hiel en vez de dulzura. Detened la incongruencia que te sigue como lazarillo buscando refugio.[/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- Le amo Katherine, bajo el título de amor eterno que profeso a cada noche.[/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- El amor que profesáis, es una falacia como la eternidad de cada noche. Sois mi enemigo ya. Alejad de la felicidad mía vuestro rostro de sofista.[/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- Entonces, ¿me abandonáis?[/SIZE]

    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]- No Henri, vosotros abandonaros primero la idea de un nosotros. Dejadme comenzar de nuevo mi vida con el herrero forjado en sinceridad.[/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]Pasados los minutos antes de llegar el ocaso, el ruido vociferante anunciaba ya la celebración. Arribaron los festejos cotidianos. Centellas de pólvora fulguraban los cielos estremeciendo al sopor trillado con su rugido selvático. Los novios comenzaron a figurar en el centro del ceremonioso patio, con un baile cadencioso y sutil. El velo había sido desprendido de tan maravilloso vestido nacarado. Aquél corsé delineaba la grácil figura de la novia. Tanto favorecía la luz de fiesta, que las horas se escurrieron como arena del mar en las manos. La noche se fue aparcando sobre sus espaldas. Lentamente se fueron despidiendo la mitad del despoblado pueblo, excusándose al decir que el día que les aguardaba mañana sería arduo y caluroso.[/SIZE]

    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]Katherine, bajo el destello cálido y acariciante con el que las mujeres son sometidas durante una boda, abrazaba con solemnidad a su entrañable esposo, indicándole con una mirada sorpresiva y sumisa, que deberían dirigirse al cuarto que los vería intimidar y dormir bajo sábanas prodigiosas los días siguientes, bajo el lema insulso y arbitrario, “hasta que la muerte los separe.”[/SIZE]


    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]Aquél cuarto que había sido ordenado bajo los desordenes compulsivos de la inimaginable elegancia indigente, producía la exigente necesidad de observar los menesteres ocurridos que yacían como decorativos y retratos de huellas difuntas y asesinadas. Un reloj descontinuado colgaba en la pared, había sido rescatado del empeño a cual sirvió. Un espejo de madera roída aparentaba haber pertenecido a algún hacendatario en los tiempos de la colonia y que tenía además ciertas insignias indescriptibles en la parte superior. Extrañamente éste artífice encogía y agrandaba según la luz que estuviera en ese momento, cual Gulliver extraviado y encontrado. Una alfombra mediana daba apariencias modernas con un color verde espeso y agrietado puesto sobre la entrada, adelante de la puerta. Puerta de madera recién barnizada, ocultaba los rasguños y golpes que recibió desde que Katherine jugaba con manteles y muñecas de trapo.[/SIZE]


    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]Ingresaron a la casa cual novios emotivos fueran. Katherine se resignaba de buen modo a corresponder al joven mozo. Los pasos mientras avanzaban se oían como clamores que brotaban de las sombras que navegaban por el piso, pidiendo y suplicando clemencia. El joven herrero cargaba con grotesca fornidez a la madre de sus futuros hijos. El estridente sonido de la puerta al abrirse cegó por un momento a los fantasmas que rondaban por el cuarto como sonrisas de demonios azules. [/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3]El cuarto parecía agigantarse frente a la aproximación de las lámparas y velas; y de aquella luna que fisgoneaba por los cristales de dos ventanas. Seguía estando en el cuarto el espejo Gulliver, que ahora al verse bien iluminado, asemejaba a un ser liliputiense, inmóvil y viejo. Un graznido seco se resguardó con un eco que pasó desapercibido detrás de la segunda ventana, cristalizándose y aminorando su presencia. Una cama matrimonial ansiaba utópicamente mantenerlos en el lecho de sus brazos. Así que las horas pasaron sin alcanzar aún la alborada. Morfeo, poseía con gravidez a los cuerpos inertes, encapsulando las lujuriosas posiciones y alaridos que hubieron minutos atrás. La frágil sábana parecía no producir el abrigo necesario que los dos cuerpos desnudos, robustos y lascivos requerían con totalidad. [/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]La parsimonía del cuarto y su rijosidad fue interrumpida por un ruido de baja frecuencia, debido al crispamiento de la puerta al abrirse nuevamente. Unos botines extraños provocaban el crujir de la madera en el piso en su andar silencioso. Un hombre de mirada sublime y amarilla debido a la oscurana, se fue abriendo paso entre los restos de la ropa que estaba por todas partes, hasta tocar dentro de la sombra con su sombra el pie de la cama. [/SIZE]

    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=5][B]To be continued...[/B][/SIZE]


    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]El caballero demencial, sostuvo entre sus manos una apacible y húmeda almohada que se encontraba adormecida y muy abandonada en el suelo. La fue colocando con una placidez insondable sobre los labios carmesí de la tersa y hermosa Katherine, cubriendo milimétricamente su rostro todavía dormido. Fue oprimiendo con madurez exquisita y corrosiva, inmovilizando además con su cuerpo las extremidades. Pasaban los segundos al ir ahogando los murmullos insistentes que se avecinaron, tratando que nadie se percatara, y eso incluía a su esposo, que inverosilmente no despertaba de su profundo letargo. El hombre se mantuvo inmutable, aun cuando el ardor de las uñas le desgarraban parte del brazo izquierdo. Agregó un mayor peso sobre el cuerpo ligero, hasta notar el desvanecimiento comprendido de los dedos y manos femeninas. Su demás cuerpo dejó la agitación que se pensaba guardaría más tiempo. La dama fue quedándose dormida bajo el arrullo sublime de una mirada hambrienta y enfurecida, cual animal salvaje domara su cuerpo. La sábana color celeste y liviana como la seda, se había descorrido dejando ver un seno bastante erguido, incitante y lozano; mientras un minúsculo halo de luz iluminaba con vagueza el alrededor. [/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3]Siguiendo con su serenidad, levantó el arma homicida compuesta por una delicada tela y un relleno de plumas de algún ave; y miró el rostro asfixiado y agotado de Katherine con bastante candidez. Se inclinó y ofreció sus labios a los labios púrpura de muerte. La besó con un carisma que jamás la repulsión femenina había de otorgarle. Acarició su cabello muerto y suspiró sosegadamente. Cubrió el seno desnudo y firme cual fruta orbicular en temporada pareciese; posando un beso último sobre su frente. Se dirigió a la mesita donde había colocado su saco y su atildado sombrero, tomando además un cuchillo filoso que hurtó de la cocina antes de subir. Tuvo que dar más pasos al regresar rodeando la cama con una especie de calma compleja. Miró dormir al esposo, mientras esbozaba una sonrisa casi satisfecha. De mientras, le escuchaba los sonidos imprecisos que brotaban de aquella nariz, al tiempo que le dedicaba acechantes caricias al cabello del campesino, muy suave, muy quedo; pues tan lucía negro como su suerte. Ahí, quieto, se mantuvo vigilándole con movimientos de felino hambriento y mordaz. Le esperaba que la presa se moviera dando la señal para atacar. Esperó y esperó, cuando de pronto, frente a su sigiloso semblante oblicuo, sucedió lo que tanto ansiaba precozmente. El somnoliento abrió apaciguadamente los ojos y en un movimiento bastante natural y poco acertado, se levantó e intentó gritar pidiendo socorro al ver al cazador acechante y masculino. Pero fue controlado cabalmente antes de que pudiese decir algo; el filo del cuchillo le reventó la voz, las mejillas y los labios agrietados y porosos. Dejando al herrero postrado frente a los botines lustrosos completamente desfigurado, asustado y sangrando con estruendo inmolar.[/SIZE]

    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]La luna de madrugada cubrió las cuatro paredes del cuarto sorprendiendo a las ánimas que copulaban en secreto con los bordes de la cama y la madera del suelo. Bajo el estupor que tuvo lugar, la víctima comenzó a agitarse con pavor tembloroso, llevándose las manos al rostro que un hemorrágico lenguaje se expresaba con opulencia. Su vista colapsaba como la carne de sus mejillas sórdidas y enrojecidas. El herrero intentó comprender, viendo el rostro sardónico del victimario, mas solo pude ver aquella mirada amarilla en esos ojos fijos y vesicantes. Su sonrisa era plateada y pulcrosa, infestada de dientes perfectos; su cabello desaliñado por los movimientos excesivos, y sus brazos cubiertos de rasguños y de sangre espesa y oscura. Entonces, el hombre humilde entendió la gravedad y la desesperación por el increpante rapto de la voz. Y fue moviéndose con torpeza, resbalando y arrastrándose en su propia sangre; pudo observar a su esposa que tenía las pupilas dilatadas y le miraba con frialdad de muerte. Pequeños rastros de sangre podían vérsele en sus uñas de mujer; su cabello dorado y oloroso, daba muestras de batalla. Mas el felino, al verlo estupefacto, le atacó clavándole un colmillo resentido en la espalda, cerca del cuello. El crujir de los huesos fue tan sonoro, que las pocas hojas de la jacaranda que se veía por la ventana primera, cayeron horrorizadas. Fue difícil enterrarle el cuchillo, pues la piel era resistente y requería de fuerza y posición exacta del artífice. [/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3]El herrero se desplomó, y dio espacio para que el cazador se acercara sonriendo victorioso, con sus manos envueltas en sangre escandalosa. Él, las fue oliendo con voracidad nauseabunda. El aroma era sutil, con un sabor a triunfo que se desbordaba por todos los rincones. Satisfecho ya con su hazaña intentó desmembrar la navaja, pero se percató de la respiración dificultada del herrero que le sobrevivía con gran audacia, así que el rostro sonriente comenzó a difuminarse para luego desprender con una rabia fulminante el filoso instrumento de la espalda girándole el cuerpo. Se tomó con mucha paciencia para serenarse; encendió unas cuantas velas y una lámpara de gas. También se alineó la vestimenta y su cabello desordenado. [/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]Cuando el carnicero se dispone a matar las reses, las degolla cruelmente, con la barbarie que se delinea en lo más miserable. Así que apretó su puño y empezó a rebanar mientras fruncía los labios. La sangre empezaba a colarse por su garganta, asfixiándolo de alguna manera. No se halló ningún movimiento de escape. Pronto tan honroso caballero tuvo en cuenta que ya no podía detener el tan bravío malestar que le insistía en continuar. [/SIZE]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]Rebanando con fuerza brutal y asesina llegó a toparse con el hueso. Bruscamente forcejeó con él hasta que cedió formando una serie de sonidos crujientes que brotaron de sus manos en el desaparecido cuello. Le resultó complicado levantar y sostener del miembro capilar, una masa ovalada, del mismo peso que una sandía fresca y jugosa. La colocó sobre aquella mesa, junto al cuchillo y algunos restos de huesos fragmentados. Todo era rojo, manchado, impregnado de flores bermejas que inundaban de rabia aquel apacible lugar que parecía un jardín, dejándose iluminar como naturaleza muerta. Tomó de sus cosas, y le regaló una mirada a Katherine que seguía ahí, como queriendo hablar, como queriendo llorar, como queriendo pedir perdón o maldecir siquiera algo. Después, logró salir con bastante facilidad que resulta inimaginable detallarlo en circunstancias parecidas a ésta. Los perros iniciaron con los ladridos la persecución de un frenesí, esa sombra que corría sobre la vereda que cruza rumbo a Río Blanco. Los gallos hicieron más festiva esa melódica algarabía, cantando al brillo de la alborada limpia y aromática. Henri que no dejaba de blasfemar, cruzó las aguas templadas del río, sin prestar atención en aquellas piedras de cal que bautizaban a las suaves aguas de la corriente. “No existe motivo alguno que me ate a la incoherencia de la vida. Vida, habéis ultrajado mis albricias y mis bondades, podéis tomar mi cuerpo que me resulta innecesario ahora. Os he cumplido la voluntad mía, y anhelo morir sin el vano remordimiento.”[/SIZE]

    [SIZE=3][FONT=Palatino Linotype][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]Cuentan las malas lenguas que al tercer canto del cenzontle, sobre la rama azucarada de aquella jacaranda que recibió la gentileza de la mañana en voz primera; se oyó el grito alarmante y desahuciado de la criada al encontrar la cabeza desprendida y desfigurada del novio, que le veía mientras reposaba en una mesa pequeña. El cuerpo de Katherine se hallaba desnudo, postrado a la morbosidad del pensamiento y la sospecha. El resto del herrero dormía al lado de la cama, decapitado e inservible. La sangre en la madera jamás pudo limpiarse. Fueron sepultados frente al asombro y la adulación, ya que los motivos nunca se hicieron públicos. Katherine tenía aproximadamente dos meses de embarazo, según contaron algunos ancianos.[/FONT][/SIZE][FONT=Palatino Linotype]
    [FONT=Palatino Linotype][SIZE=3][COLOR=#ffffff](...)[/COLOR]Justo al tercer día, donde los árboles lacónicos conversaban con las aves a la orilla del río, encontraron el cadáver de Henri J. Bolométic, que era devorado por los animales de carroña, despedazando el traje de casimir, el sombrero elegante y unos botines anteriormente lustrados. Colgaba de una rama gruesa y poco alta. Habían dos huecos sobre su rostro donde deberían estar sus ojos. El cuchillo no fue hallado. Talaron aquel árbol execrable y taparon con piedras la vereda que conducía a él. El cenzontle, ave maldita por aquellos lares, tomó la costumbre onerosa de cantar tres veces al alba, dando vida a las huellas profundas de la tierra próspera y sangrienta, sirviendo de emisario al filo de su guadaña.[/SIZE][/FONT][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
     
    #1
    Última modificación: 2 de Junio de 2009
  2. MARIAN GONZALES

    MARIAN GONZALES Invitado

    interesante cuento andrÉs, siempre mostrando ese lado oscuro enmetaforas y sueÑos, placer pasar por acÁ amor, besos
     
    #2
  3. Diosa Fenix

    Diosa Fenix Poeta recién llegado

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    me encanta de verdad estoy ansiosa x el final...
    maravillosa historia...
    besos...
     
    #3
  4. Bastet

    Bastet Exp..

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    Andrés muy interesante traducción.... Espero leer la continuación saludos.

    *No te comento para que no te enojes.... jajajajaja
     
    #4
  5. MARIAN GONZALES

    MARIAN GONZALES Invitado

    vaya muy interesante parece un juego de seducciÓn nochera entre miedos y oscuridad corrige lo que te dije besos
     
    #5
  6. José Lucena

    José Lucena Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Precioso escrito mi buen amigo Andrés, no me es familiar esta área, pero se identificar a través de mis sentidos cuando una lectura es agradable, me gusto, la descripción, las imágenes, ese lenguaje magistral que usted utiliza, mis aplausos Maestro, espero seguir aprendiendo de usted, abrazos…
     
    #6
  7. Mario Francisco LG

    Mario Francisco LG Un error en la Matrix

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    Es un tributo a mi tan ponderado Poe
     
    #7

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