Tres Islas del Norte, Aparecieron Otra Vez

por Xi Nan

1.
Montábamos en dos bicicletas, una delante y otra detrás, bajando desde lo alto de la ladera.
Al volar hacia abajo, había montañas, el mar y campos de caña de azúcar doblados por el viento.
Cerca del ecuador, calor húmedo en febrero.
Nos detuvimos frente a un campo de caña de azúcar.
El sol poniente no calentaba, la brisa era suave y los aspersores giraban sobre el césped.
Pasaron trabajadores africanos, saludándonos en francés.
Tú y yo nos sentamos en la hierba, hablamos de mis tendencias autodestructivas y de tu deseo de poseer (aunque no lo admitiste).
Mira, un avión. De repente señalaste las nubes.
Pero no lo vi.
Te garantizo que saldrá de esa nube blanca enseguida. Dijiste.
Más tarde, lloré, sin razón, sin señal.
Después de la ducha, frente a un espejo, cuando me ponía un poco de perfume, una lágrima resbaló por el rabillo del ojo izquierdo.
O tal vez fue del derecho.

2.
Deseo que todo el mundo sea amable, que todo el mundo sea bello.
Temo que ver la oscuridad en la naturaleza humana pueda desencadenar mi psicosis.
Anhelo una conexión mental profunda con las personas que me importan, un lazo de total confianza.
Estos pensamientos simplemente me obsesionan.
La locura bajo el velo de colores.
Sé que esto es muy peligroso.

3.
La mañana del 12 de febrero de 2024, salimos a andar en bicicleta alrededor de la isla de Mauricio.
Tú y yo estábamos sintiéndonos bastante mal.
Quizás fue aquella noche que acampamos junto al mar, cuando bebí demasiado alcohol, y tú no pudiste evitar que hiciera locuras y cosas tontas; probablemente sigues enfadado conmigo.
En fin, cuando comenzamos el viaje, los dos y el aire entre nosotros estábamos medio muertos.
Todo el viaje, hasta ahora, también tiene un sentimiento débil y medio muerto; yo he estado enferma, tú has estado enfermo, por ejemplo.
Hasta he jurado no volver a beber alcohol.

4.
Montañas. El mar.
El sol. Luz brillante.
Íbamos rápido en nuestras bicicletas.
El viento impetuoso sobre nosotros.
Campos de caña de azúcar sin fin. Campos de caña de azúcar sin fin a ambos lados de la carretera.
Campos verdes de caña de azúcar, altos y bajos.
El sol de la mañana, rosado, aparecía entre nubes largas y estrechas. Para evitar el sol abrasador, partimos al amanecer.
Las quemaduras de sol nos hacían pelar la piel en las comisuras de la boca, la nariz, los brazos, la espalda, cada parte expuesta al sol.
Subiendo colinas, bajando colinas, subiendo y bajando; tú te quejabas de que estas carreteras estaban hechas solo para coches.
Y esa larga carretera costera tan plana y hermosa, me dejaba sin palabras, el mar plateado y brillante tan cerca.
Pedaleamos a lo largo de la orilla, vimos un trozo de madera rota de color amarillo pálido flotando en el agua.

5.
He recordado de nosotros por nosotros.
Les dije a mis mejores amigos.
Lo más cruel de la gente no es que se vaya,
sino que la gente se va, y luego reescriben sus recuerdos, tuercen su pasado, niegan lo que fue, sólo para sentirse mejor al respecto.
He recordado de nosotros por nosotros.

6.
16 de febrero, a mitad de nuestro viaje en bicicleta por la isla.
Apenas amanecía y escapamos de un B&B manejado por una anfitriona loca.
El tipo de personas más molestas son las que son amables en la superficie, pero en realidad esconden un cuchillo en su sonrisa.
Cuando le dijimos que estábamos agotados y no podíamos seguir charlando, ella empezó a taladrar ruidosamente en la habitación de al lado.
También tenía un perro loco que ladraba sin parar todo el tiempo.
"Cierra bien la puerta o entrará el perro," dijo, sonriendo como si le divirtiera.
A la mañana siguiente, quizá antes de las 8, ya habíamos cubierto la mitad de la ruta planeada para ese día.
Comimos "especialidades de Mauricio" en el primer puesto de desayuno que abrió en un pueblecito.
Pan, carne, salsa de curry, etcétera, etcétera.
Elegí uno con hígado de cordero y puré de papas, y tú elegiste uno con pescado.
La tiendita de al lado nos trajo dos tazas de algo que llamaron "café," aunque sabía más a leche diluida.
¿De dónde son ustedes?
¿Cuánto tiempo llevan aquí?
¿Dónde se están quedando?
¿Cuánto tiempo llevan en bicicleta?
El dueño del puesto de desayuno, la dueña de la tienda de al lado, y un hombre local que vino a entregar productos se agolparon a nuestro alrededor, lanzando preguntas y dando vueltas alrededor de nuestras bicicletas alquiladas con curiosidad, como si fuéramos extraterrestres que acababan de aterrizar.

7.
Todavía salimos temprano en la mañana, andando en bicicletas por la carretera junto al mar.
El amanecer, ligeramente dorado, cuelga sobre nubes que parecen racimos de algodón de azúcar.
El cielo es de un azul pálido, casi blanco pálido.
El viento es fuerte, y las olas se mecen de un lado a otro.
Mírame, ya no soy joven, pero en este momento, estoy feliz.
Las lágrimas caen con el viento, agradecido a Dios.

8.
Algo ha salido a la luz.
Creo que uno de mis parientes, sufre de trastorno de personalidad narcisista.
Tiene celos de la vitalidad de todo el mundo, incluida la mía.
Si otra persona es feliz y no tiene nada que ver con él, se pone celoso.
Así que ahora que voy feliz en mi bicicleta, está celoso.
Así que dice y hace cosas con la esperanza de que me frustre.
Y realmente me frustro, a veces incluso me odio a mí misma.
Cuando pienso en eso, lo odio por eso.
Una vez, fingió ser poderoso y me dijo: 'Si quieres odiarme, ódiame.'
¿Creía que no me atrevería?

9.
¿Qué más?
Ya he mencionado el ambiente medio muerto cuando salimos.
Esto cambió el sexto día, y de repente todo era feliz y tranquilo. Normalmente, cuando estamos juntos, siempre estamos felices y tranquilos.
El primer día de viaje llovió dos veces. Una de esas lluvias nos empapó por completo, y también nuestros vaqueros.
El primer día almorzamos en McDonald's y la cola era bastante larga.
El primer y el segundo día no teníamos un plan. Salimos tarde y hacía muchísimo calor a mediodía. Ahora nuestra piel está pelándose.
Después, tú encontraste una solución: cuando apenas salía un poco de luz, nos poníamos en marcha, sin esperar el amanecer. Así, terminábamos la ruta diaria antes del mediodía.
Tuve fiebre una vez, y tú también. Ambas parecían relacionadas con problemas gastrointestinales. Los dos tomamos medicina para eso.
Mi fiebre duró solo un día, pero la tuya siguió tres días, empeorando cada noche. Así que, durante tres días, montaste en bici estando enfermo.
¿Qué más?
Todo este país (toda la isla) está lleno de campos de caña de azúcar. El paisaje es verde y hay muchas montañas.
Se huele el mar con la nariz.
También se ve el mar, cambiando de color, a veces azul oscuro, a veces claro, y otras veces de diferentes tonos.
Estos días fueron los paisajes más hermosos que recuerdo haber visto hasta ahora.
El octavo día, tomamos un descanso en una playa solitaria. Allí conocimos unos perros que ladraban mucho sin razón. Tú dijiste que probablemente solo estaban fingiendo.
Montamos en bici subiendo muchas cuestas bajo el sol caliente, y si no podíamos más, empujábamos la bici, jadeando.
Compramos agua y bebidas frías en una tiendita, y las bebimos rápido cuando estábamos cansados y con calor. Una botella no fue suficiente, así que tomamos otra. Tal vez por eso tuve gastritis aguda. Los calambres en el estómago no desaparecieron hasta la mañana siguiente.
En la calle, vi a unos trabajadores con monos y cascos, caminando en grupos de dos o tres, mirándonos con curiosidad mientras pasábamos en bici.
Un hombre gordito y moreno en la calle de repente nos miró y sonrió. Luego gritó: “¡Japoneses! ¡Japoneses!” Probablemente estaba hablando en francés.
Hemos comido fuera durante muchos días, y nada es tan delicioso como tu cocina. Más tarde, llegamos a la conclusión de que solo McDonald’s tiene buena relación calidad-precio, mientras que los otros restaurantes son caros y no saben bien.
Un día estábamos tan agotados que descansamos en un pueblo y fuimos a un centro comercial en lugar de montar en bici. Tú compraste un chaleco deportivo y un pantalón corto, y yo compré un vestido largo y negro.
Más tarde, montaste en bici con tu ropa deportiva nueva y te sentiste más ligero y fresco. Parecías más feliz. Y dijiste que mi vestido negro parecía algo francés.
La noche antes de terminar el viaje, nos alojamos en un pequeño hotel costero que costaba 29 dólares por noche. La limpieza no estaba bien hecha, y mis pies se pusieron negros después de caminar descalza un rato. Cuando los acariciaba, caían migajas pequeñas.
Este piso da a un balcón largo y ancho, donde nos sentamos a tomar café y comer patatas fritas. El viento era más fresco que el aire acondicionado medio muerto de la casa.
En la habitación de al lado había un hombre mayor, blanco, con sobrepeso, que parecía vivir allí por mucho tiempo. Siempre se apoyaba en la barandilla del balcón, mirando fijamente la calle. Abajo, la calle estaba llena de ruido de coches y personas. El hombre llevaba solo unos pantalones cortos rosados con flores y nada más, dejando su barriga redonda al descubierto mientras observaba todo con atención. Cuando pasábamos por allí, de repente sonreía cálidamente y nos saludaba: "Bonjour", decía.
¿Qué más?

10.
Día ocho.
A lo lejos, las tres islas del norte aparecieron otra vez.
Habíamos regresado al lugar donde todo empezó.
El viaje largo, las personas que conocimos y sus vidas, los eventos inesperados, los paisajes impresionantes y los momentos de luchar contra el viento.
Habíamos regresado al lugar donde todo empezó.
Las tres islas del norte aparecieron otra vez.

 

Lo siento, y muchas gracias!

 

Gracias!