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Tres personajes

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Old Soul, 30 de Mayo de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 288

  1. Old Soul

    Old Soul Poeta adicto al portal

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    El rojo.
    Hoy voy a morir, pues me van a matar por algo que no hice.
    Dicen que alguien la vio subirse a mi coche pero que nadie la vio bajar. Es cierto que subió a mi coche. ¿Cómo no iba a llevar a mi vecinita hasta su casa si la he visto crecer? Pero yo la dejé frente a su casa, no la secuestré.
    Con qué mentes perversas me piensan que dicen que la rapté a saber por qué enfermizos motivos. Ninguna razón me han dado para justificar mi pronta muerte, más que fui la última persona que estuvo con ella.
    Y ahora voy a morir en el garrote vil, ese cruel instrumento. Ellos lo llaman ajusticiar, yo, asesinato. No hay justicia en esta España. Pero ya sé cuales serán mis últimas palabras, esas que hasta hoy me las he tenido calladas y que ahora ya no tiene sentido callarlas. Así que, antes de morir, gritaré bien fuerte, bien alto.
    Pero. ¿Qué digo? Empezaré ya mi última diversión.- pensó el reo, y, a continuación, en un acceso de rabia contenida, empezó a declamar a gritos - ¡Abajo la dictadura! ¡Ojalá que Franco se atragante con el pajarito! ¡Qué viva la república! ¡Qué viva! -
    El enamorado.
    Hay que ver lo qué grita el último condenado. Inconsciente. Ya van hacia allá los guardas. Lo van a inflar a golpes.
    De entre todo, esto es lo peor de mi oficio, pobres diablos. Por alguna razón ningún otro quiso venir aquí. Sólo yo, tras terminar mis estudios, pedí éste destino. El más alejado de mi desdicha, de mi vergüenza, un sitio donde no tener ni la más mínima posibilidad de encontrármela.
    Aunque fue algo inocente, que surgió sin más. Yo no quise que pasara, resultó así. Si por mí hubiera sido jamás hubiese ocurrido, pero fue tan natural. Simplemente sucedió.
    Y ahora, tras tantos años, me hallo aquí recordándolo, donde vine para no recordarlo. ¿Qué será de él? ¿Qué será de mi hermoso primo?- pensó el viejo cura de la prisión mientras caminaba por el corredor que llevaba a las celdas de los condenados a muerte.

    El verdugo.
    El verdugo de la prisión, Antonio Antón Pérez, llamado por todos Antoñito por su patente retraso mental, llevaba ya más de veinte años en el oficio.
    “No tienen perdón de los hombres sino de dios.” Le había dicho siempre el cura de la prisión. Eso significaba, según hasta donde entendía Antoñito, que si los mataba a Dios no le importaba. Por lo que estaba contento con su trabajo. Ese grito ahogado y el crujir de los huesos del cuello al romperse, incluso cuando defecaban entre orines que después tenía que limpiar, lo dejaban completamente indiferente.
    Era un trabajo que le dejaba mucho tiempo libre. Tiempo libre que ocupaba Antoñito en su secreta pasión, su afición oculta, su escondido deleite, jugar con muñecas.
    Afición que nunca había revelado a nadie, ni en la más íntima confesión con el cura, simplemente por vergüenza, pues siempre le habían dicho que los niños no jugaban con muñecas.
    Ahora tenía a una nueva muñeca en su casa, esperándole para jugar. La había encontrado hace unos días y se la había llevado hasta su cuarto de juegos, su sótano. Ya era la séptima muñeca que así tenía, esperaba que esta le durase más. A veces no le hacían caso cuando jugaban.
     
    #1
    Última modificación: 30 de Mayo de 2015

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