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Triste Doncella

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Andréstoto, 27 de Mayo de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 586

  1. Andréstoto

    Andréstoto Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    31 de Agosto de 2009
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    Aquel día mi alma reposaba entre el barullo de un día mercante, instantes después mis pupilas se detuvieron ante la silueta de un ser. Una delicada doncella apareció en la obra, inevitablemente la mire con ternura y cierta calidez. Descubrí en ella dulzura, bondad; entonces quedé desconcertado de un misterio que rodeaba su ser. Percibí que su corazón estaba destrozado, su mirada me infundía pasión por libertad; sus delicadas manos me resonaban en mi, el dolor por no poder amar y más aún sus palabras bellas por su dulce voz, pero amargas por sus relatos que decían a gritos que la libere de su eterno tormento. Entonces deseé tenerla, imploré con impotencia rescatarla de su prisión; la realidad de mi situación resurgió ante mí; no podía librarla, aquella inutilidad me abrió un profundo vacío en mi alma. Brevemente me dije, tengo una solución sus penas, sus angustias, sus oscuras lágrimas; su dolor mismo asimilaré sus melancolías. Trataré de cobijar sus penas y lamentos con mi corazón. En el trance de este acto de bondad no vislumbré un riesgo; no sabía que me enamoraría de ella. Cruzó el tiempo, las horas marcharon inexorablemente; pasaron los fantasmas del lapso; a través de nosotros, mientras yo cada momento, más y más la libraba de su martirio y tortura injusta, desconocía que cada vez aumentaba mi cariño por ella. Esta triste doncella sufría imposibilitada su amargura, era presa de un ser malvado, inhumano, vil; que se aprovechaba de su dulzura y soledad. Yo la admiro mucho por su fortaleza, su aguante, ella tenía un admirable espíritu de viveza y valor. Y en los momentos más oscuros de su vida; observé perplejo su verdadera realidad, su indiscutible persona mi corazón desquebrajado y apesadumbrado quedaba vez tras vez más apasionado por ella. Mi admiración era eterna lo que admiraba era ver a una triste doncella, luchar con valor y porte por su libertad. Ella me enseño infinitamente sus penas y sin sabores, su tragedia épica y mortal, pero también me demostró su admirable querella y resistencia sin par. Entonces comprendí que en su trágica vida; el latir del corazón de un ser muy amado por ella era su Torre de escape; era lo que la motivaba a pelear por ser libre; este ser frágil, desconocido por el mundo, era el ser que más amaba en el turbio, maldito y oscuro mundo que nos rodea. En verdad al saber de su historia no pude evitar enamorarme de ella. No sabía de la tragedia que tendría que enfrentarme, desconocía el inmenso dolor que soportaría, ignoraba el amargo e intóxicante veneno que correría por mí ser. En la historia de mi vida; mi desgracia es sufrir por amar, el amor yo lo considero, no felicidad, no calidez, no paz; solo dolor, lágrimas que acallar, sollozos que ahogar, corazón que calmar, recuerdos que olvidar; sentimientos angustiantes que silenciar; y como no puedes arrancártelos de tu alma; la vida te enseña trágicamente a coexistir con ellos. La maldita vida me obligó ha alejarme de mi triste doncella; desarmado y ya sin fuerzas para luchar perdí mi batalla por no perderla. Entonces desaparecí de su vida me alejé de ella. Vislumbré mi temor más grande y tormentoso mi triste doncella se olvidó de mi, pero aquello no es mi martirio, sino más bien es que ahora no soy capaz de arrancármela de mi aliento. Desconcertante más aún es que no logré mi cometido, no culminé mi meta: Librarla de su prisión, rescatarla de su oscuro calabozo; y eso es el dolor más amargo, ardiente y escalofriante que tendré que llevarlo en mi corazón hasta que deje de insuflar aliento y mi corazón se detenga. No te pude librar mi triste doncella y la vida te arrancó de mis brazos.
    Por: Andrés Quinteros R.
     
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