TU MIRADA ME MIRÓ

Si te pidiera otro paseo conmigo por las Ramblas de Barcelona como antaño...



¿Vendrias?



La verdad es que me haces falta y nada me gustaría más que caminar este otoño gris a tu lado.



Te escribo para que vengas a ver las estatuas humanas y la gente arrojando monedas mientras nuestra charla es parte de la música de la ciudad.



Este otoño va acorde con tu calma, tus ojos que se caracterizan por ser los únicos en el mundo que escuchan y tu inocencia de niña.



Me gustaría caminar a tu lado sin sentir miedo al futuro.



Te pido que vengas a pisar hojas en el casco antiguo de la ciudad, mientras abrazados, cerramos los ojos ante el viento.



Esta vez te aseguro que estoy seguro, esta vez hablará mi mirada.



Yo sigo, simplemente, siguiendo la linea curva de la vida y leyendo a Becquer:



Hay que morir por el amor ideal.



En el trabajo, gano dinero pero no me llena y me deprime.



Con los amigos sonrío, pero recuerdo.



Me estaré poniendo pesado contándote esto...



¿Tú cómo estás?



Yo sigo dándome golpes sin tocar de pies al suelo y como ves, sincerándome contigo.



Quiero sentir tus pasos y los mios en el casco antiguo de la ciudad, mientras vemos caer hojas, abrigados por nuestras chaquetas y por nuestros besos.



Creo que tú has sido la única mujer que he conocido realmente.



Quiero que vengas y me muestres qué mujer deseo.



Llenaremos oidos con charlas musicales, de Duncan Dhu, sentados en el cesped del puerto y sobretodo, seguiremos conociéndonos.



Hablaremos de lo que sucede hoy:



Quizás con esta carta ya está todo dicho y quizás...



No sentirás lo mismo que yo.



Siempre igual, tropezando con la misma piedra, angustiado como el Cyrano de Bergerac.



Si me sale todo mal, emigraré del país para escribir.



Imagino que estás, quiero creer que estás.



Pierdo clases en las aulas y me pierdo en mi propia habitación, sufro espejismos de ti.



Espero, por fin, haberte encontrado.



Esa clave de sol en tu boca y esa naturalidad que dan ganas de poseer.



Aún conservo la música que me grababas y enviabas desde tu isla.



No sé si alguna vez me has considerado, yo ahora te considero tanto...



El día que no sepa ni cuál es mi nombre, siempre recordaré que tu mirada me miró y te esperaré.

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