Tu reino, mi reina…

Me he acercado a tu reino esta noche. Atraído por la luz que tu castillo proyectaba, me dejé guiar por mil libélulas hacia él; pero estando cerca de tus muros, sorprendido comprendí que no era más que el reflejo de la escarcha que el invierno te ha dejado.

Volteé sobre mi eje y me vi rodeado por el foso en medio de tu puente levadizo; asustado, descubrí los esqueletos de tantos y tantos guerreros que intentaron en vano escalar tus torres; al agacharme y escudriñar entre las rejas de mazmorras, supe que aquéllos que creyeron haberlo logrado en realidad ahora deambulan prisioneros, despojados de conciencia y voluntad: muertos andantes que se devoran entre ellos... y padecen, aunque no lo logran comprender.

Me atreví a traspasar el umbral, un poco, apenas un poco. Adentrado en el que un día se adivina fue un jardín hermoso, sólo pude constatar flores marchitas cubiertas por pastizales crecidos al descuido que provoca el tiempo, y la fuente central por donde otrora corrieran auténticos manantiales que daban vida a este lugar, hoy se encuentra ya apagada
-
Sentí entonces una figura sobre mí... Por reflejo saqué mi espada al tiempo que giraba y la partía en dos: No era más que uno de tus antiguos guardias. Aquellos que una noche de luna llena te juraron lealtad en un ritual de fe, hoy se han vuelto estatuas de polvo de arena de desierto, tan frágiles y tan fáciles de evadir.

Así, vi tus ventanas principales unos pasos adelante. Mientras caminaba hacia ellas se mostraban con toda la grandeza que alguna vez tuvieron: Vitrales emplomados que hoy ya evidencian huellas de un suave patinado. ¿Cuántas veces no habrá penetrado el sol por ellos, alumbrando todo tu interior? Esta noche en cambio, muestran un par de persianas caídas que obscurecen todo tras de sí.

Aún dudando, las levanté por un segundo congelado en los anillos de mi padre Saturno, lo suficiente para vislumbrarte entre la penumbra que te ha carcomido hasta los huesos; sentada, te mostrabas de tres cuartos, deleitándome con tu hermosa oreja que se une a tu cabello resbalando como agua hacia tu nuca. Cual Penélope, estabas absorbida en tu labor que todos estos años te ha asfixiado, sumergida en la angustia de tejerte y destejerte tu destino.

Alcancé a escucharte unas palabras; murmurabas renegando de aquello que tú misma has fomentado, pues en vez de matar a tus prisioneros, diariamente bajas a alimentarlos con migas de pan que todavía te queda. Por eso es que la cera de tu vela, poco a poco se ha ido derritiendo.

Y entonces, al fondo del recinto, dentro de una jaula de mármol de Carrara, descubrí la joya más hermosa que haya podido ver, con todo y los huecos provocados por tantos descuidos y caídas, ahí estaba un precioso rubí que irradia tal energía que aún es suficiente para mantener con luz este lugar; tanto así, que he debido bajar la visera de mi yelmo, a riesgo de quedar deslumbrado...

Y retrocedí, justo en el momento que volteabas tu rostro presintiéndome en tu reino; apenas en el instante necesario para evitar que descubrieras mi presencia. Volví presuroso sobre mis pasos y monté. Habrás escuchado, eso sí, el relinchido de mi corcel que se negaba a abandonar tu territorio, al tiempo que caía aquel rayo en el horizonte y delataba mi silueta a contraluz; pero ahora controlo la brida un poco mejor que antes y, ayudado por espuelas, lo convencí de que debíamos regresar a nuestra patria.

No, aún no es momento de invadir. No sé si quiero hacerlo, provoca tanto escalofrío apenas el intento que sólo informaré a mis coterráneos las cosas tan maravillosas que he encontrado, les hablaré de ese par de hermosas ventanas y de las flores que estoy seguro, se pueden revivir.

Y es que por ahora "me interesa más restaurar los huecos de tu joya escarlata, que explorar las cuevas que podría encontrarme al interior de tu castillo".

 

Gracias, me da tanto gusto haber logrado transmitir este sentimiento que me empieza a provocar la Domina de este reino.

 

Genial relato.​

Atrapas con los enigmas de la magia.​

 

Gracoas por detenerse en mis líneas, preparo el 2o capítulo

 

muy atrapador, un placer visitarte, estrellas

 

Gracias, Rosalinda