Un abrazo para despertar

Una sombría brisa corre mientras se eleva el encanto de las horas, puedo advertirlo, se que está cerca de mí.
Dentro de estas palabras, cubriré mi cuerpo para poder avanzar, y en la noche escaparé entre las nubes.
Giraré la poesía como en un cilíndrico vuelo hacia la locura, allí estaré bien, será un buen punto de partida.
Todo se repite una vez más, un idéntico sueño.
Una delicada osadía en el final.
Miré la cama por última vez, a través de la angustia y me arrojé entumecido, llorando extrañamente sin lágrimas.
Un singular estupor, me ha estremecido en frialdad.
La desazón de mi piel, esta llena de preguntas.
El miedo al recuerdo, la cara del adiós, la puerta sin amor.
Todo tiende a desaparecer.
Todo es parte de un todo, que ya no me pertenece.
Esta noche es la más oscura, la más fría y solitaria, sin embargo sostengo un anhelo, que disparará seguramente, la perspectiva ideal.
La que deseo.
Solo he llegado a este mundo y solo he de irme.
¿Tal vez sepa mi cuerpo que estoy aquí?
No lo sé.
¿Quien podría saber?
Puedo ayunar en las sombras, siento el brillo del sonido que abruma mis huesos.
La ansiedad me adopta a su antojo, sin piedad, con tortura y pasión.
Me sigue por capricho el sabor del pasado, que sigue sin disolver en paz sus reproches.
Aunque no haya nada, en el reflejo inmóvil de mi imagen, es hora de negociar un nuevo día con la muerte.
Lo sé bien.
No podría aunque quisiera, volver con la piel de mi sueño.
Sabré gozar mi inexpresión, mi vértigo inmortal, hasta que llegue el fin de un nuevo día.
Volveré a esta aventura del dolor.
La cara tenue de la ira, y ese suave perfume de amistad.
Son motivos de sobra para regresar, pero no depende de mí.
Sigo esperando un gesto, una caricia sincera.
Necesito un abrazo fuerte, que genere sentimientos, que me de motivos para querer regresar.
Que desate en mí, las ganas de despertar.
Las que hoy he perdido.