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Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por Melquiades San Juan, 16 de Septiembre de 2012. Respuestas: 2 | Visitas: 1516

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Los boletos eran para ese fin de semana. Cuantos años había soñado con este viaje y ahora, estaba a días. Un mes de vacaciones para recorrer España y todos esos países de Europa que no visitaba hacía mucho ya.

    Cómo estará España hoy -me decía-, Berlin, Moscú, y la tierra maravillosa de los prusianos. Cuantos cambios desde mi ultima escapada, un mapa nuevo... qué cosas nuevas surgieron con la balcanización de la ex Yugoslavia.

    Los días se alargaban, miraba el reloj y parecía que el tiempo no concurría como lo hacía habitualmente. Los últimos días fueron de ajustes en la oficina, cosas de rutina que solo yo tenía mecanizadas, cálculos de imprevistos. En fin... el jefe de redacción, mi amigo Manuel me deseaba un buen viaje entre abrazos y palabras amables, pero yo leía en su rostro -en el lenguaje corporal de sus facciones- el signo de la preocupación.

    -No te apures Manuel, nada pasa. Es bueno, ya viene siendo el tiempo de nuestros retiros. Ésto sirve para encontrar a nuestros sustitutos, es bueno, no siempre vamos a estar aquí amigo.

    Asentía, meditaba. Pero la preocupación no se marchaba.

    Yo estaba muy contento.
    ¡Ay! ¡Andaré por La Mancha! Buscaré algún tour que me lleve por los caminos del Quijote, soñaré con los devaneos de Cervantes. Algún molino de viento utilitario me servirá para una imagen vía mail a la familia. Me llevaré El Quijote para leerlo. ¿Y si me pongo a pueblear?... Rentar un pequeño auto e ir por pueblos mirando a los villanos que queden por ahí, comer en una fonda pueblerina, hospedarme en algún pequeño Castillo venido a hostería. Imaginar fantasmas antiguos.

    Luego: Andalucía. ¡Cómo canta ese nombre!
    "Qué cantan los poetas andaluces de ahora": mi mente se orgasmaba mentalmente entre Alberti y aquel disco de "Aguaviva" que compré en mi último viaje.
    No sé por qué, pero mi subconsciente siempre plagia Al Caballero de la Triste Figura y se lo lleva a andar por Andalucía. Por qué escogió Cervantes La Mancha para las andanzas de su personaje y no Andalucía; para indagar.

    La emoción, la alegría, y ese minucioso tiempo que parece divorciado de las manecillas de los relojes. Antes de... no alcanzaba para corregir o revisar textos e ideas; ahora caben en él todos los pensamientos, se ha vuelto incombustible.

    Ella es algo irrepetible. Ella es una mujer extraña. Cuantos muros vimos juntos caer en los hogares amigos; cuantos vimos crecer para volverse mundos diferentes con caminos y valles irreconciliables. Nos han preguntado siempre cómo es éso así, cuál es el secreto o el misterio.
    No lo hay. Son afinidades y desarmonías propias de cualquier opera inédita, inaudita e inconclusa: Son todas esas tardes. Esas noches. Su aroma almendrado que embota a mis sentidos. La paciencia en sus sienes; su mirada romántica extasiada, escudriñando horizontes borrosos. Le preguntan a ella y dice no sé; me preguntan a mí y respondo lo mismo. Galatea serás por un barro divino -le pregunto- Nunca fui Pigmalión, no hubo forma ni vocación para serlo. Amo la libertad propia y la ajena.
    Quizá sea por que tiene un rostro inescrutable, poseedor del sí mismo más poderoso: una Troya sin guerra y sin Caballo. O porque sus formas femeninas correspondan exactamente a todos los delirios instintivos de mis hormonas. No lo sé. Pero se fundió el bronce, con destellos áureos y la dureza para combatir las batallas circunstanciales sin ser preciso el hierro ni la flacidez vana del oro.

    El plan del viaje mancomunado se quebrantó. La enfermedad de su madre, algunas conferencias programadas a última hora, todo quedó en un "luego te alcanzo".

    La pasividad del mar arrobó mis sentidos. Maravilla del hombre que logró de alguna forma la magia de ser golondrina mecanizada en la panza de una ballena de aluminio y hierro con turbinas contaminantes. Nubes bajo de mí en esa compañía solitaria y aislada de seres que vienen de diferentes rumbos y tienen destinos tan ajenos, sumidos en sus propios pensamientos.

    Primero fue el olor, extraño, cáustico, tóxico. Luego el humo que brotó de la cabina de los pilotos. Cayeron las mascarillas y la azafata dio sus indicaciones con una seguridad fingida. El lenguaje corporal no miente. Su lectura revela lo que los labios niegan. El humo llenó todos los espacios, y la atmósfera interior se volvió inclemente. La esclavitud de los cinturones de seguridad se volvió una tonta esperanza para los sentidos.
    Una explosión externa fue el primer aviso. Todo se volvió vibración, caos, mejor dicho: apocalipsis.
    Los rezos, los gritos, los rostros a punto de estallar. Llantos, muchos llantos.

    Heme aquí en medio de mi realidad. He aquí pregunta y respuesta.

    El tiempo, más largo que el minuto anterior. Fluyen los recuerdos, se amontonan, ninguno quiere ceder su espacio al segundo que viene. Aparece su imagen, predomina.
    Yo no suelo llorar desde hace tiempo, no he tenido motivos. Miro desde el inicio de la vereda que espera para andar entre sus muros, y los vacíos que están ahí para que los escriba, para que los llene con mi presencia y los firme como si fueran míos, porque son míos.

    Las nubes me hablan, me miran desde sus rostros descompuestos y fantasmales, siempre trastocados; algo me dicen.

    Voy solo al encuentro de la nada con toda esa riqueza que se hizo mi existir.

    De pronto, la soledad me alegra.
    Es una forma de amor para quien sigue viva después de mi colapso.
    ¿Qué pensará?
    ¿Qué sentirá en este instante?
    Ojalá esté sonriendo en este segundo.
    Tantas veces lo hablamos, de una y otra forma.
    De dónde vienes...
    A dónde vas...
    Qué importa, no hay control del proceso ni certeza en las respuestas mas que buenos deseos.

    Esta mujer que viene al lado de mí se ha echado en mis brazos. Ruega por un afecto capital, concluyente.
    La abrazo. La lleno de ternura.
    Se genera una paz desconocida. Cesa su incitación desesperada.
    Son brazos... poderosos brazos que hacen lo que mejor saben hacer: volverse cuna.

    luego miro qué hicieron los dedillos.
     
    #1
    Última modificación: 16 de Septiembre de 2012
  2. Rosario Martín

    Rosario Martín .

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    ¿ Qué decir ? Me ha llevado el autor por la emoción de un sueño
    y el pensamiento de un gran amor,entre otras bellas imágenes.
    He volado entre las nubes y el terror hasta un triste final
    y sin embargo en calma.Me recuerda esos cortos de cine
    que tanto me gustan.Un abrazo
     
    #2
  3. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Hola poeta. Qué gusto hallarte por acá. Qué bueno que encontraste esos detalles. Y bueno, pues quizá no sea el final. Abrazos, Gracias.
     
    #3

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