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Un corazon roto

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por fercho psicosis, 24 de Enero de 2011. Respuestas: 6 | Visitas: 1207

  1. fercho psicosis

    fercho psicosis Poeta recién llegado

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    Había una vez un joven llamado Camilo que soñaba con ser escritor y lo único que hacía en la mayor parte de su tiempo libre era escribir. Escribía cuentos, fabulas, poemas, etcétera. También tenía un diario en el que todas las noches plasmaba todas las nuevas cosas que aprendía, las cosas que veía o escuchaba durante el día. ¿Cuál era su tema favorito? No había tema favorito. Escribía sobre todo, excepto por algo: sus sentimientos. Nunca escribió historias de amor o desamor, tampoco escribió historias alegres ni tristes. Nunca escribió poemas de amor o desamor, tampoco escribió poemas alegres ni tristes. Además, en ninguna de las páginas de su diario había oraciones ni siquiera palabras que reflejaran su estado de ánimo cuando llenaba aquellas hojas con su puño y letra. Sin embargo, había párrafos largos y completos sobre cosas que aprendía en el instituto, tal vez era una forma de repasar sus temas de estudio. También había líneas muy extensas sobre lo que veía o escuchaba en la calle y lugares que frecuentaba. Historias como la de un hombre pidiendo rebaja por un producto que desea comprar aparecían en esas páginas; cosas triviales, pero relatadas con gran esmero y con un estilo enganchador: si iniciabas a leer una historia de aquel diario, no soltabas el cuaderno hasta terminarla. Sin embargo, como ya lo habéis leído arriba, nunca, ni una sola de las palabras que escribió, ni un sólo cuento que inventó, ni un solo poema que organizó, reflejó lo que sentía.
    Pero, un buen día, un hermoso día de verano, con el dorado sol brillando majestuosamente, con el cielo maravillosamente azul y escasas nubes algodonadas, el joven Camilo conoció a una señorita. Ella se llamaba Helena y era en extremo bellísima. Cualquier hombre normal y corriente se enamoraría de aquella jovencita; y, como era de esperar, Camilo, un hombre normal y corriente, se enamoró de ella. Y desde aquel momento, su perspectiva del mundo, según como lo plasmaba en sus escritos, cambió: ya no era un mundo trivial y sin ninguna importancia que giraba alrededor del dinero; donde nada asombroso ocurría, todo era siempre igual. Ahora, el mundo era un lugar lleno de olores, colores y sabores, a veces agradables y a veces desagradables; un lugar fascinante. Por ejemplo, la caída de una hoja desde la copa de un árbol, los cinco o seis aplausos que da una paloma con sus alas al levantar vuelo o, infinitamente mejor aún, la señorita Helena.
    De este modo, los escritos del joven Camilo empezaron a cambiar drásticamente. Inició escribiendo sobre aquellos olores, colores y sabores que percibía y sobre todo lo que le parecía fascinante; luego escribió historias de amor y desamor, también historias alegres y tristes, escribió poemas de amor y desamor, también poemas alegres y tristes; termino escribiendo historias de amor y alegres y poemas de amor y alegres. Además, en su diario, desde cierta página en adelante, sólo hablaba de Helena. En unas páginas, había una serie de descripciones diferentes pero exactas sobre ella; describía una serie de sensaciones diferentes que experimentaba cuando la veía, cuando ella lo miraba a él o cuando sus miradas se cruzaban. En otras, escribió lo que sentía cuando le tomaba la mano o le acariciaba sus rosadas mejillas; lo que sentía cuando ella le acariciaba el pelo, le sonreía y le guiñaba un ojo. Todo esto ocupaba muchas hojas de su diario, sin mencionar otra buena cantidad de hojas repletas de poemas y cuentos sobre Helena y para Helena.
    A veces, cuando se encontraba y charlaban un rato o cuando salían a dar un paseo, el joven Camilo le permitía a la señorita Helena leer sus escritos, sólo cuentos y poemas. (Nunca le decía que trataban sobre ella y eran para ella.) Pero le encantaba escuchar de los labios de ella: ¡Qué bonito!, ¡Es muy interesante!, ¡Asombroso! O ¡Qué gran talento tienes! No le importaba que fueran críticas cortas y sólo elogiosas, nada más le importaba escucharlas porque salían de los labios de ella. Un día, en uno de esos eventuales encuentros, la bellísima chica le confesó que nunca nadie le había escrito un poema y por consiguiente nunca le habían regalado uno. Entonces, desde aquel día, Camilo comenzó a regalarle versos hermosos y alegres a Helena todos los días.
    De este modo fue pasando el tiempo, hasta que un día, después de haberse echado para atrás muchas veces, Camilo se decidió a declararle su amor a la bellísima Helena. Se arregló lo mejor que pudo con las mejores prendas que había en su closet; como si tuviera que ir a una boda y el fuera el padrino. Compuso el mejor poema, el más hermoso, el más maravilloso, que nunca nadie haya podido componer. Por último, compró trece rosas rojas: cada una representaría un mes y la numero trece seria otra vez enero que volvía para formar así un ciclo interminable de meses que el pasaría pensándola, contemplándola, amándola y protegiéndola. Y, sobre todo, escribiendo poemas casi tan perfectos como el que le regalaría ese día. “Se lo explicaré todo cuando le obsequie las rosas”, pensó. Agarro sus cosas, las flores y el poema y empezó a caminar, casi corría, hacia el lugar donde siempre se encontraba con ella y sus amigos para hablar un rato e intercambiar opiniones. Su caminar duro un largo tiempo y no le importó las miradas y risas burlonas de otros jóvenes como el que lo veían pasar ataviado de esa forma tan… “ridícula.”
    A quince metros de llegar al lugar al que se dirigía, logro verla. Estaba sentada en el mismo lugar de siempre, sonriendo de la misma forma de siempre, brillando como siempre… Luego, vio algo más. Sintió como si una saeta envenenada le atravesaba el corazón y una lagrima rodo por su mejilla derecha, sólo una lagrima. Después, automáticamente la bellísima Helena se trasfiguró ante sus ojos: vio cómo su hermoso cabello negro se convertía en las cobras más venenosas del desierto, su sublime sonrisa cambió para oírse como una carcajada escalofriante y todo su majestuoso brillo se volvió tinieblas. Helena besaba a otro hombre; presenciar ese beso le rompió el corazón al joven Camilo. No había nada que hacer. Así que dio media vuelta y camino en dirección opuesta alejándose del lugar, tiró las rosas en el primer basurero que encontró, guardo el poema en el bolsillo de su camisa porque era el mejor poema que nunca nadie haya podido componer y corrió apresuradamente, corrió sin detenerse, corrió hasta el cansancio…
     
    #1
    A javierostica y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. ROSA

    ROSA Invitado

    Jolin... menos mal que no tenias ganas de escribir jajajaj que bueno te ha salido esta narrativa.Un abrazo anda y te invito a mis ladares
    Espero tu prosa de concurso “CONFIDENCIAS”
    MIRA LAS BASES:
    http://www.mundopoesia.com/foros/bas...ml#post3163538
     
    #2
  3. javierostica

    javierostica Poeta asiduo al portal

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    Genial tu escrito pero esto es una prosa así que debería ir en mundo-prosa...no nesesitas hacerte otra cuenta ya que esta de mundopoesia te sirve para mundo prosa pero oye que escribes bien..
     
    #3
  4. javierostica

    javierostica Poeta asiduo al portal

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    sorry ahora me di cuenta de que si estaba en mundoprosa
    te ayudo con reputacion
     
    #4
  5. Matilde Maisonnave

    Matilde Maisonnave Poeta que considera el portal su segunda casa

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    ¡¡¡Me has destrozado el corazón con éste relato, que me enganchó de una manera increíble!!!
    En verdad te deberías dedicar a escribir novelas.
    Tienes talento sin duda.
    ¡Te felicito por tu relato tan brillante, bien escrito, excelente en todo!
    ¡¡¡Besos, mariposas y estrellas!!!
     
    #5
  6. fercho psicosis

    fercho psicosis Poeta recién llegado

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    gracias parcero...
     
    #6
  7. fercho psicosis

    fercho psicosis Poeta recién llegado

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    muchas gracias... los comentarios me animan a seguir....
     
    #7

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