Un escritor

Un escritor

Esa noche le conoció, si bien fue una sorpresa para los dos. Fue algo de improviso, nada más hechas las presentaciones, nada más verse, contemplarse, se dieron cuenta que algo inesperado había empezado. Ella trataba de disimular, pero sabía que mientras hablaba con él su forma de mirarla le decía que le atraía. Y ella también se sentía atraída hacia alguien que conversaba muy poco, sus silencios remarcados en sus ojos escrutadores quizá fueran más elocuentes que cualquier cosa que pudiera decir.
Sólo pasaron unas pocas horas juntos, rodeados de mucha gente, diferentes conversaciones, música, de vez en cuando alguna mirada que se escapaba hacia sus ojos. El se ofreció para traerle una copa y ella le pidió un trozo de tarta de chocolate que había visto porque aún no había cenado, no había tenido tiempo. Él se sorprendió y atendió su petición, el plato en que venía la tarta era muy divertido parecía que se lo daba a una niña a la que complacía en su capricho, ella le ofreció un trozo y él le dijo que no le gustaba el chocolate, más se sorprendió ella, le replicó-pues yo soy una adicta a él-sonriendo.
Aunque seguramente no se dio cuenta, ella podía ver por el rabillo del ojo cómo la miraba comerse la tarta, como seguía el ritmo de la música. El local era cerrado y el ambiente se estaba cargando de humo, tuvo que utilizar el abanico porque los ojos le escocían, al rato se dio cuenta que a él podía molestarle y le preguntó, no le molestaba en absoluto.
Fue una noche mágica, salieron juntos y se ofreció a llevarla al hotel porque el resto de los asistentes seguirían la fiesta en otro lugar, además le había prometido regalarle su libro, su primera novela publicada. Y efectivamente tenía un ejemplar en el coche que le regaló dedicado.
Ese momento fue una continuación de la sorpresa en que se había convertido la noche, la dedicatoria era increíble para alguien que acababa de conocer, se lo agradeció con dos besos y una sonrisa. De camino al hotel le dijo- es una pena que te vayas mañana, una pena que estés comprometida, una verdadera pena. A lo que ella sólo respondió asintiendo y corroborando- si es una pena.
Él le dijo- no sabes a que me refiero así que no me des la razón, pero ella sabía perfectamente que quería decir, no hacían falta las palabras. Llegaron cerca del hotel, las interminables obras no permitían que la llevara hasta la puerta, tocaba la despedida, aunque los dos no querían que fuera así, pero se despidieron, dos besos más, miradas largas y ella salió del coche.

 

Precioso escrito, ojosverdes.

Nunca se sabe qué puede ocurrir mañana, ni qué o quién vamos a encontrar en nuestro camino que nos haga replantearnos nuestra propia existencia.

La historia de un amor imposible. ¿Quién no ha soñado alguna vez con algo o alguien que no le pertenece?



Un saludo.