Un extraño conocido

Un extraño conocido


Sonreíste, no dijiste porque, imaginamos que fue como darle la vuelta a la página de la incomodidad.
Continuamos con la charla, tomamos un café no recuerdo de que tipo muy bien. Lo que quizá no olvide jamás es ese aroma suave y calido, haciéndome sentir tranquila y recordándome que va a llegar.
Un saco de algodón, una bufanda, un pantalón, un mantel blanco, la ventana hacia la calle, el tráfico, la gente, la ciudad y me alegra haberte encontrado para conversar.
Frente a mí tus manos frías y tus labios húmedos, formaban un contraste con la tarde que se ahogaba en el anochecer.
No aviamos perdido los recuerdos y así fuimos uniendo los pedazos del ayer. A tu espalda hubo algo que me dejo ver mi reflejo, tenía un bolso negro, unos zapatos bajos, la camisa café y los ojos aún desconcertados por lo extraño del momento.
Se nos acabó el tiempo y unimos las manos. Yo me levante y sonreí también sin saber porque, escuche tus pasos alejándose, tu voz apagándose y vi el humo del cigarrillo que te avías fumado desaparecer.
Mientras veía mi imagen distanciarse de la mesa, la ventana y el mantel, recordé que nunca llego la confianza. Que tú la perdiste y en su lugar llevabas la bufanda y yo en su lugar llevaba el bolso, y los dos teníamos la cubierta de los desconocidos.
Nunca hubo silencio y eso me asusto, solo sonrisas que no logre entender, preguntas con respuestas conocidas y una que otra verdad que se nos escapo.
Podría describir todo sobre ese día, menos la sensación que tienen los extraños conocidos, los que te ocultan el saludo porque no saben que decir, los que perecen haberte olvidado pero talvez te recuerdan siempre intentando no pensar porque.