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Un jebi metal

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por FERNANDO DELTA, 15 de Junio de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 674

  1. FERNANDO DELTA

    FERNANDO DELTA Poeta recién llegado

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    3 de Mayo de 2009
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    “UN JEBI METAL”



    Día miércoles, a eso de las tres de la tarde recibía el último currículum para el trabajo que se ofrecía en nuestra oficina. Los reuní todos y se los entregue a mi jefe. El cupo consistía en buscar a un experto en computación, ya que a decir verdad, todos sabíamos un poco y algo más, pero nadie sabía lo que se necesitaba saber.
    Reuní alrededor de treinta currículum ese día, y entre estos estaba el de un joven algo extraño, sin variar su aspecto en la fotografía, me entrego personalmente sus datos. Pelo liso y algo largo sobre su frente, ojos pintados de un color oscuro, labios con pintura color rojo, en ambas orejas llevaba aretes y uno bajo sus nariz, vestía una polera y pantalón negros muy ajustados, un cinturón ancho de cuero negro con una hebilla metálica muy grande. La verdad, que en el momento no sabia si reírme o asustarme de su aspecto, hasta pensé rechazar de inmediato sus documentos, pero cuando me los entregaba, lo hizo con cierta seguridad en si mismo, y me dijo, “soy el que buscan”. Me dejo los papeles y se fue. No me quedo más que poner su currículum sobre los otros. Debo decir que pensé que ahí quedaría para siempre, en el lugar donde lo había dejado, ya que mi jefe es un hombre muy formal, alrededor de los cincuenta años, siempre de corbata, y apegado a las buenas costumbres y a alguna religión de domingo.
    Transcurrieron algunos días y en algún momento sonó el teléfono de mi escritorio, era mi jefe que me citaba a su despacho. Estaba algo extrañado con esto, ya que yo era un empleado de un rango bastante menor en esa oficina, a pesar de los años de servicio prestados ahí. Pero en fin, la cosa es que ese día me encontré sentado frente al escritorio de mi jefe que me exponía tres de los currículum por él seleccionados para ocupar el cargo. La sorpresa fue que entre estos tres seleccionados estaba el del joven extraño, lo distinguí fácilmente por su fotografía, hasta recordé su nombre, se llamaba Jairo. He seleccionado a estos tres jóvenes señor Ramírez (ese es mi apellido), me dijo mi jefe, y continuo; no se extrañe usted si ve aquí el de ese joven Jairo, que aunque parece muy extraño de aspecto, sus datos profesionales me tienen muy convencido de pensar que es lo que buscamos en esta oficina. Ahora quiero que usted me hable un poco de él, ya que pudo tener un contacto mas directo al momento de recibir sus antecedentes.
    Ahí quede algo sorprendido con todo esto, pero conteste con lo que sabia y había visto ese día, detallándole a mi jefe el aspecto extraño de Jairo, su forma de vestir y sus modales algo ásperos, y que a pesar del poco tiempo que estuvo frente a mi, me pareció de un trato frió y distante. A la vez le mencione las palabras dichas por él, “soy el que buscan”.
    En ese momento mi jefe se paro de su escritorio y me dijo, sí, sí, señor Ramírez, justamente es el que buscamos, me pasó el curriculum y me pidió que lo citara a una entrevista para el día siguiente. También me paso los otros dos currículum seleccionados, pero no menciono nada sobre ellos. Los mire, y eran dos jóvenes vestidos formalmente de corbata. Todo me parecía extraño, pero debía cumplir con las órdenes de mi jefe, así que inmediatamente llame al teléfono que hacia mención el documento de Jairo. No se encontraba en el momento y solo atine a dejar el recado. El día siguiente seria todo un acontecimiento.
    Al día siguiente cerca de las nueve de la mañana divise a Jairo frente a la secretaria, anunciaba su cita a la entrevista. Vestía exactamente como lo había visto yo la vez anterior, el mismo peinado y la cara igual de pintada. Mi curiosidad, como la de la secretaria, eran la misma, y creo que hasta teníamos el mismo pensamiento, “con esta facha no va a convencer a nadie”. Pero ahí se sentó en espera de ser atendido.
    En algún momento, la secretaria le dijo que pasara al despacho del jefe, y ahí desapareció por un momento. La entrevista fue algo extensa, pero el joven rebelde, el de esa facha, era contratado en la oficina, noticia que fue dada por el mismo jefe en persona. Nada se le había exigido de su aspecto físico. Jairo solo respondería profesionalmente.
    Debo ser sincero, pero a todos nos costo habituarnos a su aspecto, a su personalidad, a su forma ser y ver las cosas, nada, nada era para él como conocemos, sentimos y palpamos la vida. Para Jairo todo era diferente. El era un “Jebi Metal” nos dijo una vez, y no se como actúan ellos, pero si era lo que decía ser, tenia que ser así, ya que era muy extraño, al margen absoluto de nuestras costumbres, de nuestros sentimientos, de nuestros ideales. Un concepto muy diferente de la vida misma.
    Jairo no compartía con nadie de la oficina, ya que no había alguien parecido a él ahí en ese lugar, sonreía solo a veces y hablaba muy poco. Pero el trabajo que desempeñaba era sobresaliente, nunca pudo ser criticado en ese aspecto, por el contrario le llovían las felicitaciones.
    Ya algo convencido de la presencia de Jairo, a veces reflexionaba al respecto, y al observarlo, me parecía estar viendo el futuro, así tendría que ser ese futuro, nada de corbatas, ni de sentimientos, ni cuchicheos, nada debía involucrarse en el trabajo. En Jairo veía a muchos jóvenes con sus propios atuendos, de esas llamadas tribus urbanas, manejando profesionalmente todo el mundo. Y pienso que lo harían muy bien ya que en este joven no habían detalles al respecto, entregado totalmente de mente y cuerpo solo a su trabajo. Ya a nadie le importaba que sus labios estuvieran pintados, su cabello liso sobre la frente, sus ojos delineados de negro, esa inmensa hebilla negra, sus aretes, no, nada importaba ahora. Jairo se había ganado el respeto con su brillante trabajo.
    Debo decir algo sobre esto, la verdad había escuchado antes y muchas veces la palabra “democracia”, no sabia como interpretarla, quizás porque nunca la había palpado, pero cuando veía a Jairo desplazarse entre nosotros sin provocar nada extraño con todos esos extraños atuendos, creo haber respirado la palabra “democracia”. Dos mundos muy extraños estaban ahí, aunque parecíamos de diferentes planetas, estábamos ahí, dos tiempos diferentes, pensamientos distintos, quizás enfrentados al comienzo de una nueva era, y a la extinción inminente de nuestro propio presente.
    Los meses transcurrieron, y de Jairo, solo sabíamos eso, Jairo el joven “Jebi Metal”, con su vestimenta y su entrega absoluta al trabajo. Nada mas sabíamos de él, jamás se involucro en comentarios ni en bromas, nunca comento de su vida privada. En ocasiones escuchaba su música desde un pendrive que le llevaba el sonido a través de un fono hacia uno de sus oídos. Esta música no era agradable para nosotros, pero para él era como si escuchara la mejor sinfonía de Beethoven o Mozart. En todo caso la escuchaba muy privadamente, ya que a través de este fono la escuchaba solo él.
    Alguien en la oficina un día murmuro que Jairo era un “anarquista radical”. La verdad no entendí el contenido de ese cometario, pero alguien de la misma oficina me aclaro un poco el significado, me dijo que ser anarquista era ser antisistema, ser antireligion, antiestado, antigobierno. Otro me dijo que ser anarquista era tan sencillo y racional como ser persona, ser hombre libre, sin temor a ser pisoteado ni obligado a pisotear, ser libre absolutamente de todas esas cadenas mentales.
    La verdad es que si Jairo era un anarquista, puede ser, ya que su mundo es muy distinto a todo lo que yo había visto antes, pero su desempeño laboral seguía siendo sobresaliente, nunca antes los sistemas computacionales de la oficina habían marchado tan bien. Ahora si todos los anarquistas son como él, el nuevo mundo talvez termine por aceptarlos, seria la única forma para un mundo que se desarrolla a una velocidad vertiginosa en lo referente a la nueva tecnología, tecnología exigente que nos pisa cada día mas los talones, nadie quiere ser aplastado.
    Jairo completo once meses en la oficina y decidió renunciar, ya que emigraría del país hacia algún país escandinavo. Todo fue muy sorpresivo, pero era su decisión.
    Se le hizo una despedida. Ahí el jefe se explayo en un pequeño discurso, y dijo que difícilmente encontraríamos a alguien como Jairo, y que este pequeño asomo hacia el futuro que se hizo en esta oficina, futuro que era por supuesto representado en Jairo, el joven “Jebi Metal”, seria sin duda un inminente devenir hacia el nuevo mundo, lejos de las supersticiones, la avaricia y la estupidez, cualidades negativas del hombre presente, y que Jairo demostró ser absolutamente libre y futurista.
    Jairo ese día de despedida, vestía fuera de su habitual atuendo, una polera negra con la estampa de un grupo musical llamado “Iron Maiden”. La verdad Jairo era un hombre de pocas palabras, por eso ese día solo dio las gracias a todos, y luego se fue. Lo vimos salir de la oficina, y sabíamos que con el se iba algo mas, su inteligencia y sabiduría, que iba a ser casi imposible de reponer. Por esa puerta, desaparecía ese pequeño vistazo que la vida nos permitió dar hacia el hombre del futuro.


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    [B][FONT=Arial] Fernando Delta [/FONT][/B][FONT=Arial][/font][/font][/font][/font][/font]
     
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