Un personaje

Ahora que tengo la pistola en la mano parece que el tiempo se detenga...

Como si el mundo entero me fuera indiferente, y es que siempre me he sentido tan ajeno a todo e insignificante, como un simple personaje de un relato corto mal redactado.

Y así ha sido desde que nací, pues de siempre he sentido que yo no era yo, que era otro quien interpretaba o narraba mi vida. Como si alguien escribiese mis actos y decir justo antes de que los acometa. Viviendo siempre mi propia existencia en tercera persona. Una sensación extraña pues hasta lo más cotidiano, como tomarse un café, se hace irreal al sentir como si se lo tomara otro, uno a quien, además, le dicen que se lo tome, alguien cuya voluntad no existiese, como si sólo fuera una marioneta de invisibles hilos divinos. Pero, en estos momentos, desde que me he sentado con el arma en la mano, por primera vez en mi vida, me siento dueño de mi mismo.

Aunque dos veces me he puesto el cañón en la boca y dos veces mi perro ha insistido con entusiasmo en que le acaricie, achicando así mi determinación, abandonándome por sus gestos lo que unos llaman valor y otros cobardía. Me pregunto si se da cuenta de mi intención y quiere salvarme, convirtiéndose así en mi última esperanza de redimirme sin darme muerte, de pagar mis faltas en vida, de escribir mis últimas letras sin sangre.

El metal de la pistola ya está caliente de tanto tiempo que lleva en mi mano y cada vez pesa más, o yo soy más débil. La compré o, más bien, fue ese otro yo quien la compró, un día que leyó tantos poemas dedicados a ella mezclados con una botella de whisky, esos mismos poemas que releo yo ahora mezclados con más whisky.

Recuerdo que, hace ya tanto tiempo, ella se juntó con aquel a quien yo de antes aborrecía, para irse a vivir con él a la semana siguiente de haberlo dejado. Se llevó todo tras el divorcio. Se portó mal. Pero comprar la pistola sólo fue una fanfarronada de aquel que no soy yo, ya que al verla de nuevo, saliendo por aquel portal, me sorprendí al darme cuenta de que lo peor de todo era que hasta yo la amaba. Desde ese día, nunca más supe de ella.

Cuando muera pocas cosas echaré de menos, pocas cosas tienen importancia. No tengo ni hijos ni pareja, sólo tengo a mis sobrinitos, ellos tan alegres e inocentes, ojalá todos permaneciéramos de esa forma. Lo cierto es que los echaré de menos. A ellos, a sus padres y a mi perro. Los echaré de menos...

Otro desconsuelo que me va a quedar es el no haber escrito jamás ese libro que todos me decían que escribiese, siempre lo relegué para algún futuro que no llegó, nunca le puse verdadera inquietud, o no narraron ese destino para mí. Hubiera sido como escribir mi propio legado, mi versión de los hechos, mis anotaciones sobre la vida.

Ya es la tercera vez que me encañono y el pulso me tiembla tanto que no soy capaz de mantener la pistola con una sola mano. Pensé que sería más sencillo pero me atormenta éste esfuerzo que conlleva. Está visto que para suicidarse se ha de tener alma de suicida, yo no valgo para esto. No puedo con esta tortura. No soy capaz de apretar el gatillo, pierden las fuerzas mis dedos y convulsan, sudo y tengo escalofríos, tengo nauseas y se me seca la garganta. No, no puedo así.

¿Será qué necesito tiempo para arreglarme con los vivos antes de terminar muerto? Sí, debe ser eso. Necesito tiempo para congraciarme con mi pasado, para perdonar, para perdonarme, para ser yo mismo y no ese otro a quien le dictan sus actos. Pero. ¿Cómo hacer?

Escribiré el libro. Eso es. Escribiré el libro, mi legado, y después ya me mataré de una forma u otra. Lo empezaré ahora mismo. Algo que sea sólo mío, algo único jamás escrito. Algo que me identifique como ser exclusivo e independiente. Algo original, que hable de mí y no del otro. Contar mi vida, mi propia historia, mi autobiografía, algo que comprenda mi completa y verdadera existencia. Pero. ¿Cómo empezarlo? Ya sé.

"Ahora que tengo la pistola en la mano parece que el tiempo se detenga..."

 

el animo conflictivo de estos momentos, lleva y regresa al actor al mismo lugar de manera repetida, y es que es tan difícil esta acción que por su naturaleza es la ultima. muy interesante esta prosa


saludos cordiales

 

Otra gran prosa nos has compartido, donde una vez más el protagonista nos lleva de la mano a conocer a ese personaje que crea en su mente para no aceptar que es él, quien toma sus propias decisiones!! Me encantó volver a visitarte amigo y disfrutar de cada uno de tus relatos!! Un abrazo y feliz noche!!!
Marcita

 

Gracias por tu pasar y tus apreciaciones, amigo Maldonado. Es todo un placer saber que te ha gustado.
Un abrazo.

 

Muchas gracias por pasar, Marcita, y por tus letras y estrellitas.
Un abrazo bien fuerte.