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Un viaje al infierno

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por ANAPLUCHINSKY, 27 de Enero de 2023. Respuestas: 1 | Visitas: 332

  1. ANAPLUCHINSKY

    ANAPLUCHINSKY Poeta asiduo al portal

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    En la parada de Avenida Santa Fe y Callao, ella, cargada de bolsas, y vestida con un pullover de lana, en un día de treinta y cinco grados de sensación térmica, paró el colectivo de la línea 152. Ese colectivo la dejaría muy cerca de la casa de su tía María de las Mercedes Sosa de Pueyrredón.

    Al subir, se escabulló entre la gente que formaba fila para sacar el boleto, sin pagar se dirigió a la parte trasera del vehículo semi vacío, muy decidida abrió una silla plegable, la roció con alcohol y sentó, mientras sujetaba sus caderas con un cinturón de cuero marrón añejo, pasándolo por alrededor de su cuerpo y su silla plegable.

    La gente asombrada, la miraba, pero ella no miraba a nadie. Parecía que solo le importaba su seguridad y estaba muy atenta a eso.

    El chofer que la observaba por el espejo, le dijo con tono imperativo:

    - “Señora, con usted allí sentada yo no puedo arrancar, se sienta bien o se baja.”

    Ante este pedido, ella no manifestó absolutamente nada y pasados unos segundos, sacó un diario con sus hojas arrugadas y se dispuso a leerlo. Mientras lo hacía, se tomaba la cabeza, dando a entender que lo que leía era un hecho más trágico que el otro.

    Nuevamente el chofer, volvió a insistir, lo hizo desde su asiento dos o tres veces de forma repetitiva, pero esta señora, seguía concentrada en las fatalidades que pasaban en el mundo. Es así, que las palabras de aquel hombre apurado por arrancar eran solo un murmullo lejano para sus oídos.

    Al no tener ninguna respuesta de su parte, el chofer se paró y se dirigió hacia donde estaba la mujer de la silla plegadiza. Con una gran alteración en su sistema nervioso central, exclamó:

    - “Señora, usted a mí me está tomando el pelo o es sorda, se baja o se sienta en un asiento. De lo contrario voy a llamar a la policía.”

    Al escucharlo, una joven de no más de veintitrés años, de alma justiciera y combativa, dispuesta a dar todo por los Derechos Humanos, lo increpó diciendo:

    ”Pedazo de pelotudo, no te das cuenta que esta persona no esta bien, que tiene un problema mental.”

    Al terminar de reprenderlo, se dirigió hacia la señora, se acerco a ella, se agachó a la altura de sus ojos y con su alma caritativa y una voz super dulce y contenedora, se dispuso a pedirle un favor;

    - “Señora, sería tan amable de sentarse en otro lado que llego tarde al trabajo, lo que me traerá problemas con mi jefe.”

    Ante la mirada expectante de todos, esa mujer parecía haberla escuchado, fue entonces que sacó sus ojos de su diario, la miró fijamente y zas, sin dudarlo, le encajó un terrible escupitajo. La cara de la chica quedó totalmente humectada por la saliva espesa y con aroma a tabaco barato de la agresora.

    “Eso te pasa por tarada, pañuelito verde, no te das cuenta que esta mina este re loca, es peligrosa flaca. Así te vas a quedar nena, con esa ideología barata.” Exclamó indignado un hombre que se encontraba sentado muy cerca de la escena, con un traje azul noche y con el olor de un perfume importado que inundaba parte del colectivo.

    Este comentario agresivo no iba a pasar desapercibido, para un joven que se encontraba muy concentrado leyendo un libro de, Erick Fromm, La autenticidad del ser, quien al escucharlo corrió a increparlo y poniéndose en posición de boxeador, lo invitó a pelear:

    “Hacete el macho conmigo gil, que te la agarrás con la piba, facho de mierda. Dale, dale pegáme.” Los gritos de aquel muchacho hicieron que se despierten los instintos de su rival, quien con toda su finura lo noqueó de una trompada, insertándolo junto a su libro en el hueco de la escalera del colectivo.

    Una anciana, llorando le rezaba a la Virgen de Guadalupe, suplicándole que por favor arranque el colectivo para no perder el turno en su cardiólogo.

    Mientras tanto, la mujer muy segura en su silla, seguía sufriendo por las fatalidades que pasaban en el mundo. Su sentir era tan doloroso, que quiso consolarse con un gran sánguche de milanesa, milanesa que parecía haber sido freída con aceite de autos, emanando un olor rancio, a las siete y media de la mañana.

    Por otro lado, una madre, que en el primer asiento, trataba de alimentar a su niño, quien llorando de hambre, no le agarraba la teta por el terrible griterío que se había provocado, fue la única que con un poco de coherencia y siguiendo los instintos de madre se bajó del colectivo. Igualmente, no lo hizo callada, antes de poner el pie en la vereda grito:

    -" Ustedes están más locos que esta vieja de mierda, váyanse a la re putísima madre que los re mil pario.”

    El chofer estaba muy nervioso, había tenido que apagar el motor para que el vehículo no se recalentara, mientras tanto el tráfico se enlentecía por culpa de estar mal estacionado.

    Si bien había llamado varias veces a la policía, esta no aparecía. Un agente de tránsito al compadecerse de la situación y tratando de controlar el caos en la avenida, le ordenó que siguiera, hasta llegar a una calle menos transitada y una vez allí, se detuviera a esperar la llegada de la policía.Fue así, que al poner en marcha el motor, la mujer saco rápidamente un teléfono a disco de una de sus bolsas. Marcó dos números, y con vos grave le hablo a la persona que estaba del otro lado del teléfono.

    “Hola tía María de las Mercedes Sosa de Pueyrredón, estoy llegando, me demoré por culpa de un grupo de gente trastornada” y antes de cortar agregó: “y abrígate, que acabo de leer en el diario de hoy, que pronostican seis grados de temperatura máxima.”

    Fue entonces que, cuando el colectivo hizo menos de media cuadra, ella, se paró, plegó su silla y tocó el timbre. Su largo viaje había terminado, ese día caluroso de enero.
     
    #1
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  2. marlene2m

    marlene2m Miembro del Jurado Miembro del Equipo Miembro del JURADO DE LA MUSA

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    qué historia tan fascinante
    y todo por no saber comunicarse .
    Definitivamente el mundo es una calamidad
    aunque tienes momentos que son para morirse
    de risa; claro después que llegas a tu casa:D
    Me encanta el estilo irónico y directo
    con que narras tus experiencias.
    saludo
     
    #2

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