Una calle corriente

Una calle corriente

Comenzaba a caer la tarde y llegué a una calle en la calle; era una calle de antes, era una calle decente, una calle con lunas y soles resplandecientes; y aunque faltaba una hora para ser una calle fantasma, la calle nunca mostraba ser una calle, una calle de armas. En una esquina una puta, en la otra esquina la guardia, un regateo del sexo y una pitada se escucha. La policía detiene a quien consulta la grupa, no debe al tacto su fiebre sino al sonar de la bolsa que reclama los autos, si debe, venidos después con la multa. La gente y siempre la gente, pasea o cree pasear aceras de aceros y lentes; y en un austero portal, sediento como un árbol seco, un hijo busca sin pan, y un pobre le ofrece el pedrisco… Llueve, y el joven se oculta al retal y el pobre el retal lo domina: le quita el frío metal y con el mismo retal lo asesina. Nos viene la noche costumbre y al silencio que escucha y consuela, se mezclan los muchos sus luces, y con los comunes, que sobran, ampara la oscura avenida brillantes relámpagos que el tráfico ahoga. Una lumbre a lo lejos y unos perros sin dueño. Al calor de la hoguera y al temblor de los rostros se encienden los porros las putas, los guardas, ancianos y ascetas, los pobres y jóvenes, un hijo cualquiera, yo mismo y mis glorias, tú, quien me lee, asesino o poeta, o político sueño, o reliquia de cera; y también se unen al vasto la vida de otra manera, junto al perdón donde el rastro se pierde en moral forastera. La lluvia despeja el ambiente y al poco del agua salpica la sangre de los inocentes… Todos somos culpables y todos somos la guerra; paz para el hombre sin frente, frente de paz sin la queja. Frontera del modus vivendi nos viene mañana, ya el mundo se muere y un nuevo escándalo y un nuevo monstruo… Clavando sus manos al alba, nos llena de amores y abrazos, colma de fuerza la estirpe; el fuego inicia labores decentes en esta calle corriente llena de instinto y de fieras. Hoy amanece en blanco y negro: se busca al asesino de los colores; lo vieron anoche rondando por la calle esplendorosa. Hay testigos que dicen que era joven, otros dicen que era viejo; unos que policía, otros que ramera disfrazada, otros que un pobre rico y otros que un rico pobre; pero nadie nunca vio que fui yo el mayor culpable cuando vine a predicar el evangelio y aquí todos ya tenían calle.

 

Muchos son los llegados a tu calle y, de momento, sólo yo he visto ese paisaje. ¿ Por qué los nombras sin nombrarlos? Políticos... Bah!

 

excelente prosa!
sólo en las calles se ve ese rostro crudo de la realidad!
saludo cordial!
http://www.mundopoesia.com/foros/showthread.php?t=492553&p=4963032#post4963032