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Una carcasa de cangrejo cruje bajo el talón.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Sommbras, 1 de Enero de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 893

  1. Sommbras

    Sommbras Poeta adicto al portal

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    Hombre
    .
    El beso sube hacia la luna bajo brisa y olas. La playa, nuestra arena, una carcasa de cangrejo cruje bajo el talón.
    Abro los ojos, una moto se aproxima y está despertándome del ensueño. Ella detiene la moto, de nuevo irrumpe el sonido del silencio, levanta su pierna izquierda y baja de su caballo. Retira su casco, y una melena negra se desliza por su cabeza. Negras sus botas, negra figura, es un trozo de sombra que camina por su propia sombra hasta la lobreguez de la puerta de la casa del naranjal.
    La oscuridad desagua contra el mar en la playa, contra la palmera, y una luna con nubes negras riendo amenazan. El dueño del chiringuito de al lado echa la verja; la lluvia quiere hacer acto de presencia. Uno lo piensa y es agua, vapor, nada. Sólo queda deslizarse y volver al punto de salida, el hilo de la bruma, las olas que lloran la resaca indefinida de la espera y de la ausencia.
    ¿Entre cuantos mares hay que bañarse para jugar a vivir, con qué zapatos, con cuánta lluvia, cuántas cigüeñas?
    ¿Cuántas vidas debo vivir sin nada que hacer, porqué tan apartado, quién me pone la lejanía encima?
    Unos esperan las olas del amor como la única respuesta que tiene la propia vida que plantear… ¿y los pájaros, y la lluvia? Otros esperan la religión como respuesta, rezan almas abiertas en la espera del milagro, por momentos sienten gestar por su estómago las alas de la palomita, y después del rezo vuelven a caer en la sordina…
    No puedo razonar porque la lluvia del tiempo y la verdadera lluvia comienzan. Es un trozo de playa al que he venido a sentarme con un recuerdo en la mirada, he llegado a una de esas playas cuyo nombre tendría que contener el dulce planear de sus gaviotas salvajes.
    Ella sale de la casa. Está andando hacia la moto mientras va colocándose su casco. Su melena, qué melena. Ella no me ve sentado en esta playa, no veo sus ojos, bañarme en sus pupilas, hacerme pequeñito, colocarme entre esos colorcitos, quizá negros sus ojos, otro universo la galaxia de unos ojos prietos, los agujeros negros de las sombras para hollar nuestras llanuras, ese rito hasta bajar al idioma del beso que ya no lo entiendo, suena la moto, ruge pena su chimenea de luto, monta y surca la motorista hacia las calles blancas, que de tan blancas no podrán ser para ella.
    Por la clámide del asfalto, ya su moto va tan deprisa como la flor que se abre. Maquina de acero voladora, y esta lluvia, debo de resguardarme, ciertos días adquiero un corazón de hierro, y tengo que escribirlos porque la noche me lo oxida.




    Chus

    .
     
    #1

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