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Una historia que se acaba

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Kuko Vanni, 28 de Septiembre de 2009. Respuestas: 1 | Visitas: 674

  1. Kuko Vanni

    Kuko Vanni Poeta recién llegado

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    Natalia se entera que en pocos días Andrés visitará por primera vez Colombia desde que partió hacia España. Dedicó horas a pensar en el momento en que por fin ambos una vez más compartirían como hasta hace algunos años, tardes de cortas pero alegres y cálidas conversaciones. Al cabo de unos días recibe la llamada de Ingrid, una amiga en común con Andrés:
    -A qué no sabes –dijeron del otro lado del teléfono.
    -Sobre qué? - preguntó Natalia
    -En serio no sabes?- insistió Ingrid.
    -No, y me estas asustando, así que cuéntame ya. Que ha pasado?.
    - ¡Andrés llego hoy temprano a Bogotá!. Quería ir a verlo, pero no podré hacerlo por el horario del trabajo. Tú irás?.
    -Sí si!, claro que sí. Iré sola si tú no puedes.-respondió Natalia, quien no tardó en despedirse, para ducharse cuanto antes, empezar a vestirse cuidadosamente, peinarse y con el consejo de su madre escoger el maquillaje, y así llegada la noche poder ir a visitarlo.

    Cuando empezaba a oscurecer, ya estaba en el colectivo camino al barrio de Andrés, en tanto, ella pensaba en como reaccionaría viéndola de nuevo [[Natalia, pero que hermosa estás, mírate!]] se imaginaba sonrojándose. El estruendo de los autos no lograban desviar su pensamiento y las palabras de los otros pasajeros eran una secuencia de letras que carecían de coherencia, desordenadas por la emoción del instante. Ella casi lo sentía delante suyo, le temblaban las piernas, y su respiración se hacía rápida. Cuando su cuerpo y sus pensamientos volvían a la calma, ya había descendido y sus pasos la empujaban desde la parada a su destino. Llegó a la puerta, ensayó una sonrisa, se acomodó la bufanda, las dos terminaciones de ésta sobre su desabotonada chaqueta, y tocó el timbre. La casa al parecer estaba vacía, no se escuchaban ruidos desde dentro, pensó en intentar una vez más antes de partir; y otra vez ninguna respuesta. Se disponía a abandonar la puerta, y empezar a caminar nuevamente a la parada; cuando una suave palmada en el hombro y una voz conocida le devolvió la esperanza.
    -Buenas tardes-, [[sí!]], pensó Natalia, [[es él]] y lo confirmó volviendo la mirada- .¿Se le ofrece algo?-prosiguió la voz sin dejarle hablar.
    -¿Andrés, acaso no te acuerdas de mí?.
    -¿Nos conocemos?-preguntó.

    No sabía como actuar, había practicado histriónicamente, aun sintiéndose ridícula, cómo responder a eventuales preguntas y agradecerle los halagos que él solía propinarle cuando eran compañeros de estudios. Su imaginación jamás acarició la idea de que él pudiera olvidarla.

    -¿De dónde?-volvió a indagar.
    -Andrés soy Natalia, estudiábamos en la misma facultad. Hablábamos y reíamos de tantas cosas, teníamos tanto en común. Los chicos del grupo, Katherine, Ingrid… Acaso no te acuerdas?.- y rió, quizás de nervios, quizás para disimular su tristeza, desconcierto y amargura, una extraña mezcla de sentimientos que se hacían notar en su pecho haciéndole doler cada tanto.

    Su encandilamiento por Andrés, no le permitía más que fantasear con un afortunado reencuentro. Había decidido obviar el poco tiempo de amistad, que le había sido suficiente para considerarlo el mejor prospecto de hombre para toda mujer. Poco tiempo que sumado a la falta de comunicación, hace que el olvido sea un acto comprensible e irreprochable para cualquiera.

    -En la facultad tuve tantas amistades con quienes compartí de todo. Que pena no recordarte, de veras lo siento. Quieres pasar? Así conversamos un momento.- le dijo amablemente.
    Natalia iba asentir con la cabeza y él la interrumpió:
    -Eso sí, sería no más de media hora, sólo venia a cambiarme de ropa, me están esperando. Vine a Bogotá con mi novia. Si nos conocíamos, quizás alguna vez te hablé de ella, es de Valencia; se quedó en el departamento donde nos hemos hospedado, junto a mis padres. Ella quería conocerlos, y también a Colombia; dice que le gusta, y que quisiera ver a nuestros hijos nacer acá.- suspiró y concluyó- Ella es un ángel.

    -No es necesario -dijo Natalia en voz baja -yo a las nueve tenía que estar en casa -miró el reloj y continuó sin regresar su mirada a la de él- ya casi son las diez, me habían dicho que estabas en Bogotá y sólo pasaba a saludarte aprovechando que hoy visité a unos amigos que viven cerca- Apurada le dio un beso en la mejilla y se despidió deseándole suerte y bendiciéndolo.

    Caminó hacia la parada y esperó a que él saliera de su casa jurando verlo por última vez. Después de unos minutos Andrés cruzó la puerta. El llevaba puesto un
    sweater azul noche de líneas horizontales color celeste, el
    mismo sweater que Natalia le había regalado el día en que se despidieron junto a una carta en cuyas líneas le hacia saber el afecto que le tenía y el deseo de que todo salga como él lo esperaba.
    Una lágrima como silenciosa muestra de despedida moría en el borde de sus labios, y en el horizonte la figura de Andrés se desdibujaba hasta perderse.
     
    #1
  2. ROSA

    ROSA Invitado

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