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Una lata con mierda de artista

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Xinda, 13 de Diciembre de 2020. Respuestas: 0 | Visitas: 773

  1. Xinda

    Xinda Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    24 de Octubre de 2020
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    UNA LATA CON MIERDA DE ARTISTA


    I

    Jaime escuchó que tocaban y abrió la puerta; <<¡Hazte a un lado, hazte a un lado, me estoy haciendo pipí!>>: dijo Helena y lo empujó para dirigirse al baño; él cerró el departamento, tomó una cerveza del refrigerador, se sentó en el sofá, bebió un trago, y se acostó. Y lo atravesaron evocaciones sobre la borrachera de la pasada noche: una barra llena de metaleros bebiendo cerveza; Jaime, que llevaba una sudadera blanca, y Doro bebiendo mezcal al costado de la barra; una chica preguntándole:<<Oye, tu acento, ¿eres de Veracruz?>>; Jaime, Doro y la chica brindando y bebiendo de un trago; y un estribillo gutural sonando. Además, lo atravesó un olvido que su mente visualizó como una grieta. <<¡Puta madre!, ¿ora qué hicimos?>>: pensó Jaime y Helena se sentó en su abdomen.

    -No te duermas, ya vámonos -le dijo.

    -¿A dónde? -él preguntó.

    -¡Cómo que a dónde! Me vas a acompañar al museo. ¡Apúrate! -contestó ella; Jaime la abrazó, la acostó en el sofá, puso la nariz en su pecho, percibió un tenue aroma de cereza; <<¡Ya bájate y cámbiate!>>: dijo Helena, lo empujó al suelo, y él se levantó para no caer. Se vistió; se puso la sudadera blanca, una peste entró en su nariz, olió el cuello de la sudadera, y se dijo: <<Apesta a skunk… ¿Qué se me olvido?>>; se cambio la sudadera por una chamarra café y se puso un morral. Y lo golpearon gotas de angustia caídas de la grieta. Pero recordó la licorera de tequila que tenía guardada; la tomó, la metió en el morral, y salió del departamento con Helena.


    II

    Se detuvieron en un puesto de atoles: el vapor blanco de las ollas destacaba ante la opacidad del nublado día, la calle y los edificios estaban aceitosos por la reciente lluvia. Jaime compró un vaso de atole de chocolate y Helena de vainilla, se apartaron del puesto, y tomaron a sorbos para no quemarse; Jaime sacó el tequila, lo añadió al atole, y mezcló las bebidas; le preguntó a Helena mostrando la licorera: <<¿Quieres?>>, ella presionó el ceño con las cejas, <<¿Qué no puedes dejar de beber, animal?>>: preguntó, y extendió el brazo con el atole hacia Jaime; él rio entre dientes, le sirvió, y contestó a la vez que sonreía: <<Me quedan como dos caballitos...>>; mas dos rezagadas gotas de la lluvia cayeron en su frente, dejó de sonreír, imaginó la grieta, y lo golpearon gotas de angustia; mientras, Helena mantenía presionado el seño y pensaba que él estaba serio por eso. Y Jaime se limpió la frente, bebió la mitad del vaso, tomó la mano de Helena, y dijo “vámonos”.


    III

    Se dirigieron al metro, llegaron, caminaron por un andén, y entraron en un vagón de colores difuminados, también liberaba hedor a sudor añejo y los asientos estaban llenos. Jaime se recargó en la puerta opuesta a la puerta por la que entraron, jugaba con el vaso de atole vacío; Helena se paró frente a él, Jaime enganchó una presilla del pantalón de ella con el dedo corazón, la jaló, y se abrazaron; el metro comenzó a moverse, Helena se apartó de Jaime, él preguntó:

    -¿Por qué vamos a esa exposición?

    -Es que vale el veinticinco por ciento de mi calificación final -contestó Helena.

    -¿Entonces no te interesa? -preguntó Jaime.

    -No -respondió ella.

    -Ojalá te interesara -dijo él.

    -Tú ni querías venir, ni te acordabas de acompañarme -dijo ella con cierto tono de reproche.

    -¿Cómo me iba a acordar si estaba crudo y medio borracho? Estoy -él dijo con descaro, Helena no respondió, hubo un silencio de segundos, y tranquilamente él agregó-: La exponen hasta enero, por eso no me preocupaba ir tan pronto, pero sí me interesa.

    -¿Por qué? -preguntó ella.

    -Porque quiero ver una lata con mierda (!) de artista -él contestó.

    -Ya deja de molestar, ¿sí? -dijo ella poniendo gesto de cansancio; con alegre literalidad, Jaime respondió: <<No, no estoy molestando; es la verdad>>; Helena puso una cara inexpresiva, miró a los lados, se colocó al costado de él, comenzó a buscar algo en su bolso; <<¿Qué buscas?>>: preguntó Jaime, ella no contestó, y él pensó: <<Ya valió madre>>; Helena dejó de buscar, abrazó el bolso, miró hacia enfrente, sacó una libreta, y empezó a leerla. Jaime no intentó preguntar más; miró el verde aminorado de los asientos y el brillo percudido de los pasamanos, suspiró por nostalgia de los colores vivos, y contempló ese sentimiento. Hasta que lo asaltó la visión de la grieta: en ella observó una gota hirviente de angustia y observó su caída; y recibió su golpe y el golpe de otras gotas. Jaime arrugó la cara y susurró: <<¿Qué hice?>>; intentó recordar, sólo pudo evocar una imagen del mezcal, una de Doro y una de la barra; cinco veces las evocó; las imágenes se desvanecieron, así que pronunció dentro de sí: <<Mezcal, Doro, barra; mezcal, Doro, barra; mezcal, Doro, barra…>>. Y recordó a la chica que se interesó en él por su acento. Miró a Helena. Él mismo se preguntó: <<¿Le puse el cuerno?>>. Y se respondió: <<No. Si fuera eso ni estuviera preocupado>>.


    IV

    La angustia ardía e iba a ahogarlo. Respiró profundamente para relajarse. Todo siguió igual. Agachó la cabeza, tapó su cara con una mano, y se dijo: <<Ya, güey, ya. Váyase todo a chingar a su madre>>. Sacó la licorera, se sirvió, bebió la mitad, y sintió un picor gustoso en la lengua y la garganta; Helena prestó atención a Jaime cuando bebía, estaba indolente, continuó leyendo; y él bebió la otra mitad, bajó los párpados, percibió el recorrido del tequila hasta el estómago, y respiró con hondura; y levantó los párpados y los colores del vagón le parecieron vivos y bajó los párpados y contempló la oscuridad: la grieta había desaparecido y la angustia diluido (Jaime había olvidado el angustiante olvido causado por el alcohol bebiendo alcohol).
     
    #1
    Última modificación: 17 de Enero de 2023

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