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una ligera sombra. La gran ciudad. un leve suspiro. (En prosa)

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por San León, 28 de Marzo de 2013. Respuestas: 1 | Visitas: 368

  1. San León

    San León Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    16 de Marzo de 2013
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    era viernes. Solía coger el tren el jueves para ir a casa. A casa. Pero ya daba igual. La maldita gran ciudad. Que todo lo absorbía. Tan impersonal. Tan de nadie.
    Se hacia oscuro. De un oscuro extraño. El cielo medio encapotado tergiversaba el viento y los colores de la tarde. Una tarde en que se notaba el paso del frío a otros parajes más alejados. Porqué hasta al frío le da miedo quedarse demasiado en la gran ciudad.
    Era oscuro. Y en lo alto de todo aquello. Sólo decidí parar el tiempo.
    Mirar de lejos la ciudad. Alejarme de ella en alma. Que el corazón latiera sobre sus minaretes de antenas parabólicas.
    Las luces se empezaban a encender aquí y allí alrededor de las calles.
    Me senté al final de la calle más ancha. El cielo oscurecía a una velocidad de vértigo. Pero para mi, en ese instante, no. Solo iba a la velocidad del silencio.
    De mientras. Las personas pasaban ante mi como estatuas hechas de suspiros, iluminadas por la sombra del momento exacto entre la noche y la tarde. Como el suspiro de una libélula.
    Y los coches, como relámpagos. Sus luces como relámpagos. Sus habitantes como estrellas extintas en firmamentos en declive.
    Corrían como relámpagos. Sin importancia de que les rodeara. Se lanzaban contra el aire. Sólo como luces de sus faros. Nada más para el recuerdo. Y aquí y allí un semáforo que les paraba y les peinaba el aire que se les quedaba anclado en el parabrisas, junto a gotitas de realidad que los conductores se apresuraban a eliminar de la ecuación con el limpiaparabrisas.
    Y allí, yo. Un poco de nada en la ciudad. Un poso de inexistencia en la taza de la nada por donde circulaban relámpagos de voz arrasadora.
    Y de mientras, las musas iban cogiendo sus trenes hacia cualquier rincón, las musas iban siguiendo el ritmo de las olas para volver a casa en el momento adecuado, las musas iban cubriéndose con las mantas de polvo que estaban en suspensión en cualquier piso de alguna anciana.
    Y yo, sentado, viendo al mundo pasar. A las ígneas velas diurnas apagarse, a las nubes volverse ovillos de humo divino. Y de mientras, los relámpagos en el suelo seguirían su compás acelerado lleno de adrenalina inconsistente y desmesurada.

    Y al fin, las plantitas que yo adoraba; aquellas rebeldes que surgían de la nada; aquellas aquí no llegarían. Ellas no cogieron ese tren.
    Tan solo las golondrinas, que iban de aquí para allá, chillándoles a los hombres y a las mujeres que despertaran.
    y de aquí por allí, parejas de golondrinas iban graznando manojos de felicidad a la caída de la tarde.
    Y eso me despertó. Y me dije: también a mi me aguarda un tren.
    -Un suspiro-
    -volver a la otra realidad-
    levantarse.
    una lágrima
    ir hacia el tren.
     
    #1
  2. Marco Antonio Morales O.

    Marco Antonio Morales O. Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    27 de Marzo de 2011
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    Felicitaciones, muy bonita forma de narrar para meditar, saludes, mis mejores deseos.
     
    #2

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