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UNA MALA JUGADA DE LA VIDA

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por ZAHOIS, 23 de Enero de 2006. Respuestas: 0 | Visitas: 1530

  1. ZAHOIS

    ZAHOIS Poeta fiel al portal

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    UNA MALA JUGADA DE LA VIDA

    DE MI DIARIO ÍNTIMO

    La casa está solitaria. En su habitación solo
    se escucha la música suave de una balada de moda.
    El atardecer deja pasar un rayito de sol que le rodea el alma por la ventana entreabierta.
    Y ella allí, sólo, escucha su propia voz, frente a esa imagen que la mira desde el espejo que es como una cortina de cuentas de vidrio que deshoja sus sentimientos.
    -¿A quién le tienes miedo, a mí o a ti?
    Respira hondo. Da la espalda, no quiere ver a esa mujer del espejo; diciéndole que no puede cambiar el mundo; que no puede utilizar a Cupido para esquivar las tormentas de todos los verano que han pasado por su vida. Las lágrimas reprimidas de los últimos días, se desbordan y por sus mejillas ruedan como una cascada. Llora desconsoladamente por horas recostada en su cama. Se queda dormida.
    Al despertar advierte todavía sus ojos húmedos. Ya la noche está en su apogeo y la luna parece reírse de ella.
    Esa misma luna que los acompañaba en sus ingenuas aventuras.
    Que los alcahuetaba en sus romerías por senderos inventados,
    y que enviaba sus rayitos para servirles de almohada, mirando las estrellas, desde el césped verde a orillas de la cascada. Esa misma luna, ahora se burla de ella.
    Vuelve a mirarse ante el espejo y ahora éste, le devuelve la imagen de una mujer con el alma cautiva entre las celdas de la pena y la alegría. Una mujer que no quiere escuchar a ese corazón que es un remolino de emociones sin dirección ni sentido. Esta confundida por ese sentimiento que como una hoguera en su pecho se levanta, se rebela, gobierna su sombra y al mismo tiempo la hace esclava. Ese sentimiento que se ha adueñado de sus noches. Y no admite que la vida le ha jugado una mala pasada. Entre sus pestañas húmedas, logra
    verse a sí misma: joven aún, esbelta, que no representa la edad que tiene en realidad. Es una mujer trabajadora, tradicionalista.
    Se acaricia el rostro, sus mejillas están heladas, sus ojos hinchados, su mirada melancólica, arrastrando la tormenta
    de la pasión que le causa este dolor.

    Y vuelve a echarse a llorar. Ahora se ve al lado de ese hombre que la mantiene desvelada. Un hombre joven, alegre, con sentido del humor. Ese hombre que si se pudiera, pedirían por catálogo, las mujeres que como ella, han sufrido y vivido tantas desilusiones y se sienten dolidas por la vida. Ejemplar digno de ser amado, por sus cualidades y valores.
    La rabia la consume de pie, en la oscuridad de esa noche que nunca acaba. Y que parece unírsele en su dolor, porque ahora llueve, y huele a hierba. Ese mismo olor de la cascada,
    donde pasaron una noche.
    No puede creer que esto le éste sucediendo a ella.
    – Soy una mujer madura no puede admitir estar enamorada de un “niño”, yo le doblo la edad.
    Y es un grito desesperado, porque quiere oírse.
    Pero si deja hablar a su corazón tiene que admitir, aunque no quiera, que desea conocer como sabe un beso de su boca; lleno de espuma de mar y sal. Que quiere ser acariciada por sus manos, y escuchar de sus labios el torbellino desencadenado de sus palabras.
    Sentada en el borde de la cama, unos escalofríos le calan hasta la medula. De pronto, escucha una voz desde el espejo, él la llama. Él, que ha estado en la misma encrucijada, se ha zambullido en el espejo. Ella lo mira desencajada, sus ojos tristes se han vuelto pícaros, él exhibe canas en sus sienes,
    la mira, le sonríe y la llama. Ella se aproxima al espejo, lo ve más de cerca, esos ojos que ven en su alma. Él le tiende su mano. Ha decidido compartir con ella la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche obscura. Sin importar que sea
    en otro mundo, donde siempre es adelante, porque están unidos por la misma alma y contemplándola desde adentro, el alma no tiene edad.

    OASIS
     
    #1

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