UNA MAÑANA DE DOMINGO

Primeras horas de otro domingo más,
el sol penetra a raudales por los ventanales,
aún hace frío y me pego al cristal
intentando absorber los radiaciones
¡qué sensación más placentera!
¡qué calentito se está!
mi cuerpo se contrae y se estira
con esa sensación maravillosa
de que todo está bien.
Todavía puedo ver
que a mi montaña predilecta
algo de nieve le queda.
Pero este año no la he caminado,
aún no he subido
a confundirme con ella,
jugar como los niños,
sentir cómo se te congelan los dedos,
los labios resecos de la temperatura bajo cero.
Las Cañadas, depresión calderiforme,
en tu centro el Teide-Pico Viejo,
las pendientes de Guajara te cercan
depresión interrumpida por los Roques de García
rocas basálticas, fonolitas y pumitas,
cuencas cerradas, Llano de Ucanca.
Abro los ojos
y los vuelvo a cerrar,
para rescatar de mi memoria
la lava roja y negra que me envolvía
tajinastes rojos, columna de vida que se eleva
tajinastes azules, belleza rara descubierta,
violeta del Teide, improbable de ver.
Todo ello envuelto por el silencio,
como jamás pude escuchar en otro paraje,
siempre que regreso me enajena
cómo puede ser que el silencio se pueda escuchar,
invariablemente me lo preguntaré,
pero así se conserva, no hay nada que lo perturbe
los teléfonos móviles no funcionan allí
como si estuviera prohibido molestar
a la naturaleza,
el hombre no tiene derecho a dejar su huella.
Vuelvo a mi día de domingo
ya el sol me ha calentado los huesos,
ya estoy dispuesta
para sentarme a escribir,
y disfrutar de mi refugio
un día más.

 

Precioso tu paisaje tinerfeño,ha sido un placer volver a caminar junto a tus letras por el Teide y los recuerdos hermosos de esa isla de ensueño,amiga.Gracias por compartirlo.Con cariño,Ariel.