Una necesidad cubierta de cobardía.

Es una pena que los ideales humanos hayan sido tomados por los idealismos humanistas.

Han tomado principios de convivencia y los volvieron obligaciones con la etiqueta de "derechos".

Han desarmado y rearmado el significado a conveniencia, imponiendo la confusión y desconfianza a los iguales.

Han establecido la superioridad física, económica y hasta moral del estado.

Han tomado los pasos iniciales y los han torcido hacia sus caminos de interés.

Con cada constituyente han deshecho y re-escrito el único instrumento legal de defensa del pueblo contra el estado.

Pero claro, el discurso apunta a los problemas, y desorienta sobre sus causas... la culpa es del otro.

Sin importar la culpa ajena... LA RESPONSABILIDAD ES PROPIA.

Rompen la idea de que cada quién sea responsable de sí mismo.

Gritan que para eso está el estado, para tomar las decisiones, para dirigir y proteger al pueblo.

Y terminan siendo absorbidos por el estado, dirigidos por el estado, maniatados por el estado.

Su discurso es siempre el mismo espejo, sigue siempre el mismo patrón.

Jamás reconocen sus errores, pues se auto-nombran perfectos. Se rompe su esquema ante cualquier duda.

Y al final resulta que su paraíso, es una mentira más opresiva alienante y explotadora que aquella que critican.

Los más acérrimos defensores de las locuras no son precisamente los sanos y correctos.

Pero ellos tildan de locos al resto del mundo.

Y en medio de las sombras solo unos pocos entran al selecto círculo del poder... el resto pasa al fanatismo por necesidad.

Una necesidad cubierta de cobardía.




El Gran Dictador - discurso final (Sir Charles Chaplin)
Escena del discurso. Película El Gran Dictador - Sir Charles Chaplin.
Música de fondo: wonderful life - Eklipse
Video fuente: Final Speech (From "The Great Dictator") - Charlie Chaplin - Roy Export SAS

Lo siento pero... yo no quiero ser un emperador.
Ese no es mi oficio sino ayudar a todos si fuera posible.
Blancos, negros, judíos o gentiles.

Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así.
Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados.
No queremos odiar ni despreciar a nadie.

En este mundo hay sitio para todos y la tierra es rica y puede alimentar a todos los seres.
El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido.

La codicia ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia la miseria y matanza.
Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos.

El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en necesidad. Nuestro conocimiento nos ha vuelto cínicos.
Nuestra inteligencia, duros y secos.
Pensamos demasiado, sentimos muy poco.

Más que máquinas, necesitamos más humanidad.
Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.
Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo.

Los aviones y la radio nos hacen sentir más cercanos.
La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal,
que nos una a todos nosotros.
Incluso ahora, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a hombres y encarcelar a inocentes.

A los que puedan oírme, les digo: No desesperen.
La desdicha que padecemos no es más que codicia pasajera
y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso.

El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se reintegrará al pueblo, y así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá.

Soldados... No se entreguen a ésos que en realidad los desprecian, los esclavizan, que regulan sus vidas y les dicen qué deben hacer, decir y sentir.
Les lavan el cerebro, les ceban, les tratan como a ganado y carne de cañón.
No se entreguen a estos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina.
Ustedes no son reses, no son máquinas... son hombres
Llevan el amor de la Humanidad en sus corazones, no el odio.
Sólo los que no aman odian, los que no aman y los inhumanos.
No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad.

En el capítulo 17 de San Lucas se lee:
"El Reino de Dios no está en un hombre,
ni en un grupo de hombres,
sino en todos los hombres..."

Nosotros los hombres tenemos el poder.
El poder de crear máquinas, de crear felicidad, de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravillosa aventura.

En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos.
Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad.

Pero bajo la esperanza de estos deseos, las fieras subieron al poder.
Nos mintieron; nunca han cumplido sus promesas, ni nunca las cumplirán.
Los dictadores son libres sólo ellos, mientras esclavizan al pueblo.

Luchemos ahora para hacer realidad nuestros sueños.
Todos debemos luchar para liberar al mundo.
Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia.
Luchemos por el mundo de la razón.
Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad.

Soldados: En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.