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Una noche distinta

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Pacoswaldo, 22 de Febrero de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 507

  1. Pacoswaldo

    Pacoswaldo Poeta adicto al portal

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    La noche era fresca y la primavera acariciaba el patio de mi habitación. Penetré en ella revisé mis correos, mi nueva máquina me ponía en contacto con el mundo y algo cerca de sus ojos, al menos mis palabras daban cuenta que estaba vivo y que algo más que su recuerdo me mantenía combatiente en esta andamiaje vida. Para culminar mi contacto con el cíber espacio, unos capítulos del you tube especialmente Liga Ilimitada de la Justicia tercera temporada (me divierten pinche dibujos) y dormitar soñando que el mundo puede ser mejor mañana, que algo bueno nos puede suceder como raza humana, algo tan hermoso como el amor, la compasión, la solidaridad, la ternura, exacto eso, la ternura, pero es escaza. Yo la encontré y la deje irse. Es escaza porque solo la disfrutan los pocos que la conocen; mas dura poco ya que siempre está de paso, dejando un perfume único que perdura en los sentidos y en el alma. Así es ella, la ternura echa mujer y por ser tan tierna suele ser adictiva, narcótico dependiente, vaya suerte la mía si es así quiero seguir adicto todo lo que me resta de vida.
    El cansancio me venció quedé tan quieto como una piedra, tanto así que para despertar sólo Cristo tendría que bajar a resucitarme o algo tan especial como eso debería suceder. Y sin pensarlo me hallaba en el aeropuerto internacional de Chile, en el hangar por donde arriban los de vuelos internacionales, estaba bella, era un ángel recién bajado y aprovechó la ruta del avión para hacerlo, su perfume era el mismo, lo podía sentir a la distancia cuando la vi salir, sus ojos color caramelo brillaban mucho más que las luces de aquel extenso recinto, y quizá mucho más que la luz de todas las estrellas juntas, el corazón me galopaba con tal frenesí que lágrimas ruedan por mi mejilla y siento correr con toda mi fuerza para abrazarla y esa corta distancia se torna tan gigante que casi en agonía llego y con el primer aliento, lo único que se me ocurre decirle es: "Te amo", salido del hondo de mi corazón y es en ese sentirme morir, no quería partir sin que lo supiese, felizmente por naturaleza todo ángel es misericordioso, retornándome ella a la vida me puso en el cielo con suave respuesta: "Lo sé" y entonces las palabras sobraron, era la simbiosis y la sinergia operando juntas, ni la telepatía era útil (si existiese), hasta en los más mínimos detalles, abrir la puerta del coche, cargar las petacas, recibirla en la dispensa con mucha agua embotellada, perder la sobriedad con algunas “Miche ladas”, la gastronomía picante, noches de larga tertulia y palabras que recitan las manos en el cuerpo amado.
    El tiempo pasó en un simple pestañar de ojos. El retorno llegó y el problema no es que vuelva (así trabaja la ternura), el problema es que no podía quedarme sin ella otra eternidad, no quería naufragar nuevamente en el mar sin fondo de mis lamentos, verla tan celestial y tan pura hacía que me sangren los poros con el dolor mismo de Cristo, por saber que pronto se marchará, yo no estaba dispuesto a dejar de amarla. Esta vocación innata de amarla por deber o por derecho era lo que mejor sabía hacer en la vida y no quería hacerlo cayendo en el vacío, en lo ingrávido de dar amor que nadie puede recibir estando ausente. No, no puede sucederme otra vez, es una bella rosa y como toda rosa tiene espinas y si para aspirar su aroma siempre debería pincharme la mano estaba yo dispuesto siempre, pero sin comprometer a la funesta distancia, esa espina la conozco bien y es la que más duele, la que más sangra. Sin pensarlo dos veces (maldito sueño), cogí mi pasaporte, mi tarjeta de crédito esperando algún cupo en el mismo vuelo que se marchaba, entre tanto los dioses del universo se compadecieron por lástima o qué sé yo, pero si de algo estoy seguro es que ellos, jamás vieron amar a alguien con tal dedicación después del Salvador Eterno que rompieron las normas del universo para permitir pueda volver con ella. En el vuelo, desde arriba el cielo es más azul y aunque no lo crean el sol brilla mucho más. No lo podía creer su mano esta fusionada con la mía, sus pies pequeños descansan libres de ese calzado provisto de tacos número 8. En el arribo un auto blanco nos espera camino a una modesta casa bajo un puente, un río corre poco más allá del traspatio y un viejo manzano se está tiñendo de verde, porque vuelve a la vida al ver que la vida habitará cerca suyo, el agua se hace más cristalina y fresca, el puente conduce al cielo conecta con un camino que hasta ahora de los dos sólo ella conoce pero cuando se entra no hay regreso. Sin embargo no es necesario morir para conocerlo, ella con su magia única me dio el boleto de la eternidad o para sentirme eterno, no me importa ya más nada, ella está a mi lado y me toca a mí ahora merecer cada segundo de su vida a mi lado.
    Demasiado cierto y perfecto para ser verdad, demasiado único para no dejar de sorprenderme cada día, demasiado divino para que no dejara de sonar el despertador del celular a las 5:am, me ubico en la realidad y una desilusión total me recordó que soy un mortal que aún ama con la misma devoción, a la misma mujer que lo hizo feliz, unas lágrimas lo confirman, una es por la felicidad infinita de sentirme vivo y amado, otra por la esperanza de verla otra vez y el resto de ellas por el dolor de que dicho sueño no sea cierto y solo sea solo eso, un sueño y los sueños, simplemente sueños son...

    Por Paco Oswaldo Yarlequé Julián.
    (Durante una noche creyendo vivir cerquita del cielo)
     
    #1

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