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Una rosa roja

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Vicent, 20 de Agosto de 2011. Respuestas: 2 | Visitas: 455

  1. Vicent

    Vicent Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Agosto de 2011
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    Teresa acudía puntualmente como todas las mañanas al cementerio a primera hora. Había perdido a su único hijo en un accidente de automovil, hacía justo un año. Desde el accidente de su hijo, Teresa había perdido la ilusión, y solía entrar en depresión con mucha facilidad. No podía hacerse a la idea de haberlo perdido...


    Y un día soñó, soñó con él, soñó con su hijo.Y soñó que se acercaba a ella, con cara de felicidad, y ponía en sus manos una rosa roja. Con lágrimas en los ojos, Teresa lo abrazó...y despertó.


    Cuando despertó, había en ella sentimientos contrapuestos; por un lado se sentía bien. Aquel encuentro con su hijo en sueños le había causado mucho bienestar, pero rápidamente lo había racionalizado, diciéndose a si misma que sólo había sido un sueño, que su hijo estaba muerto, y que no había motivos para tener ningún sentimiento de alegría.

    A la mañana siguiente fue como de costumbre al cementerio. Arregló los claveles amarillos que solía poner allí, junto a la imagen de su querido hijo, y estuvo, como también tenía por costumbre, unos momentos en silencio.Y de pronto escuchó unos pasos que se dirigían hacia ella, y una voz que decía: -¡Señora!

    Teresa se dio la vuelta, y vio a un chico joven, de edad parecida a la de su hijo, que se acercó, y cuando estuvo frente a ella, puso en sus manos una rosa roja, diciéndole:

    -Señora, le he traido rosas a mi madre, que falleció justo hace un año, pero ésta ya no me cabía, ¿la quiere usted?

    Y Teresa lloró, lloró de alegría, y lo abrazó.

    El chico no entendía nada...pero ella...lo comprendió todo.

    Comprendió que su hijo no se había marchado para siempre, comprendió que parte de él seguía intacta. Y comprendió que la rosa era un mensaje, un mensaje que le decía que debía estar bien, que no se preocupara y que no debía estar triste.


    Por supuesto que la vida de Teresa cambió para siempre en ese instante. Ahora sabía que su hijo estaba bien, que de alguna forma había seguido su camino, y que en realidad...no lo había perdido para siempre, como ella había creido hasta ese día.


    Teresa sigue cada mañana acudiendo al cementerio, como ha sido su costumbre hasta el día de hoy, y como lo será hasta que deje esta vida, pero ahora acude allí con alegría, con la alegría de saber que su ser querido en realidad no murió el día del accidente, ni ella tampoco moriría ya nunca más...
     
    #1
  2. Rosaela

    Rosaela Invitado

    ... nítido mensaje dejan las huellas... muy agradable lectura Vicent, muchas gracias (disculpa... tampoco se inglés...jeje)

    Un abrazo
     
    #2
    Última modificación por un moderador: 21 de Agosto de 2011
  3. Vicent

    Vicent Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Agosto de 2011
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    20
    Gracias! es Vicent, en valenciano, no en inglés, jeje. Muchas gracias Rosaela.
     
    #3

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