Una tarde (Cuervos)

Una párvada de cuervos volaba en derredor de unos ojos amenazantes.
Parecían ratas cuando andaban por el piso. Reunidos unos con los otros; era una fiesta, bailaban y brincaban en el torso verde de la tierra.
Deambulaban con un vaivén más que torpe; querían encontrar con sus picos una pizaca de esperanza. Abrían a cada segundo una nueva herida en esa vieja alfombre verde. No eran nada, y yo, reflejandome en ellos, tampoco lo era; ellos rasgaban el césped, yo, a la vida; no éramos distintos. Ellos eran aves que soñaban con sentir, yo, un humano que tenía el torpe sueño de volar.