Una Vez aquella Voz me dijo...

El terrible aliento del dragón soplo sobre sus hemisferios y eructó en las tempestades que obedecían a la palabra que se incrustaban en fuego, que alabanzas malignas caían en sus pensamientos, siempre el nombre que no fue descubierto andaba por las colinas, y los árboles muertos, de ellos comían de los frutales prohibidos, envenenados morían al creer que dormían, terribles sueños que no dejaban que se despertaran tirados sobre los cedros.

Cantaban todas las bestias en los abismos en el calor en el frio, manifestó que aquel hombre era laudable en la tierra como en el cielo y en el infierno, empedecían la imprudencia de la religión que se acababa y de allí comenzaba otra y todos la seguíamos, no terminábamos pero tampoco comenzábamos, la verdad como la mentira estaban perdidas en un mismo paladar sin gustos y sin sabores, nada sabia igual que antes, la comida estaba podrida, el aire votaba gases que nos hacían tener visiones ópticas, todo era tan fuerte que la babilonia entera se quemo y nuestras miradas se cegaron.
Villancicos desafinados, orquestas que oraban, santos que ya no se inclinaban, todos reían a carcajadas, mientras otros lloraban, y yo escondido bajo tierra seguía en mi tempestad esperando que las lluvias desbastaran, lo que alguna vez con odio los gobiernos construyeron, para destruirlos, y no solo el cemento, también al pueblo entero sin alguna razón.
(la fe perdida es lo último que me quedo de ti)
/El Paraiso sin mundo no es un mundo con paraiso/

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