Una vida por poema

Me dije que la censura es la otra parte de mi poesía.
Aunque no resulte sencillo apartar ideas hasta negar a dios,
hasta renegar de la propia palabra que me viste.
No reconozco en mi voz la verdad de la mentira.
Y entonces me centro en mis ojos,
en cómo la gente me mira, me observa.
Antes esto era una paranoia.
Ahora es como cualquier útil. Desechable.
No he venido a emplear un diagnóstico como escudo.
Nada parece que escape a mi control.
Sin embargo, mi pensamiento se paga caro, se paga con la vida.
O al menos eso pensarán quienes me siguen de cerca.
Para aplicar un significado primero necesito una palabra que dé sentido a todo esto.
Quizá esté en contra de la palabra también.
Lo que las percepciones captan en un instante, a mí me causa contrariedad.
No necesito una cura mental ni un reseteo.
Tampoco he venido mal de fábrica.
No formo parte de ningún programa.
He aprendido, simplemente, a manejar mi propio bucle:
Si me repito demasiado, es por una sencilla razón:
"Fuera y dentro son una misma cosa.
Nadie puede escapar al vacío que, tarde o temprano, le deja la poesía."
"Algún día se cerrará el telón, y todos interpretarán una misma obra."