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Usted perdone

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Rockberto Velasco, 20 de Septiembre de 2014. Respuestas: 1 | Visitas: 511

  1. Rockberto Velasco

    Rockberto Velasco Poeta recién llegado

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    Usted perdone
    Usted perdone, señorita, que mi incontenible necesidad de comunicarle ciertos asuntos de índole tan personal, puedan turbar su apacible tarde y con ello albergar en su corazón sentimientos que en nada ayudarían al propósito de esta humilde misiva. Sepa usted que esta no es la primera vez que redacto una carta en cuyo destinatario figura su armónico nombre; sin embargo, si es que por fin pude juntar las fuerzas necesarias para armarme del valor suficiente para depositarla en el buzón del servicio postal, usted sostiene en sus hermosas manos color hueso, la única prueba existente de los sentimientos que deferentemente he acogido en el entresijo de mi modesto corazón. En incontables ocasiones usted se ha aparecido, sin previo aviso, vagando por las confusas sendas de mi mente y ha logrado erizar, sin intención alguna de su parte, las casi imperceptibles vellosidades de mis brazos, con sólo una mirada, con sólo un armonioso batir de su cabello.

    Después de haber leído varios renglones, usted se preguntará con cierta extrañeza: ¿pero, quién podrá atreverse a dedicarme estas líneas?, ¿se tratará de Alberto, hijo de doña Canuta, a quien he espiado las frías noches de los jueves?, ¿o será una jugarreta de Raymundo, el acaudalado primo de Dolores Armenta? No, señorita mía. Usted se encuentra ante las líneas que ha escrito alguien con el que usted todavía no se relaciona, pero que conoce algunos aspectos de su vida.

    Sepa también que no soy pervertido, ni un asesino serial o mucho menos un acosador enfermo en busca de un platónico objetivo con intenciones mundanas. Yo soy un hombre honesto y mis intenciones son claras; es por eso que me he permitido el atrevimiento de hablar con su señor padre para aclarar cualquier tipo de malentendidos y fijar mi noble y sincera postura en cuanto a mis sentimientos se refiere.

    Me declaro culpable de haber incubado, durante los últimos tres años, impúdicos deseos para con su persona. No se alarme, señorita; yo soy un hombre decente que esperará pacientemente a que el velo nupcial encubra su bello rostro ante el altar siendo Dios nuestro testigo, para explorar los divinos campos de bucólicos paisajes de su cuerpo. No, señorita, perdone de nuevo la censurable osadía de nombrar impúdicos a mis deseos; sin embargo, la urgencia y el ardor que brotan en mis entrañas me hacen aullar de furia los fríos inviernos invocando su cuerpo para despojarlo lentamente de sus ropas y fundirnos en acentuados gritos y jadeos.

    No pretendo engañarla; nuestro encuentro pasional llenará y sobrepasará cualquier expectativa que tenga en mente; yo sé que es y siempre ha sido usted una muchacha respetable y goza de una portentosa reputación; sin embargo, también conozco un poco de sus más íntimas fantasías. ¿Qué quién me lo ha dicho? Ha sido su hermana, Angelina quien me ha confesado algunas de las pláticas que tenían al borde del muelle, los días feriados; pláticas que hasta ese entonces había tenido que imaginar al contemplarlas a la distancia.

    Me ha sido informado también que ha estado algo inquieta por la misteriosa desaparición de algunos de sus atuendos predilectos; espero que logre ser comprensiva y considere por un momento que lo he hecho por razones estrictamente altruistas. Debe usted creerme cuando le digo que no fue de mi agrado el esperar cuatro horas a que saliera su señora madre de su casa, para dejar libre el paso a sus aposentos y tomar todas aquellas prendas que no le favorecían en su hermosísima presencia. No me malinterprete, se lo suplico. Su belleza posee un poder tan imponente que cualquier atavío, por más ordinario que pudiera ser, sólo acentuaría el evidente encanto de su rostro; sin embargo, deberá reconocer que sólo un verdadero admirador de su elegancia con sentimientos como los que quedaron suprascriptos, podría discernir sin miedo a equivocarse entre los atuendos que le favorecen de aquellos que no lo hacen tanto. Después de vacilar un poco, decidí también llevarme el pantalón del pijama rosa de pequeños dibujillos de dinosaurios verdes con los que suele dormir. La noche de reyes, cuando el chocolate caliente se derramó sobre sus piernas y tuvo que dormir sólo con el saco del pijama, experimenté una profunda sensación de calidez espasmódica en el alma de la que ya no pude huir.

    Sé que usted arde en deseos de encontrar quien sea su más fiel compañero de vida y quien de apellido a sus hijos ante Dios. Señorita de mis desvelos, su búsqueda ha finalizado; no hallará cónyuge más fiel que el que esta misiva redacta, no habrá amor más implacable ni fervor más profundo que el que mis venas conducen. Muy pronto podrá usted conocer en persona a su futuro consorte y podrá por fin sosegar las íntimas fantasías que ha idealizado en su lecho, por años; mientras tanto sepa usted que estoy cerca, que su imagen me ilumina en consuetudinarias tardes y que su rostro de divinas tonalidades esclarece la incertidumbre de mi vida.

    Señorita mía, si algún día percibe usted que la cruenta soledad la embriaga, que la melancolía con sus brazos de destierro estrecha sin clemencia su afable espíritu, levante la cara y mientras recorre con su mirada el vasto panorama, sepa y recuerde siempre, que ahí estoy.

    Suyo hasta la muerte.
     
    #1
    A MARIAN GONZALES y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. MARIANNE

    MARIANNE MARIAN GONZALES - CORAZÓN DE LOBA

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    vaya si alguien conociera mi vida entera, sería usted, una manera que me refleja mucho en sus letras, es decir, me siento identificada en él, saludos
     
    #2

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