Usted.

Lo que más me gusta de usted es su misterio. Me agrada verle a los ojos y ver tanto, pero tan poco al mismo tiempo. Cuando su mundo se desenvuelve es una sorpresa, sí, de esas interesantes infinitamente.
Le diré de una vez por todas y sin rodeos lo que quiero comentarle: usted es mi amor platónico. Pero no ese amor platónico del que habla la sociedad, porque usted no me es inalcanzable. Sino ese amor platónico, el real, del que la gente es ajena. Ese que siento al verle, las ansias que me invaden por iluminar las zonas de sombra de su ser. Las ansias que me entran por invadir su mente a deshoras, las ganas que me recorren por conocer todo de usted. Aunque sé que su mundo es infinito, me encantaría conocerle hasta donde más pueda. Y sí, amo su misterio, ¿y qué? Aun así no me molestaría por descifrarlo y que quede un poco de él. No le diré que lo único que me gusta es su misterio, porque si lo descifrare usted perdería su encanto.
Solo por aclararle...
Lo único que me gusta de usted es todo.