Vacía historía de un pescador

Los hechos más importantes que ocurrieron en su vida fueron su nacimiento y su muerte, y en medio de esos dos acontecimientos tan sólo alegrías truncadas por sufrimientos.

Una vida de vicisitudes pero muy decente le toco vivir al bueno de Luis Diego, un marinero que faenaba siempre en alta mar. Un pescador sin vocación que sólo nació para fracasar.

Desde pequeño le marcaron su futuro de pescador para seguir la tradición de una familia marinera, aunque no le gustaba el mar que le producía cierto temor y mejor prefería tener los pies sobre tierra.

Pero fiel a su destino él fue creciendo haciéndose a la mar con su padre y su abuelo, y tuvo que despedirse de una muchacha morena aún adolescente: --Bésame fuerte y no me olvides mi querida Lorena. Reza por mí y tenme siempre en tu mente. Espérame, que mi estancia en el mar no será eterna. ¡Volveré! Volveré sabiendo que me estarás esperando, y deseoso de estar otra vez a tu lado volveré impaciente. --

Partió y regresó después de un tiempo eterno, pero cuando llegó al pueblo ella no estaba. Primer fracaso amargo que saboreó Luis Diego al ver que su pequeña Lorena no le esperaba.

Fracaso tras fracaso se casó con una mujer con la que esperaba un hijo para Septiembre, pero un día a la mar se hizo de nuevo sabiendo que cuando naciera su hijo él no estaría presente. Y como cuando fue niño, ese día partió llorando; ¡se había entregado a una mujer estando al mar consagrado!

En Agosto, prematura, ella fue al parto. Un delicado parto de exagerada calentura y frío sudor, en el que murió la madre primero, luego la criatura.

El faenaba mar adentro soñando esperanzador con su dicha futura. Soñaba con abandonar el mar para siempre y separar a su mujer y a su hijo de ese temeroso ambiente. Pero el futuro sólo le trajo la locura, porque su futuro rápido se había truncado con la muerte.

Lloró agrias gotas de agua salada que a solas derramó de mil en mil, al tiempo que su joven tez morena iba tomando un prematuro aspecto senil.

Envejeció rápido sin despojarse de aquel temor de siempre a un mar que seguía arrastrándolo para sí, hasta ese día que lo vieron alejarse con su vieja barca buscando sin miedo el beso de la consoladora parca.

Multitud de flores color carmesí fueron arrojadas al mar desde la playa para despedir a Luis Diego de cuerpo ausente, que sin razón de vivir pasó de su nacimiento a su muerte.
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PD.: Entre los pétalos cruzó una botella que atravesada por la luz de la mañana fue a parar a manos de una mujer ya casi anciana. En su interior un amarillento papel, y unas letras grises impresas a mano en él: “Querido Luis, no pudo ser. Me separan de ti, del pueblo. ¡Qué dolor no poder volver a verte cuando aún te veo en la retina de mi mente! Siempre te veré, siempre te querré, aunque nos alejen en la distancia y en el tiempo, porque tú eres lo único que amo, lo único que deseo... Sé que nuestros caminos se unirán de nuevo algún día, y esperaré deseosa por estar a ti unida, y por estar a tu lado para siempre esperaré impaciente. Mi amor, te quiero”

El grave golpear de unas lágrimas en el papel acompañaron los agudos chillidos de una gaviota agitándose mar adentro… un susurro acompaño triste al suave viento… --pequeña Lorena, tu amado, mi querido fruto de mis entrañas, ya no está entre nosotros, y en tu alma y la mía una gran herida ha quedado que no podrá hacer cicatriz, pero aún llegas a tiempo, y lo que un día os prohibimos hoy ruego a Dios en mi arrepentimiento que sea permitido. Ve en su busca y acompáñalo con tus palabras; seguro que al fin podrá ser feliz si a su lado le acompañan --.

La carta, abandonada a la brisa marina por una izada mano arrugada y temblorosa, amerizó entre los pétalos dulcemente, y una pequeña y súbita hola la engulló como ávida de alimento, al tiempo que camino al horizonte una gaviota ya silenciosa, serenamente surcaba el viento…

 

Un linda historía, muy bien narrada. Un triste desenlace, muy lindas imágenes, tu relato llega y atrapan al lector, me encantó, un placer leer tus letras.

 

Muchas gracias Coral.
Un honor para mí tus palabras, y celebro que te haya gustado.
Saludos y un abrazo.