Vamo' pa' lla ( léxico boricua)

Nos levantamos con el tumbao’ de la mañana, el sol colándose entre las persianas, como si quisiera quedarse a chinchorrear con nosotros. En la mesa, el café negro - ese que no pregunta pero siempre contesta - se mezcla con el aroma a pan tostado, y en el fondo, la radio suelta una plena vieja que se pega en los pies y nos pone a movernos sin permiso.

Hoy no se camina, se brega. Nos zumbamos al día como quien se lanza al mar sin pensar en la profundidad, con las ganas de abrirle paso a lo que venga, como si fuera un machete limpiando camino entre las matas de guineo. Que si los tapones, las filas, los “benditos” y los “ahorita te aviso,” nada de eso nos tumba la nota. Hoy somos aire de fiesta patronal, bandera ondeando con orgullo y cocolía corriendo pa’l agua.

En la guagua, entre bocinazos y vendedores de quenepas en los semáforos, alguien grita desde la acera: “¡Avanza, que el tiempo no espera!” Pero nosotros sabemos que el tiempo en Borinquen se mide distinto. Aquí todo llega cuando tiene que llegar, como las olas a la orilla. La prisa es cosa de turistas.

Seguimos, con la mirada puesta en el horizonte, donde los sueños no se cortan, solo se tejen. En esta tierra aprendimos que las tormentas solo limpian el camino, que los mangles siempre encuentran cómo agarrarse fuerte y que la bomba no es solo música, sino una manera de decirle al mundo: “Aquí estoy, bailando aunque todo se caiga.”

Y al final del día, cuando el cielo se pinta de rojos y naranjas como si fuera un cuadro de Miramar, nos sentamos en la marquesina, escuchando las historias de los coquis, sabiendo que aquí, entre el ruido y la calma, estamos sembrando esperanza como quien siembra plátanos: con paciencia, sudor y fe en la cosecha

 

Me gustó mucho esa bien ponderada bendición geográfica.
Gran saludo.