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Vanidad

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Ami777, 17 de Mayo de 2010. Respuestas: 1 | Visitas: 1017

  1. Ami777

    Ami777 Poeta recién llegado

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    Mujer
    Seguramente tiene su raíz en la palabra “vano”: que perece, que deja de ser, que pasa. Contrario a lo eterno: que permanece, que nunca deja de ser, que no pasa.
    Vano es el adjetivo y vanidad sería el sustantivo.

    La intención de este artículo es definir qué hace la diferencia entre algo vano y algo eterno. ¿Qué hace que algo que para algunos es vanidad para otros sea un placer eterno, un pedacito de eternidad?

    Analicémoslo.
    Un pequeño disfruta su helado, pero repentinamente da de gritos: “¡Dejalo, eso es mío! ¡No lo toqués!” El placer del helado fue totalmente arruinado por la molestia de ver que su hermanito estaba tocando su carrito.
    Tanto el helado como el carrito se convierten inmediata e instantáneamente en vanidades. La alegría del niño está fundamentada sobre estas cosas en lugar de estar fundamentada sobre los valores que se las concedieron: el amor de sus padres.

    Cuando nos enfocamos en los objetos, estamos construyendo una felicidad condicionada a lo circunstancial: “si lo tengo soy feliz, si no lo tengo no soy feliz”. Esto es vanidad.

    La sociedad, lamentablemente, debido al materialismo y a la ambición (amor al dinero), ha inculcado esto en las personas a través de la publicidad, hasta convertirlo en un modo de vida. Modo de vida que fácilmente nos lleva a ser personas superficiales, que debido a mucho poseer, ya no encuentran el sentido de amar los valores, que son eternos. Preferimos las marcas a los amigos que no pueden adquirirlas. Preferimos la silla en platea a una cena en McDonald´s. Preferimos las apariencias a enfrentar lo que llevamos dentro: en el corazón. Preferimos llenarnos de actividades, reuniones, planes y compañía, a buscar verdad y propósito en nuestros adentros y en nuestra vida. Preferimos lo vano a lo eterno. Preferimos la vanidad a la vida.


    “Te lo presto en lo que me como mi helado, pero cuando termine me lo devolvés.” Valores eternos: amor, comprensión, dar, compartir.
    La felicidad de este niño está fundamentada en la comprensión profunda del funcionamiento de la vida, lo cual hace que ni el helado ni el carrito sean una vanidad, sino sólo un elemento más para proporcionarle felicidad, que le comprueba la veracidad del amor existente a su alrededor. En su vida podrá afrontar mejor las adversidades, gracias a la comprensión de que la satisfacción de haber hecho el bien es peregne, mientras que la alegría que otorga disfrutar lo material es pasajera y vana, si se concentra en lo que se tiene y no en por qué y para qué se tiene.

    Nacimos para amar y ser amados.
    Así como quieras que se haga contigo haz con los demás.
    La siembra y la cosecha: Hoy por ti, mañana por mí.

    Hay tantas frases llenas de sabiduría que nos guían por el camino de la verdad para vivir una vida plena, basada en valores eternos y no vanos. Una vida de felicidad imperecedera en lugar de una vida llena de vanidades.
    “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud antes de que vengan los días malos en los cuales digas no tengo en ellos contentamiento.”

    Una vida basada sobre valores es como un cofre de tesoros: la comprensión, la comunicación, la verdad, la justicia, el perdón, la misericordia, la paciencia, la enseñanza, la unidad, la paz, la provisión, la piedad.

    El helado no es sólo algo que te endulzará la boca un momento y te refrescará. Es un acto de amor que, entre muchos más, va llenando el corazón y la memoria de gratos recuerdos; como un museo lleno de bellos cuadros que te transportarán una y otra vez a aquel sublime momento de placer, comodidad, calor humano, provisión, consolación, … de amor.

    Las emociones son pasajeras, así como la juventud y sus pasiones. Pero la vida es tan real como nuestro cuerpo. Lo que sembrés en tu juventud lo segarás en tu vejez: soledad, cáncer en los pulmones, cirrosis, sida, deudas, enemistades, remordimiento, …

    “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Hasta el cuerpo muere y se convierte en algo vano, que pasó, que dejó de ser. Pero el que vivió en amor sembró para cosechar una vida eterna, heredar un cuerpo incorruptible y vivir en un lugar que pocos han visto: un lugar donde la justicia reina; un lugar donde la vida es plenitud y deleite. Un lugar donde la eternidad es la ley. Un lugar donde no existen ni las lágrimas ni el dolor.

    La diferencia entre lo vano y lo eterno, la vanidad y la eternidad, la hace nuestra actitud; un corazón agradecido vive en la eternidad, fundamentado sobre los valores, no sobre las circunstancias. Lo malo pasa y se olvida; lo bueno crea un repertorio de vida indestructible.
    No es lo que tenemos lo que importa, sino lo que hacemos con ello.
    Un corazón agradecido vive en la conciencia de la humanidad de su prójimo y en el afán de una buena siembra para que haya una buena cosecha.
    Un corazón agradecido no tiene tiempo para la vanidad, pues vive en las profundidades de lo eterno; en el deleite constante de la eternidad de la vida conformada por el amor. Sus ojos no están puestos en lo que tiene sino en lo que puede hacer con lo que tiene. Siempre disfrutando el hoy, pero ocupándose del mañana.
    La vanidad se despreocupa del mañana, perdiéndose en le placer pasajero del ahora, sembrando lágrimas para otros hoy, y para el que en ella se apoyó, mañana.

    Las lágrimas muchas veces están liberando al corazón del resentimiento, del odio, de la debilidad, de la desesperación, del egoísmo, de la dureza, de la incredulidad, del dolor provocado por la injusticia. Son una oración que se levanta hacia el cielo en súplica de auxilio. Y están formando un corazón perdonador, fuerte, comprensivo, perseverante, paciente, dadivoso, amoroso, firme. Están haciendo la diferencia entre circunstancias vanas y eternas.
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    El dolor, el sufrimiento y las penas pasarán, pero el corazón fiel que permanece en amor en vida eterna permanecerá, para poder, por siempre, la felicidad que sembró disfrutar.

    Vivir una vida de vanidad es pasar de una alegría momentánea a otra, para recibir tristeza eterna al final.
    Poner los ojos en algo más alto, verdadero y eterno es inteligencia y una elección que afectará una y otra vez nuestro “ahora”; levantando nuestros ojos por encima de circunstancias vanas, para ponerlos en la cosecha eterna.

    ¡No nos perdamos en vanidades, olvidando que todo lo que hagamos tendrá consecuencias eternas! Asegurémonos de estar sembrando lo que queremos cosechar.

    Disfrutemos cada etapa bella de nuestra vida, cada cosa deleitosa, cada momento grato, sin jamás olvidar nuestra responsabilidad en el hoy para recibir el mañana.
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    #1
  2. kinsfield

    kinsfield Poeta recién llegado

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    Gracias por compartir aquello que por orgullo dejamos de lado.
     
    #2

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