Velada de Delirios

Me veo aquí, sumido en mi soledad, meditando, y de pronto, como una brisa de primavera me llegan sus recuerdos, apareciendo cual neblina de invierno, dibujando su silueta en la penumbra de mi morada. Entre esas cuatro paredes la imagino, la creo y la recuerdo, cada detalle de su ser, con sus peculiares caricias que vuelan en forma de versos y que aterrizan en mis mejillas con un dulce y delicado sabor, impregnado de sinceridad, nobleza y una pureza tan solo comparable con la esencia de su ser. La veo justo allí, observándome, con tal sutileza devastadora, que penetra en mi ser y consume mi alma, alma lastimada y desolada, pero sanada por la pura presencia de aquel espíritu, tan libre que ni imaginar captarlo puedo, pues parece que a la vez que aflora en mi comparecencia, está tan lejos de mí alcance. Mi alma es no grata para tal semejante expresión de virginal esencia, entonces, a pesar de mi más humilde deseo, la veo desvanecerse, la veo consumirse de la misma mágica forma cómo emergió hace unos instantes, y en un santiamén me encuentro solo, en la misma penumbra desoladora y vacía en la que estaba antes, solo fue un recuerdo, una ilusión, un sueño. Despierto lentamente de mi ensimismamiento, la busco desesperadamente por todos lados, pero justo en ese instante me percato que solo existe allí adentro, en el más profundo rincón de mis anhelos inasequibles.


Juan Camilo Rodríguez Pérez

17 años

 

Tienes la buena madera de un escritor; esta prosa lo demuestra con un artístico texto nostálgico

Un saludo

 

Divinidad de letras en la excelencia del arte.

 

Espléndido trabajo de soberbias letras.