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Venus Verticordia

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Nýcolas, 14 de Noviembre de 2012. Respuestas: 2 | Visitas: 1040

  1. Nýcolas

    Nýcolas Poeta asiduo al portal

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    La tercera revolución biológica será definitiva, luego se comenzará desde cero.

    A menudo creen que vivo en un mundo imaginario, pero lo que no saben es que controlo el mundo desde mi soledad.

    Y que el Mundo se libre en el Estío!
    Avícola en Sueños por Libertad!,
    Cuida al prado de vigilias de bronce;
    Caiga la vil ilusión del hastío!,

    Hasta la pirámide de Arte añil.
    Azul en el fulgor del vasto frío,
    Dorado Cielo en el gran otoñal;
    Deidad inmortal: palma en el gentío.
    Eterna Luz extingue la maldad!
    Estípite de Esperanza en alba once.
    Que el Mundo flote libre por el Río!

    El universo canta y mi alma se conmueve. Una explosión de luz y mil flores emergen en la última Primavera.
    Mil rosas llueven desde el patíbulo de la existencia. Carmín lluvia estival, danza celta argenteada por el fuego azul.

    ¿Qué es este concierto de pirotecnia en mi corazón y la dulce espera del paso lento de la muerte?
    La vigilia que no perdura, el sueño que no perdona.

    ¿Quiénes son esos fantasmas...? Pálidos piratas de los siete mares, ¿quiénes...?; ¿Será la Luna un sueño?
    Huesos del camposanto; húmeda clavícula con o sin poros de carne; laberinto de sangre, ensueño de madrugada.

    Lagrimal genoma del Génesis creador, magia mustia sin tiempo inmaculada; azurado en perlas de cielo, cálido Amor.
    Prontuario de Caos, montañas del orden que duermen en la columna de la cordillera chilena, lobo de granito.

    ¿Qué es este oropel de plumaje de cuervo y qué este anaquel de palmeras de Cuba?
    ¿Qué tristeza me acecha en las entrañas de un sueño perdido? ¿Cuál de todas...? ¡Antifaz! ¡Antifaz!
    ¿Qué empalidece a mi espíritu si sus sombras visten las alas de la noche dual? ¡Una esfera lunática de mármol!

    ¿Qué «cómos» brincan alrededor de un Sol caído? ¿Y qué «cuándos» hacen sonar la bélica trompeta persa al mediodía?
    ¿Qué cayó desde la tierra al cielo si las piedras caminan prístinas sobre el perímetro del horizonte? ¡Qué!
    ¿Qué morirá mañana y qué muerte vivirá pasado? ¿Qué barco navega ebrio por el pantano y cuántos peces son su vestigio?

    ¿Por qué siento que estoy muriendo si todavía respiro flores?
    ¿Por qué siento frío en una cima en la que sólo mi corazón ha llegado?
    ¿Por qué me hago preguntas sin formas que anhelan el no correspondido amor de la respuesta?
    ¿Por qué, frágil de espíritu, intento volar por tierras que no me pertenecen?
    ¿Por qué sueño con la crueldad si el pasado ya no es mío y el presente se me escapa?

    ¿Cuándo sabré que Oriente con un abanico chino?
    ¿Cuánto sabré que mi mente tiene forma de vaca que dá ácido?
    ¿Cuándo veré las ruinas de mi vieja existencia en un álbum de fotos?

    ¿Cuándo, alígero caminante, verás el sueño de mi alba parda cruel?
    ¿Cuándo, amante, me dibujarás en un espejo sin siete años de mala suerte?
    ¿Cuándo, cuándo, cuándo podré ver el canto de un azulado helicóptero paranaense?

    Espero en el calabozo la sentencia mientras mi corazón escribe con suspiros.
    Masoquista, me azoto con mi silencio. No debo ser tierno, me digo.

    He atado a mi corazoncito en una silla entre el estiércol del establo.
    Lo he amarrado con la soga de una horca y atado de pies y manos.

    Le he puesto una manzana en la boca para que ya no hable.
    Ya no puede emitir sonido ni letra. Tiene vendas en los ojos. Llora.

    Y ya no se expresa, sufre en los torrentes de un silente de madera.
    Pero ama en silencio y aún todo sujetado en el silencio mismo ha de latir.

    Latente de besos en un siempre. A oscuras y sin ojos, hoy canto como un grillo.

    Ningún Arte fue en vano si mi corazón puede todavía brillar.

    LA suerte de vidrio; prebenda la esencia de la roca. Loca pizarra a tres cuadras de la estación. ¿Puede un cansino canto metamórfico teletransportarse en la transformamutación de un murciélago de arcilla? Melodía sinuosa corta cual navaja pivota los delgados hologramas en comba de sus rayos invisibles. Vil trueno en brisa la caricia del neo martillo de Thor. – Calla el clarín. Las trincheras de hielo arden al unísono del silencio. Ruin cantábile se oye desde el lejano cabalgar de aquel negro caballo que puso en jaque a su rey, ecos que brincan desde las montañas que ocultan su magma, bajo el trepidar de una corteza de verde mármol. El enclenque sollozo de un decapitado peón me produce hastío, hasta que la pana de un fémino nombre se escapa de sus ventanos; allí se extinguió mi cólera. El azabache de un dragón indescriptible me tomó por el cuello e hizo crepitar a mi nimia e ígnea nuez que en tiempos que no deseo hoy recordar sembró la saliva del Antiguo Testamento. – Tengo un vino que desea ser sangre y un índigo panamá que desea habitar las tierras del lienzo, una propiedad privada con rejas de bronce. Sempiterno espíritu taciturno, entre estos dos algarrobos de chocolate, ¿puedes ver aquel dormido concierto de cadáveres que practica su siesta de tarde en tan vasto montículo escarlata? Y el ojo rubí del cielo me mira con templanza, y hay una cabra de acero blanco que camina por la bóveda... sin embargo sus ojos nos miran con extraña altiveza. En sanscrito transmite el azur hablar de cutáneas lejanías y clama: el celeste terror del vértigo ilumina siempre las profundidades que no se ven. Pero el zinnio temor no se ahuyenta, es la lignina que busca el alquimista, el sacro combustible del depredador. Nuestras víctimas son nuestros sufrimientos. La dorada esencia cubierta por la encimera fósil de soberbios pensamientos aguarda al estilete de luz. – Feble lígula de perfumada pizpireta cae sobre la adoquinada senda del primogénito del Destino, causando un dilatado agujero bruno que carnívoro, se devora los gráciles sueños de una mariposa que no ha llegado aún a su final de día. Ni una esperanza fatimí salvado se ha de los colmillos de la atezada bestia necropolitana. Muerte brut de la natura límpida. – Ñeque fauvismo retrata el pesado párpado de unas horas que agonizan. Es el paraíso. El espinillo solitario a orillas del vestigio del alba cumple con su metamorfosis de sauce llorón. Renacer tras la muerte del sol. Nubes de fieltro caolín desfilan como trenes renacentistas al sublime compás de silentes nenúfares que, estoicas, bailan levemente como imitando a una serpiente. La pasarela es el magno mar que se posa sobre la arrogancia de nuestros sombreros. – Oh... un intelecto ñandubay invade con su pelotón de imágenes simbolistas a las afueras del Palacio Encantado; es un juego de zares y plebeyas. Túnicas ocre, laureles nupciales, ojos de miel y árbol, de sabia y de maderos, vivaces suspiros que forman un canto y cuatro claves en un apentagramado esbozo hindú, ilustran el fiduciario de cuantos nemertinos viven ilustres en el fango y el adagio céfiro de una apacible sonata en re menor digna de la nobleza en el suburbio o en el templo. Y mientras tanto, la lujuria poética juega con infante pesadilla a príncipes y ladrones. ¡Ah!, el carmín capricho del sueño americano. Una bañera, un tinto, rosas y apetitos, y un libro de Gogol.

    Me di cuenta de algo... el corazón madura mucho más lento que el intelecto.

    EL viento que suspira metales y exhala una redada de lunas de Mercurio, invisibles esferas marchitas a los ojos de la bestia. Posee el tacto secrético de la magnísima Biblioteca Celeste, la huella de todos los dragones de Oriente, también vestigios arrogantes de centenas de sueños de Occidente; en frente, el imperio de las hadas. Si mil deseos posee una estrella fugaz, ¿cómo crees que es mi amor por la blanca y pura Luna? Tengo el brillo de los ojos de Dios en mi aura fluorescente y en su púrpura todas y todas las traiciones expiran. Y con fluorito mirar quiebro el redil de la vida y la existencia, solísimo, como un pescado en armadura de bronce luchando sobre el radioso aro de Saturno. ¡Oh, Fobos y Deimos! guerreros de la Guerra Roja armados del tiempo y su discordia, ¡cálcico calcáreo filo rosa a las pestañas del sol! ¡Hacia arriba!; mientras luego el acero arde una danza de rudo brillar, ondas de metal visten las pronunciaciones del sonido ritual incandescente y brillan y brillan las pipas de china en el esplendor pálido del Monte Fuji, ¡oh, Nix e Hidra!, mis musas más lejanas del recto ocre laberinto sin aparente fin, disuadido, cantando en el idioma del loro una lozana melodía diuca, al ritmo de carreta y caballos emplumados de noches de moluscas, añinado verdín profundo en la palma del brazo del sobre y en la hipotenusa del océano.

    Encontrar el Amor también es encontrar la muerte, porque es encontrar la vida.

    LO trágico de una estereotomía esotérica, Lígnum Crucis, lidita Lepus micro textura en esterilla, es el belloto estéril en el pueblo de los pobres. Un alma que no llora y fuera de la vida y de la muerte al cementerio merodea cual el cuervo con sus alas rotas, picoteando en la basura y soñando con la amputación, pesadilla que huele a premonición, sufrimiento en constante destierro y un futuro crucificado en las altas montañas del espíritu. Belísona cortina en un paisaje claroscuro; cínicos empero amables, yo sé que todavía podemos amar. Porque todo tiempo es uno. Hemos roto los espejos, tú con una espina, yo con un clavel, y aquí estamos. El Sol es la corona de la cima. Vale la pena la sangre. Inquieta y lúdica belitre, espero que comprendas que el verdadero lenguaje es el silencio, y que todo está escrito en una mirada. Dos palabras, dos personas, dos latidos; una pareja: un amor. La suprema trinidad. Dos notas y un acorde. Una Melodía en Clave de Amor. – Azabara es la cadena del ácido de la vida, olor a zabila, y un cuerpo, millares, azacán en el mandato del grillete. Oh... si pudiera desentrañar el misterio de la lágrima, pero se congela antes de llegar a mis labios. Un lamento bajo la brizna de la nieve, pero siempre son miles. Hay tantas montañas de desierto, veo un horizonte en todos lados, ¿hacia dónde ir?, la línea es un círculo, como el unívoco verso absoluto del universo, ¿serán todos los horizontes un horizonte?, si Nada me pertenece, amo Todo. ¿Es la imagen una ilusión? ¿Es la ilusión un sueño? Con tres bastones tengo el poder, un valle entre los árboles marchitos, por tanto de qué me sirve... de qué me sirve. ¿Puede existir la muerte si es parte de la vida?... qué será este terrible sufrimiento que no puede expresarse. No-poder es ser vil. ¡No te sorprendas, condenado! Sin embargo, y sueño con imposibles. Maldito, todo está destinado a los clavos. Tal vez necesario sea, en verdad, que uno de nosotros muera para que el resto pueda seguir viviendo. ¿Será realmente nuestro sacrificio nuestro deber?, las señoras del destino jamás en vano tejen. No obstante yo soy caminante. – Y, han pasado tres mil años y todavía creo en los perfumes. Es cierto que existe la eternidad. Es totalmente cierto. Lo he palpado... el Amor lo es todo.


    [Escrito el lunes, 2 de abril de 2012 a la(s) 1:02]
     
    #1
  2. Malex

    Malex Poeta recién llegado

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    Maravilloso, simplemente, maravilloso. Me pongo de pie. Saludos.
     
    #2
  3. Nýcolas

    Nýcolas Poeta asiduo al portal

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    Gracias... Malex. Gracias...
     
    #3

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