Verde

Ahora que el tiempo se ha escondido detrás de las estrellas, en el mundo no existe más que el perfecto silencio de la oscuridad, la simple quietud de los árboles maduros por las noches, o ese respiro que vuela despacio confundido con las taciturnas hojas. Un verde magnífico ha impregnado el ambiente, acaso hasta corroerlo con su gloriosa diversidad de sensaciones. Tu silueta diáfana se percibe en medio de toda esa leve galerna, debajo del resplandor de esos astros heraldos, que dicen, que cuentan, que miran la historia del comienzo. Y son millones. Cada vez que intento discernir sus formas aparecen como traídos de otros mundos nuevas visitas que vigilan. Muestran orgullosos toda su majestad. Nosotros somos solo arbustos plantados admirando su belleza. Ese olor inunda mis adentros, recuerdo que soy un olmo y a veces centeno. Soy parte tuya y parte nuestra, todo naturaleza, comunión y encuentro. La neblina dibujó en mis ojos la imagen de la dicha, el placer de la duda, la eternidad del momento.