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Veterinario

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Troto, 16 de Marzo de 2018. Respuestas: 0 | Visitas: 702

  1. Troto

    Troto Pablo Romero Parada

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    Encontratron el cadáver frente al río; tenía el cuerpo de color violeta, diecinueve años y una matrícula en tercero de veterinaria. Causa de la muerte; el puto desamor que le puede hacer a uno meterse un montón de pastillas por la jodida garganta. Al cabrón le pareció buena idea enamorarse de una ingeniera industrial. El nombre de la chica era Fati. Una noche, me contó que el tipo se sentía poco importante. Como si operar a ciervos y a perrillos fuera menos importante que lo que se supone que hagan los ingenieros industriales. El caso es que Fati me lo contó como si realmente ella hiciera cosas mucho más importantes que él. Bueno, no puedo culparla por quererse a ella misma; odiarse a uno mismo sin matarse es una tarea propia de maestros.


    “cada uno se dedica a lo que se dedica” me dijo la chica aquella noche.


    El caso es que el chico aquel salió de su casa desnudo a las cuatro de la mañana con un montón de pastillas encima. Tal vez su intención no fuera matarse aquella vez, pero está claro que el tío estaba jodido . Joder, ¿cuántos hombre habrá como él?. Debió haber matado a Fati en vez de a sí mismo. Aún de convertirse en el ser más odiado del estado; aunque todos los políticos y jueces y amas de casa lo trataran y hablaran de él como si fuera un hijo de puta; aunque la justicia acabase por enseñarle la ley de los 2000 putos watios en la cabeza... creo que sería mucho más bello acuchillar a esa chica en vez de ser recordado como el puto gilipollas blando que se mató por enfermo y dependiente y asqueroso. Además, Fati no parecía demasiado afectada. Me hablaba de él con frialdad. “Solo era un pobre chico enfermo, tenía trastorno límite o algo así, ya sabes Pablo, tú eres enfermero, sabes de esas cosas”. “No tengo ni puta idea de lo que me hablas, Fati, yo solo veo a un gilipollas más enamorado matándose y a otra puta zorra creyéndose que hizo lo mejor. No te juzgo, el mundo está lleno de putas zorras que se quieren a sí mismas, y parece que esta mierda seguirá así durante un tiempo más”. “Mierda Pablo, como puedes ser tan mal enfermero y tener tan poca empatía como para decirme algo así, ¿sabes? quería darte una oportunidad, pero quiero que te largues del maldito piso ya mismo. No quiero saber más de ti”.


    Pensé en matarla. En vengar al chico aquel y en aliviarme por un rato. Pero no lo hice; solo monté mi maleta y salí por la puerta. Creo que hay un motelucho por aquí cerca y todavía me quedan cinco botellas de vino. No sé, tal vez pueda metérmelas todas esta noche y olvidar esta maldita derrota. Nada me jodería más que tener a otra tipa denunciándome a la policía, dando argumentos a la golfa de mi exnovia para corroborar su teoría de que: aunque nunca haya amenzado a nadie, ni pegado a nadie, ni puesto los cuernos a nadie, ni hechado de patadas a nadie de su casa mientras afuera llueve y a sabiendas de que el tipo aquel tendría que gastarse los últimos cincuenta que le quedan en el motelucho de mierda de la esquina donde mataron al turista aquel, soy un maldito maltratador. Y no quiero ser un maldito maltratador. Está muy mal visto ser algo así en esta época. Aunque, creo, dos años después, que lo mejor sería que esa puta Fati estuviese muerta; a saber cuantos mierdas han pensado ya en cargársela y agachado la cabeza. También pensé que la chica probablemente solo se meta en problemas con putos maricones y se merezca un novio con suficientes pelotas. Pero últimamente no abundan. Preferimos matarnos. Nos educaron así de buenos.
     
    #1

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