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Vicente Huidobro - Chile

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por VAGABUNDO, 2 de Abril de 2005. Respuestas: 2 | Visitas: 5071

  1. VAGABUNDO

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    Vicente Huidobro
    (1893-1948)

    Nacido en el seno de una familia de acusada tradición literaria -su madre era
    escritora-, pronto mostró el joven Vicente una notable inclinación hacia la
    creación poética, plasmada cuando sólo tenía doce años de edad en las
    primeras composiciones que dio a conocer. Este talante creador, estrechamente
    ligado a su espíritu iconoclasta, le llevó a rechazar, en un manifiesto que hizo
    público cuando aún era adolescente, cualquier forma de poesía anterior.

    Decidido a abrirse camino en el mundo de las Letras, rechazó también la
    reducida atmósfera literaria chilena para trasladarse a París en 1916, donde
    participó en todos los movimientos vanguardistas que por aquellos años florecían,
    y vertiginosamente se agostaban, en la capital francesa; allí pudo empezar a
    publicar sus primeras colaboraciones en algunas revistas tan significativas como
    Sic y Nord-Sud, y entablar relaciones con las principales cabezas de la
    Vanguardia europea, como los surrealistas Guillaume Apollinaire y Pierre
    Reverdy, con quienes colaboró en la fundación de una de las publicaciones
    recién citadas (Nord-Sud). Sin embargo, y a pesar de esta estrecha colaboración
    en los comienzos de su andadura literaria, Vicente Huidobro pronto se
    distanció voluntariamente de los postulados surrealistas, ya que en su particular
    concepción de la creación artística no cabía la máxima de que el artista era un
    mero instrumento revelador de los dictados de su inconsciente.

    Esta ruptura con el surrealismo le animó a plantearse la validez de todas las
    corrientes vanguardistas que había conocido de primera mano. Así, rechazó
    también las propuestas del futurismo, pues tenía el convencimiento de que el
    fervor manifestado hacia la máquina se apagaría en cuanto el hombre su hubiera
    acostumbrado a los adelantos del progreso técnico. El sucesivo rechazo de
    todos los postulados estéticos de la Vanguardia llevó a Vicente Huidobro a
    crear su propia corriente, bautizada como Creacionismo, en la que situaba al
    creador artístico a la altura de un demiurgo capaz de insuflar a su creación un
    aliento vital tan poderoso que se podría medir, incluso, con las creaciones de la
    propia Naturaleza.

    Así, para Huidobro y el resto de los creacionistas que inmediatamente cerraron
    filas en torno a estas propuestas tan originales como transgresoras, el artista no
    debía limitarse a reflejar la Naturaleza, sino que debía mantener con ella una
    especie de competición en la que podía mostrar el vitalismo de su propia obra.
    Lógicamente, esta concepción del arte en general (y, en el caso del propio
    Huidobro, del hecho literario en particular) llevaba aparejada la necesidad de
    crear nuevas imágenes, tan coloristas como animadas e sorprendentes, e
    incluso, un novedoso lenguaje poético capaz de romper con todos los niveles de
    la lengua y generar también su propia sintaxis; de ahí que la yuxtaposición (de
    oraciones, vocablos o sonidos extrañamente puestos en contacto) se convirtiera
    en una de las características más acusadas del Creacionismo, al tiempo que las
    largas secuencias y enumeraciones de palabras y sintagmas contribuyeran
    decisivamente a dar al poema esa apariencia de objeto aleatorio, mera creación
    de un dios absorto en las posibilidades estéticas del material con que moldea su
    obra.

    Con estos presupuestos estéticos, Vicente Huidobro se presentó en Madrid en
    1918, donde fundó un destacado grupo de poetas creacionistas consagrados a la
    elaboración de textos que seguían fielmente los postulados del ya respetado
    maestro chileno. Por aquel entonces ya era un poeta fecundo, que arrastraba
    tras sí una interesante producción literaria: seis poemarios impresos en su país
    natal (Ecos del alma, La gruta del silencio, Canciones en la noche, Pasando y
    pasando, Las pagodas ocultas y Adán), uno aparecido en Buenos Aires (El
    espejo de agua) y otro publicado en París (Horizon Carré). Así, no es de extrañar
    que en Madrid las imprentas y editoriales compitieran entre sí por llevar a los
    tórculos las últimas creaciones de Huidobro, competición que enseguida arrojó
    sus frutos en forma de cuatro nuevos poemarios (Poemas árticos, Ecuatorial,
    Tour Eiffel y Hallali).

    De retorno a París, Vicente Huidobro continuó su febril proceso de creación
    poética, ahora enriquecida con una curiosa aproximación al género
    narrativo-cinematográfico, la novela-guión Cagliostro, de 1921. La sucesión de
    títulos detallada más abajo (vid. el apartado "Obra") da buena cuenta de la
    capacidad y la fecundidad creativa de este poeta durante la década de los años
    veinte. Alrededor de 1930 fue cuando dio los toques finales a sus dos obras
    cumbres, dos poemarios que, desde el momento mismo de su aparición estaban
    llamados a situarse en los puestos cimeros de la literatura universal.

    Por aquel entonces, Huidobro estaba en el apogeo de su fama, y gozaba del
    éxito obtenido por su novela fílmica Mío Cid Campeador (1929), en la que el
    propio poeta, que alardeaba de ser descendiente de Rodrigo Díaz de Vivar,
    identificaba su relación amorosa con Ximena Amunátegui como una
    reencarnación moderna de la pareja formada por El Cid y Doña Jimena.

    La peripecia que había dado lugar a esta unión no puede ser más rocambolesca:
    en 1925, coincidiendo con su regreso a Chile y su fracaso en el intento de tomar
    parte activa en la política de su país (llegó a presentarse como candidato a la
    Presidencia), el gran poeta conoció a Ximena, una joven estudiante de quince
    años de edad, por la que abandonó a su mujer (con la que llevaba casado más
    de quince años) y a sus hijos. Ximena no sólo era menor de edad, sino hija de un
    poderoso prócer chileno, quien se opuso tajantemente a su unión con el poeta.
    Huidobro marchó entonces a París, cerró la casa de Montmartre donde había
    residido con su familia, y se trasladó a Nueva York, donde cosechó algún éxito
    como escritor de guiones cinematográficos.

    Pero en 1928, cuando Ximena Amunátegui acababa de alcanzar la mayoría de
    edad, el poeta viajó a Chile, la raptó a la salida del Liceo y se marchó de nuevo a
    París, en donde la feliz pareja se instaló en el barrio de Montparnasse. Fueron
    aquellos unos años de plenitud amorosa y creativa para el poeta, quien, después
    del mencionado éxito de su versión del Cid, decidió retomar un largo y ambicioso
    proyecto en el que había empezado a trabajar diez años antes. Se trata de
    Altazor o el viaje en paracaídas, la obra cumbre del Creacionismo universal, que
    junto con Temblor de cielo (acabado también por aquellas fechas), constituye el
    mayor legado de Huidobro a la poesía de su tiempo y, sin lugar a dudas, una de
    las fuentes que con mayor generosidad habría de surtir a los poetas venideros.

    A finales del siglo XX, después de que las corrientes estéticas hayan virado por
    centenares de derrotas diferentes, el valor poético de Altazor y Temblor de cielo
    sigue siendo incalculable. Bien es cierto que una parte de la crítica, aquella que
    reacciona anacrónicamente contra los postulados vanguardistas, sólo ve en
    Huidobro una especie de ingenioso prestidigitador que juega con las palabras
    como si de objetos malabares se tratasen, sin conseguir dar a sus
    composiciones sentido alguno; pero la mayoría de los estudiosos del fenómeno
    poético aún se deslumbra con las imágenes, la vivacidad, la invención y la
    heterodoxia inconformista y novedosa de este gran rebelde de las letras
    hispanas, quien supo mantener su vigor creacionista hasta en el epitafio que dejó
    escrito para su lápida:

    "Abrid esta tumba: al fondo se ve el mar".

    Frente al mar, en Cartagena (Chile), murió Vicente Huidobro en 1948, y frente al
    mar (o tal vez sobre él, como reza su epitafio) reposan sus restos en el
    camposanto de la bella localidad chilena.

    www.aldeaeducativa.com
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    Algunos de sus poemas:

    PARA LLORAR

    Es para llorar que buscamos nuestros ojos
    Para sostener nuestras lágrimas allá arriba
    En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas
    Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día
    Y sobre nuestra memoria de carne
    Es para llorar que apreciamos nuestros huesos y a la muerte sentada junto a la novia
    Escondemos nuestra voz de todas las noches
    Porque acarreamos la desgracia
    Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras
    Respiramos más suavemente que el cielo en el molino
    Tenemos miedo

    Nuestro cuerpo cruje en el silencio
    Como el esqueleto en el aniversario de su muerte
    Es para llorar que buscamos palabras en el corazón
    En el fondo del viento que hincha nuestro pecho
    En el milagro del viento lleno de nuestras palabras

    La muerte está atornillada a la vida
    Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar
    Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada
    Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria
    Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable
    El viento abre los ojos de los ciegos
    Es para llorar para llorar

    Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces
    Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras
    Paloma de nube y de noche
    De nube en nube y de noche en noche
    Esperamos en la puerta el regreso de un suspiro
    Miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que aún no han nacido

    Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios
    Es para poder llorar es para poder llorar
    Porque las lagrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde

    Es para llorar que la vida es tan corta
    Es para llorar que la vida es tan larga

    El alma salta de nuestro cuerpo
    Bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes
    La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles
    La noche llega a paso de montaña
    Sobre el piano donde el árbol brota
    Con sus mercancías y sus signos amargos
    Con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo
    La ciudad cae en el saco de la noche
    Desvestida de gloria y de prodigios
    El mar abre y cierra su puerta
    Es para llorar para llorar
    Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino

    Es para llorar que buscamos la cuna de la luz
    Y la cabellera ardiente de la dicha
    Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma
    Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes
    En donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como la estatua del mañana

    Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia
    Y que no apagamos el fuego del cerebro

    Es para llorar que la muerte es tan rápida
    Es para llorar que la muerte es tan lenta

    LA POESÍA ES UN ATENTADO CELESTE

    Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
    Hay la espera de mí mismo
    Y esta espera es otro modo de presencia
    La espera de mi retorno
    Yo estoy en otros objetos
    Ando en viaje dando un poco de mi vida
    A ciertos árboles y a ciertas piedras
    Que me han esperado muchos años
    Se cansaron de esperarme y se sentaron

    Yo no estoy y estoy
    Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
    Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
    Y yo querría el de ellos para expresarlos
    He aquí el equívoco el atroz equívoco

    Angustioso lamentable
    Me voy adentrando en estas plantas
    Voy dejando mis ropas
    Se me van cayendo las carnes
    Y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas
    Me estoy haciendo árbol Cuántas cosas me he ido convirtiendo en
    [otras cosas...
    Es doloroso y lleno de ternura

    Podría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación
    Hay que guardar silencio Esperar en silencio
     
    #1
  2. Máximo Santos Dupond

    Máximo Santos Dupond Poeta veterano en el portal.

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    10 de Junio de 2007
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    ARTE POÉTICA

    Que el verso sea como una llave
    que abra mil puertas.
    Una hoja cae; algo pasa volando;
    cuanto miren los ojos creado sea,
    y el alma del oyente quede temblando.

    Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
    el adjetivo, cuando no da vida, mata.

    Estamos en el ciclo de los nervios.
    El músculo cuelga,
    como recuerdo, en los museos;
    mas no por eso tenemos menos fuerza:
    el vigor verdadero
    reside en la cabeza.

    Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!
    hacedla florecer en el poema.

    Sólo para nosotros
    viven todas las cosas bajo el sol.

    El poeta es un pequeño Dios.
     
    #2
  3. harman

    harman Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    6 de Noviembre de 2006
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    9
    Muy interesante
     
    #3

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