Vida

Una vela sin llama de noche, una noche cualquiera, el camino sin un caminante y sin nadie en la meta; el sonido tan insonoro para un sordo viajante, las noches de alcohol y humo de una amante farsante. El despertar de los ojos de un bebe nacido en febrero, un catorce sin acompañante y sin escena de celos; cuatro historias escritas en verso sin rima constante, una copa a medio llenar, un anillo sin diamante; la tristeza sin razón alguna, el brillo en el porche, aquella noche de beso en el coche sin sonaja en la cuna, once razones para volver a buscarte, un té en la mañana, un almuerzo sin tener que pensarte hasta que se me vayan las ganas.
Dos cuartetos, la Wendy de Peter, el pan de mi cena; dos caminos tan diferentes, la reina sin colmena, el cazador sin su caperuza, un viaje hasta USA, menos 0 a media noche y tu buscando tu blusa; la distancia, el dolor de Fidel, la coca del diego, la pelota rodando hasta ayer sabiendo que ya no es un juego; las noticias por panorama, una mañana limeña; el sentido que he de buscar aunque ya no lo quiera; las respuestas a las mil de preguntas, los 40 ladrones, alibaba pensando en la arena sobre quien se llevó el bote, March con cabello lazeado, un Homero sin chela, Lisa con notas promedio y Bart en la iglesia; caricias sin sentido alguno y que calientan el cuerpo, besos que se alejan de uno y que dicen no puedo; el problema soy yo, no eres tú, más palabras cliché, la mentira que es muy buena amiga cuando ya no lo sé; el frio, la nieve mezquina, las tonterías que digo, mis amigos, mi viejo, mi madre, tu ausencia conmigo.
Batman sin robin ni chica en el batimovil, ella sin escaparate para mostrar su hermosura, Gastón que no come en el barrio ni si quiera en mistura, el tio de cabello extraño y su programa de ovnis; las calles de noche en mi barrio sin un sobrenombre. Los silbidos, el humo del cigarro de mi padre en el techo, sus frases y sus cejas pobladas de recuerdos maltrechos; el tinte, las risas, los dientes de mi madre querida, las madrugadas de narcos en neftlix sin quedarse dormida; mis secretos, los tuyos, los nuestros, los recuerdos perdidos; Harry potter sin su Voldemort, nuestro amor sin hechizos; la piedra sin filosofar, el silencio en la nada, la universidad sin tener que estudiar, un cosmo sin Wanda.
Los rangers sin rita repulsa, mi skate y patines, tu amor, mi enterizo tan rojo, mis primeros botines, mi cuarto que cambia de color como camaleón en la jungla; mi abuela y sus frases de amor mientras come una tuna. Mi abuelo soñando con verme jugar en Italia, su cuarto y el inconfundible olor a heno de pravia, mi infancia, marcona, las playas, los cangrejos jugando; los posos y las mariquitas que no veo hace años.
Mis dientes de leche, el ratón tan jodido, mis sueños contigo; las mañanas de escuela, los entrenamientos, mi mejor amigo; su casa, mi primer borrachera, nuestras tantas mujeres, el amor, los días de rabia y tantos placeres; el cabello de Deni, la risa de Nani y la infancia de Nina, una mañana de Sanbar cualquiera, una ducha en mi tina.
Las lágrimas, la voz en el pecho, los besos volados; mis amantes, la luz de la noche en la loza de al lado; el parque, la cancha del medio un viernes de tarde, los amigos, la joda, el billar y el medio pasaje.
El metro, los ceviches de domingo, los amigos perdidos; eso, que ya no lo tengo, las palabras que dijo; las fiestas a las que nunca asistí, una historia de Tato; la Puchi de Hector Lavoe, la Tata de Pablo.
La muerte del Can, los coros de Nate, el desdén de la dicha; aprender a escuchar desde Bethoven y Mozart hasta música chicha; respetar las ideas distintas, no juzgar al hermano; más vale pájaro en mano que ciento volando.