Vidas vendidas

Una niña inocente soñaba con ser profesora, con enseñar y construir un futuro. Pero la vida le arrebató su infancia. Su madre hundida en las drogas, su padre preso, y ella atrapada en un mundo que no tenía piedad. Desde temprana edad conoció la calle, la violencia y la desesperanza. Un día, cuando más necesitaba protección, un hombre le entregó dinero a su madre, y ella fue el “precio”. A sus once años le dijeron: “Cierra la boca y haz lo que te pida”. La niña que alguna vez soñó quedó atrapada en un cuerpo que otros controlaban.

El abuso comenzó desde los nueve años. La calle le enseñó lo que el sistema y la sociedad no supieron: sobrevivir vendiendo su cuerpo, fumando, bebiendo y llenando sus venas de veneno. Quiso ser mejor, quiso cambiar, quiso ser decente, pero cada intento chocaba con un país que le cerraba las puertas. Los gobiernos prometen protección, educación y oportunidades, pero la realidad es otra: la justicia es lenta, el pobre no tiene voz, y los poderosos compran el silencio.

Ella vio cómo la desigualdad y la corrupción devoran sueños. Vio cómo su inocencia se transformaba en mercancía y cómo la sociedad justificaba todo con murmuritos y miradas indiferentes: “Si la niña estaba sola… si su ropa… si no gritó…”. Nadie vio que detrás de cada “error” había un sistema que la condenaba antes de nacer. Cada día era un combate entre sobrevivir y ser humillada por un mundo que no reconoce su dolor.

El país promete igualdad, educación y oportunidades, pero entrega impunidad, desigualdad y silencio. Las leyes protegen al que tiene dinero y aplastan al que nace sin nada. La política se convierte en un circo de máscaras, mientras niñas como ella se venden para calmar la desesperación de madres adictas y de un mundo que nunca las miró con humanidad.

Ahora, crecida, cargando cicatrices visibles e invisibles, sabe que ser mujer en este país es caminar sobre vidrio roto. Sabe que la pobreza, la negligencia y la violencia estructural se cruzan con su historia. Sabe que cambiar no es solo un deseo, es una lucha contra siglos de indiferencia. Y aún así, a pesar de todo, su voz retumba: un grito que exige justicia, que denuncia a los que miran sin actuar, que clama al mundo que la niña que le robaron no fue un error, sino un crimen que la sociedad permitió.

Todo pasó una noche donde nadie la cuidó, donde su dolor fue moneda de intercambio. Y cada vez que alguien promete protección, recuerda que su infancia fue arrebatada, que su cuerpo fue usado y que el mundo lo permitió.

"El diablo tuvo que ser un ángel para llegar a ser diablo"


-DIOR

 

Cada tema es más desgarrador y oscuro...
de seguir esta tendencia llegará un instante de catarsis.

Saludos cordiales.