Viejas recetas

Unté saliva con mis dedos
en la herida más profunda del corazón,
como lo hacía mi abuela
con los raspones de mis rodillas.
¡No funcionó!
Sólo se enconó más.

La yerbera, por cien pesos,
me recetó una telaraña y limón.
¡Arde hasta la conciencia,
pero no para la hemorragia!

Una de dos,
o la saliva de la abuela
era la cura;
o la receta de la yerbera
no funcionó porque no le di
los doscientos pesos que pedía.

 

Me quedaría con la receta de la abuela, bello y original poema amigo poeta. Un abrazo. Paco.

 

Yo tengo el corazón sano, porque lo abrí, y en mi mente, imagino el color blanco-azulado del Creador. Intentando conversar con él. Mi cerebro o decodificador, entonces, es como un teléfono. Me transmite sensaciones, el autor del Cosmos. Y yo las traduzco a lenguaje oral o escrito. Esto es una locura, pero es posible, y se llama Mediumnidad.

 

Las dos recetas son buenas, Paco Valiente, la creencia es lo efectivo. Gracias por leer.

 

Nommo, no entendí bien tu comentario, pero agradezco más tu lectura.

 

Me recordó una antigua receta para los dolores de muela en el pueblo de mi abuela...Y se colocaba un poco de sal detrás de la oreja y listo!!! Claro todo depende, quien le funcione....Sin embargo, a las heridas del corazón no les baste la saliva, así tenga la mejor intención...
Placer inmenso recorrer tus letras
Una brazo desde mi espacio
Camelia

 

Camy:
Si la poesía sirve para recordar o para sanar algunas heridas, ya logró su objetivo. Gracias y perdón por la tardanza.

 

luzyabsenta: gracias por tus palabras, pero más por tu lectura.