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Viejo viento

Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por Pau_B, 28 de Octubre de 2013. Respuestas: 1 | Visitas: 792

  1. Pau_B

    Pau_B Poeta recién llegado

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    7 de Junio de 2013
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    Mujer
    Era mi más grande amor su alma parecía tan diáfana y su mirada tan lúcida, lo amaba tanto, tanto que no podía dejarlo ir; no de ese modo.
    Me encontraba sentada mirándolo fijamente hacia los ojos y mientras lo hacia las palabras fluían, fluían como las gotas de agua sin cesar, caminaba a su alrededor dejándole ver mi zapatos rojos los cuales le aterraban pues le recordaban el día que me los obsequio, sentía como mi corazón palpitaba y mi sangre se enfervorizaba cuando miraba el infierno de sus labios. Entonces el pulso de mi mano tomaba aquel lapicero y lo describían perfectamente.
    Él sólo respiraba profundamente esperando a que le dijera algo, sin embargo no lo hacía, prefería el silencio ese silencio que decía que lo amaba; pero a él le incomodaba y salía del acogedora habitación dejándome absolutamente sola y dándole paso a mi mente enferma, aquella mente que planeaba cosas terribles para que nunca lo volviera a hacer y así nuestras almas se mantendrían por siempre juntas, pero mientras lo planeaba él regresaba, creo que sospechaba que planeaba algo, debió haber sido así, lo sabía sin embargo no lo decía, pero me mantenía completamente tranquila y era entonces donde volvía a la realidad y todo empezaba de nuevo, hasta que llego aquel día…
    Era un gélido octubre; el viento era violento y aterrador, tanto que mientras caminaba por aquellas calles solitarias se escuchaba el murmullo de la gente contando un terrible asesinato, al parecer una mujer había terminado en un oscuro sendero, mismo que cruzaba todas las noches para llegar a mi morada. Los viajeros habían visto la silueta de una joven, joven que no pudieron identificar:
    -El sendero estaba oscuro y solitario, sólo logramos ver la silueta de una joven que yacía sentada y cogía con ella unos zapatos rojos. dijeron.
    Después de haber escuchado semejante barbaridad, mi corazón se detuvo y mi sangre corría rápidamente por mis venas, preocupado por mi amada caminé apresurado pues el miedo se apoderaba de mí, ¿una joven? musité, aún no lo podía creer, ¿ella la había matado?, ¿zapatos rojos desgastados? ¿¡Qué diablos había pasado!? Entonces presuroso crucé aquél sendero que conducía hacía mi hogar, pues me aterraba el hecho de poder encontrarla y para mi mala suerte así fue…
    Cansada, casi dormida escuche de súbito un leve golpe, como si suavemente respiraran, respiraran en mi frágil cuello, asustada voltee lentamente y lo único que vi fue un horroroso espectro casi por encima de mí, tomo de mi mano y me llevó a aquél ébano lugar, me pidió que me sentara en la incómoda silla y empezó a caminar en círculos justo enfrente de mí, sus pasos rechinaban en el suelo de madera y aún más con esos andrajosos zapatos rojos, hasta que lentamente rodeo mi cuello con sus gráciles manos y mi corazón dejo de latir.
    Mi juventud más impura ahora se había convertido en algo tan lúcido y mi alma desgarbada se transformo en la más diáfana, ¿pero qué me importaba ahora? En este momento tendría lo más bello de esté mundo y no lo cambiaría por nada. Sujete el cuerpo moribundo de la mujer y salí de aquella casa, crucé el sendero al filo de la noche y me deshice de él, era el día más feliz, la hora más feliz, lo que ven mis ojos ahora ya lo habían visto, era mi más resplandeciente mirada de gloria y virtud, la que jamás haya tenido.
    Con el miedo abatir, pude observar su diabólica mirada que a la vez era dulce y cálida, tal y como era antes; me miró y sonrío como siempre, su sonrisa reflejaba su más grande placer, aún con el miedo suspiré entre sí y en esa infinita soledad mi voz apenas fluía por mi boca dejando pasar unas breves palabras:
    -No me hagas daño.
    Mientras aquellas salían, ella se esfumo sin dejar huella, estaba tan aterrado que lo único que pude hacer fue huir de aquél lugar.
    No sé donde pudo haber ido, ni siquiera quería pensarlo, lo único que quería era encontrar a mi amada pero todavía no la hallaba, así que corrí hacía la habitación y seguía sin encontrarla, le hable pero no respondió así que salí de la casa y allí estaba ella; tirada sobre los follajes crispados y huraños pero yacía ya muerta, dándole paso a más profundo dolor, mis lágrimas no dejaban de caer y el odio se apoderaba de mí y jure que haría lo que fuera para vengar su muerte. Sabía que había sido ella creí sentir la calidez de nuevo pero no era así, su mirada diabólica aún seguía impregnada en mi mente y olvidarla se me hacía imposible.
    No podía hacer nada por ella así que regrese a la casa y desahogue toda mi pena, de pronto alguien toco a la puerta ¿sería ella?, una y otra vez la golpeaban lo hacía sin parar y luego hubo un breve silencio y fue cuando su horripilante voz anunciaba:
    -Espera hasta mañana, estarás bien.
    Pero siempre escuchaba los perros en mi cabeza cuando la muerte ya había llegado sabía que ya era demasiado tarde, seguía y seguía esta vez era más fuerte y sentía que mi cabeza estaba a punto de estallar al igual que mi corazón; ¿cómo era posible? aquellos recuerdos me atormentaban y ahora sabía que estaba a punto de morir, el viento soplaba fuerte, asustado di un grito ahogado por el fuerte y burdo viento, de pronto escuche la ligereza de unos zapatos y el susurro a mí oído diciendo:
    –Esta noche estarás bien.
    En ese mismo instante engullí la saliva por mi garganta y entonces supo que lo sospechaba. Esa noche sería testigo al igual que el violento viento, nadie, absolutamente nadie sospecharía, pero le dije algo que le carcomió el alma:
    – ¡Lárgate mientras puedas te amo como ayer y a veces lloro tanto que no me canso de suplicar lo enfermo y cansado de todas las necesidades que te golpean y después de toda la sangre que aún debes a otro dolor, es sólo otro golpe, así que sujeta tus zapatos y lárgate!
    Ella sabía que me amaba pero su mente enferma pensaba que no era así.
    Entonces una mano delicada sostenía aquel lapicero, lapicero que terminaría con todo lo hórrido mientras quien lo sostenía musitaba lentamente:
    Déjame sentirte de nuevo, quiero rozar...
    Quiero adentrarme en ti, quiero sentir esa calidez de nuevo.
    Solo déjate llevar, desnúdate y enséñame lo más
    bello de ti.
    Solo déjate llevar por mis manos, estas manos que de
    rojo están manchadas esperando encontrar;
    Tus hermosos huesos de cristal.
    Y así aquel viento se llevo a la mente enferma.
     
    #1
  2. Principe Negro

    Principe Negro Todas mis mentes estan retorcidas.

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    24 de Diciembre de 2005
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    Un poco de Poe en tu relato, me gusta la ductilidad de tu pluma, las descripciones. Anotaré una segunda lectura necesaria y por ahí te marque un par de cosas... bueno esa será otra vez. Aplausos, oye ojalá sigas caminando por las letras, tienes gran intuición y una forma elegante de narrar... nos vemos seño rita...
     
    #2

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