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Villamediana

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Almendra_135, 27 de Mayo de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 178

  1. Almendra_135

    Almendra_135 Poeta recién llegado

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    CAPITULO 1

    ITALIA, 1621

    En medio del frio clima primaveral, dos hombres enfrentados por una dama, entre ellos el poeta Juan de Tassis y Peralta, Conde de Villamediana.


    Caballero: Villamediana, pagareis el castigo de tocar a la mujer ajena.

    Juan: más tonto el que no cuida su casa para llamarla ajena..

    Caballero: Vuestra palabrería barata no vais a convencerme.

    Juan: ¿qué os preferís? El filo de mis verdades o mi espada


    Ambos hombres se encontraban en una encarnizada lucha, era una pelea muy pareja, hasta que Juan recibió una punzada en un costado.


    Caballero: ya no volverá a molestar más este desgraciado.


    Mientras el caballero se iba en su caballo, su amigo Giovanni Manso fue en su auxilio. Llevo a que curaran su herida… estuvo varios días en cama con pronóstico grave, hasta que finalmente despertó.


    Giovanni: Gracias a la divina providencia, estáis con vida. ¿Qué le sucedió al hombre más ágil con su espada?

    Juan: no solo por fallar una vez, se falla en todo. ¡Qué dolor siento!

    Giovanni: ¡Trata de no moveros! Siempre os he dicho: la valentía como las demás virtudes, tiene sus límites.

    Juan: No vuelvo pelear borracho más nunca en la vida.

    Giovanni: las borracheras no previenen de peligros cuando estos son inevitables.

    Juan: Yo a tu edad no era tan maduro. Debe ser maravilloso tener esa edad y saberlo todo.

    Giovanni: vos sabéis que se crece con el tiempo. El mensajero del virrey vino.

    Juan: ¿algún litigio o batalla que me espere?


    Giovanni: quiere una audiencia con vos. Espero que no sea uno de los tantos maridos ofendidos.

    Juan: puedes reírte si quieres. El ultimo que me enfrente, se fue muy confiado de su victoria. Gracias a vos, hay Villamediana para rato.


    Mientras tanto en Madrid, la joven reina Isabel se dirigía a sus aposentos, hecho que fue impedido por la Guardia Real. Su esposo estaba con una de las mujeres de la corte.

    - Ya esto es el colmo, el lecho conyugal es sagrado- dijo Isabel.

    Se fue a dormir a la otra ala de palacio… esperando el amanecer para enfrentar a su esposo

    - Su majestad, la reina- dijeron los guardias al presentarse en el despacho.

    Isabel tomo un libro del escritorio y selo lanzo al Rey. Con suerte logro esquivarlo.

    - ¿Cómo que os ocurre meter a una dama de la corte en vuestro lecho conyugal? Dijo Isabel

    - Recordad que soy el rey y tengo privilegios. Dijo Felipe

    - Yo soy vuestra reina y exijo respeto en vuestro palacio. Dijo Isabel

    - Haz lo que quieras, vos sois la consorte. Dijo Felipe

    - Si soy tu Adorno, ¿verdad Felipe?

    - Estas para proteger mis intereses

    - Recordad que delante de un altar me prometisteis respeto

    - La reina debe proteger al rey para que gane

    - Eso es un juego, Felipe, esta es la vida real.

    - Me voy a Miraflores, así descanso.

    - ¡No te vayas Isabel! Suplico Felipe.


    La reina salió molesta del despacho, se dirigió a sus aposentos a buscar sus cosas y se fue a Miraflores.

    Observando aquel espectáculo, al despacho se acerca el Conde-Duque

    - Al fin, lejos de este tormento. Dijo el Conde-Duque

    - No creas, esta vez se me paso la mano. Dijo Felipe.

    - Es un hombre afortunado, la mujer más bella de la corte, si pudo tener a esa, tendrá las que guste.

    - Entiendo porque mi esposa no lo tolera.

    - El deber de las monjas rezar y el de las mujeres parir.

    - ¿Y que lo trae por aquí?

    - aquí os traigo los otros documentos para darle el perdón real a nuestros nobles, debemos mantener un reino unido majestad.


    Así como pasan los días, pasan las horas sin cesar, Villamediana se recuperó y fue al encuentro con el Virrey. Entro a su despecho y vio los muebles de madera, la biblioteca y un cuadro de una mujer desnuda trasparentada por la seda.


    - Al fin algo de buen gusto. Dijo Villamediana


    Sonó la puerta y Villamediana se levantó para dar el saludo.


    - Buenos días Señor virrey. Dijo Villamediana.

    - Aquí podemos ser informales Juan. Hace tiempo que no os veía, ya me contaron que estuvisteis a punto de estaros con la Santa Gloria.

    - Aquí estáis informados de cada paso

    - Aquí no hay hombres sin secretos. La cuestión es buscar donde están.

    - ¿Qué sucedió, Pedro?

    - Hay sido honrado por su majestad con el perdón real- el virrey le entrega un documento

    - Añoro tanto volver a mi tierra

    - Lo único que te advierto es que no volváis a hacer tus sátiras porque lo que creo que está será la última oportunidad de redimirte.


    Mientras tanto en Miraflores, se encontraba Isabel leyendo un libro. Cuando una de sus damas le traía el té.

    - ¿Necesita algo su majestad? Dijo Doña Fernanda

    - Solo paz y tranquilidad- dijo Isabel

    - Me entere del asunto de su esposo

    - Debe estar dándose un banquete con lo que hizo.

    - A vos le respetan mucho…

    - Si sobretodo el principal.

    - Difícilmente veo que las cosas se acomoden con el Rey, sobre todo si ostenta ese cargo.

    - Y más si se las ofrece el Conde-duque, pero me las va a pagar

    - Debería también buscar a alguien.

    - ¿Como quién? Decía Isabel mientras tomaba él te

    - Uno de la corte de artistas

    - Pero eso es una locura

    - Son sensibles, inteligentes y atractivos.

    - Eso no lo pongo en duda, pero están muy cerca de Felipe

    - ¿Y eso que importa? No se fue con alguien de la corte

    - No se me da la idea, no quiero romper una amistad por una aventura.

    - Y quien dijo que iba a hacer una aventura? No es lo mismo suponer que dejar ver

    - No me gusta mucho la idea

    - No sea ingenua, no va a estar aquí toda la vida, tiene que darle una lección a su esposo que no pueda olvidar.
     
    #1

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