Violencia urbana.

Corría desesperado, sin oriente,
con el torso desnudo, asustado.
Y en momentos del torso fue alzado,
y hasta el piso lanzado, este pariente.

Patadas en los bajos, en caliente.
Cien patrullas al punto habían llegado,
lo cogieron y así todo golpeado
en un carro lo echaron de repente.

Venía en un microbús, el asaltante,
menos de veinte años, su mirada
aún tenía destellos infantiles.

Aún cuando sus modos eran viles
me dio angustia su suerte, pobre infante.
La vida tiene ya desbaratada.

 

Mucha sensibilidad humana en este poema, me gusta el contraste entre el bien y el mal. Ya te dije que me encantó?

 

Gracias, Maramín por tu siempre atento y amable comentario. Un abrazo.

 

Selenschek, muchas gracias por pasar y dejar tan amable comentario. Un abrazo.

 

La sociedad se debate entre culpas y castigos y no miran mas allá de las causas y formas... muchos de esos malandrines tienen una mamá que los espera angustiada en medio de la noche. Lastima que solo tengan en cuenta el castigo y no la forma de evitarlo
Me gustó el mensaje social que encierra tu poema, muy diciente
Te mando un saludo cariñoso

 

Pues si, es un problema social muy frecuente en México. Una vez escuché una entrevista a una madre de un delincuente que decía -¿y ahora que va a ser de mí?, más que terrible, no le preocupaba su hijo, sino su propia suerte. Y así podría seguir. Gracias por leer y comentar. Un abrazo.