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Visita de verano

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Lery, 11 de Junio de 2013. Respuestas: 0 | Visitas: 435

  1. Lery

    Lery Poeta recién llegado

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    16 de Diciembre de 2007
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    Se podía escuchar en la lejanía el sonido de las olas rompiendo en la orilla de la playa, el olor del mar salado impregnaba sus fosas nasales y la vegetación le acariciaba la piel. Fue allí mismo, a la sobra de aquel árbol, que su amor había sido dicho al viento, y llevado por la brisa, fue en ese mismo lugar donde su declaración llego a los oídos de él, siendo recibida con una sonrisa triste y unos brazos abiertos para su consuelo.

    Se abrazo a sí misma, conteniendo las lágrimas y dejando salir los temblores debido a los sollozos que pugnaban por salir; no era ya más que un simple recuerdo, uno de los más hermosos y añorantes. Con los pies descalzos y la mirada perdida en los recuerdos, se dirigió a la playa y anduvo por ella dejando sus huellas, dejándose bañar un poco por la espuma dejada atrás por las olas, el atardecer comenzaba y con él, el trabajo del faro al que ella se dirigía.

    Sabía que él se encontraría allí, de hecho, el estaba esperándola con ansias, durante mucho tiempo se recrimino a si mismo su respuesta en aquel momento, pero él sabía que no podía responderle, que por mas agitado que su corazón estuviese y por más fuerte que su sentimiento fuese, no podía engañarla, no a ella, fue su propia confusión y su incapacidad de herirla o ver sus lagrimas lo que lo orillo a rechazarla.

    Al entrar en el faro, acogida por el calor de verano en la habitación y la rustica decoración, se encontró con su mirada tierna y dulce, esa mirada que ella recordaba tan bien, de la que solo su dolor y tristeza fueron capaz de alejarla y el… él se encontró con la imagen de un ángel personificado, con aquella sonrisa cálida y sus ojos almendrados siempre alegres y soñadores.

    --- Te esperaba Clairy --- le dijo él como solía llamarla, con alegría contenida y sonriéndole con las ansias que dejaba la añoranza de un pasado ya perdido.

    --- Lo sé Leo --- se acerco a él hasta quedar a unos palmos de distancia. Aquel faro era especial, no por su antigüedad, no por el lugar en el que se encontraba o por la construcción majestuosa, si no porque vio nacer su amistad, aquella que con el paso de los años se había convertido en un amor tan puro, tan sincero y honesto que solo parecía capaz de ser contando en historias de fantasía, en leyendas de amor y cuentos de hadas.

    Ambos sonrieron y hasta las olas parecieron silenciarse, todo se detuvo solo para observar su encuentro. La mano de el tomo la suya y el estremecimiento tan conocido para los dos jóvenes, los recorrió de pies a cabeza abrumandolos, tornando sus mejillas rosas y acelerando sus pulsos.

    --- me amas --- no era una pregunta y él lo sabia al igual que se sabía incapaz de negar sus palabras, lo único que hizo fue acentuar su sonrisa esta vez reflejando aquellos sentimientos que con tanto ahincó había escondido hasta de sí mismo.

    --- ¿Podrás perdonarme? --- el era la persona que ella amaba, la persona por la que regreso y a la que le debía una vida llena de felicidad y sorpresas, sabía de antemano como responder a su pregunta, lo miro con dulzura levantando su mano y acariciando su mejilla mientras le respondía.

    --- Nunca hubo nada que perdonar --- sin medir sus acciones, sin pensar en sus pasos y solo haciendo caso de aquello que sentía tomo su cintura y la acerco hacia sí, acaricio su mejilla sonrosada con su pulgar y la beso, como tantas noches lo soñó, como tantos días se imagino, dejando fluir en aquella caricia lo sentimientos de angustia, perdida, dolor que en primer momento sintió, sustituyéndolo después por todo el amor y devoción que por ella sentía, pidiendo aun perdón en cada roce de labios, sintiendo como ella curaba de una en una sus heridas, como sus labios servían de bálsamo y ahuyentaban así las culpas de aquella tarde de primavera.

    El aire les falto y con los labios rojos, las respiraciones agitadas y una brisa salda se separaron, manteniéndose unidos por un abrazo.

    --- No podre quedarme --- una sonrisa triste se poso en los labios de él, pues ya sabía aquello y aunque ella trataba de consolarlo, él sabía que no podían estar juntos.

    --- Lo sé --- le respondió el conteniendo las lagrimas.

    --- pero siempre estaré cuidando de ti, siempre estaré así --- le dijo ella sosteniendo su mano --- siempre de tu mano --- él le sonrió como cuando niños, cuando el sol todo lo iluminaba y sus risas eran el sonido que inundaba el aire.

    --- ¿estarás bien? ---
    le pregunto; ella solo le asintió haciendo a sus rizos rojos moverse con el aire, se acerco a él y deposito un beso dulce en sus labios; se alejo camino a la puerta, la noche estaba por llegar y con ella el fin de su visita, se giro mirándolo por última vez con aquel semblante inocente e infantil que solo ella tenía y que el tanto amaba…--- Leo, promete que serás feliz, que vivirás siempre lo mejor que puedas y que al final, te encontraras conmigo para reír de nuevo… juntos --- el no pudo contener mas las lagrimas y estas comenzaron a fluir, de una en una por su rostro, las limpio con rapidez y asintió lentamente regalándole una de esas sonrisas sinceras que ella adoraba…

    --- Te lo prometo --- con el último destello del sol ella desapareció de su vida, sabía que Clairy, su Clairy, estaría bien, que donde fuese que ella estuviese, sería feliz. Ahora le tocaba a él trabajar por su propia felicidad y vida. Salió del faro y se encamino a aquel lugar, aquel árbol donde la vegetación abundaba, el lugar favorito de ella. Tomo unas lilas, sus favoritas; Acaricio el tronco viejo del árbol y le sonrió, aun recordaba la declaración, como se arrepentía de su respuesta, de su inseguridad e inmadurez, pero ya le había perdonado, ya eso había quedado en el pasado.

    Se arrodillo frente a aquel pedazo de mármol blanco que rezaba “Claire Evans 1980-1998 Tu sonrisa dejo una huella imborrable y tu amor una esencia perdurable, se feliz. Descansa en paz”
    El dejo las flores frente a la lapida, y la acaricio. Ella solo se había despedido de él, pues la perdió una noche, aquella en que decidió marcharse y no fue capaz de hacerlo. Aquella en que un accidente de avión le impidió a su corazón seguir latiendo.

    Mas lagrimas desbordaron de sus ojos y con un último “te amo” se alejo del lugar para poder cumplir la promesa que acababa de hacerle hace unos momentos en aquel faro, que siempre guardaría entre sus vigas, el más tierno y dulce amor, aquel que solo en estas páginas quedara grabado.
     
    #1

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