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Vuelo 2066

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por RDZ, 27 de Septiembre de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 580

  1. RDZ

    RDZ Poeta recién llegado

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    2 de Mayo de 2012
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    Siempre lo mismo, siempre, pongo los pasaportes en un lugar accesible, y por las dudas un documento Argentino, la licencia de conducir, el ACA por si me sirve en el exterior, el carnet de OSDE, la matrícula profesional por si algo pasa, las tarjetas de crédito, las tarjetas personales de la gente conocida. Todo por las dudas y siempre por las dudas, la cosa que desde el check in hasta inmigración tengo un desbole terrible que me harta y siempre con pánico de perder algo. Estaba aquel día esperando un vuelo de conexión en el aeropuerto de Orlando y mi fast food aguardaba que se libere una mesa. Cuando ya estaba dispuesto a comer de pie, un matrimonio decidió poner fin a su snak y ahí fuí yo con mi bandeja, lo primero es lo primero, las papas se tiran sobre el mantel de papel como si fuera un arma mortal y a un costado se genera una montaña de ketchup, acto seguido de una por una se revuelve la salsa sin que la papa frita se deshaga y se disfruta en el paladar. En un instante reaparece la pareja que se había retirado y me increpan diciéndome, "dónde está mi cartera, mi cartera la dejé acá", sin ni siquiera soltar una papa frita traté de explicarle que no había encontrado nada en el lugar, una y otra vez, hasta que en un segundo se fueron y reaparecieron con un policia norteamericano, que no es poco. Mientras yo observaba hipnotizado la cantidad de implementos que le colgaban de su uniforme, volví a repetir que yo me había sentado y el lugar estaba vacio, la mujer no se cansaba de repetir la lista de documentos que estaban en su cartera. Desde ese día cada vez que preparo los documentos de viaje tengo la misma sensación desastrosa de perderlo todo atragantándome con una hamburgueza y sus respectivas papas fritas. Bueno, pero siempre un evento compensa otro, al pasar inmigración respiro como si hubiera eludido la gestapo y rápidamente entro en el freeshop, ahh qué placer comprar algo antes del despegue, los eventuales perfumes, chocolates, entretenimientos o lo que sea, porque comprar en el freeshop debe ser la psicoprofilaxis más increible antes de volar. Aunque debo reconocer que el dispenser de los m y m es un poco incómodo, pero los nuevos headphones con megabass y potenciómetro son una locura, podré ecuchar a full la música que me gusta para cada parte del viaje. Ahh y el café con un sandwich como previa a la cena del avión, una frutilla fantástica, cuando nó las botellitas chicas de Chandon con chocolates que sacó en la mitad del vuelo para sorprender a Mariana, pero siempre ella ya está dormida.
    Lentamente nos desplazamos a la cabecera de la pista anodina de Ezeiza, allá vamos, a esperar el impulso voráz que nos hará volar. de 0 a 300 kilometros en unos segundos para lograr sustentación y el 777 tiene esa cosa suave de ejecutar la potencia, Mariana que me agarra la mano, como si eso evitara algo. No sé si es miedo o cariño o ambos, pero bueno bienvenido, respondo con la misma suavidad de mi mano.
    Pasamos la rigurosa adaptación hasta llegar a la altura de crucero, pongo la pantalla de información y leo, temperatura exterior de -70 C°, qué frío, no está para asomarse, todos comienzan sus actividades post cena, cierran sus mesitas, se quitan los zapatos dejando tranquilos los pies ya un poco edematizados, todas las pantallas de los asientos iluminan la noche de la cabina, algunos quedan bajo el efecto de la medicación, Mariana me pide prestada mi manta porque tirita de frío. Saco mi Ipod y mis auriculares nuevos, Amazing de Madonna suena como los 920 kilometros por hora de nuestro 777. Entrada la noche cuando las mantas tapizan el horizonte de la parte trasera de la cabina, ahí donde la turbulencia habitual se siente mejor y uno sabe con seguridad que está volando, no hay dudas, ni que hablar si para comprobar las virtudes de semejante maquina voladora, me voy al baño trasero, me quedo un rato y siento en mis pies como el aire de la sustentación pega en los alerones traseros y me pregunto una y otra vez cómo es posible que no se desprenda ninguna pieza a esa velocidad, a ese frío y a esa presión. Vuelvo a mi asiento, Mariana está dormida como una muñeca, tengo frío, me es imposible conciliar el sueño con las piernas dobladas, me empiezo a poner inquieto. Son las 3.05, no sé si caminar para atrás o para adelante, no sé si escuchar algo más en mi Ipod, pero me quedo con el zumbido de las turbinas, quiero sentirlas sabiendo que funcionan sin parar, en ese devenir del vuelo se escucha por el audio de cabina, ¡MEDICO, MEDICO, ALGÚN MÉDICO DEL PASAJE QUE SE ACERQUE A LA PARTE TRASERA DEL AVION!, le tomo el brazo a Mariana y le digo, nos llaman, llaman un médico y ella en un despertar maravilloso y sin alterar su sueño me dice ¡ANDÁ!. Me levanto, camino por mi pasillo hasta el final del mismo, llego a la cola y veo a la tripulación de cabina reunidos cerca de la puerta del baño, ya me daba cuenta que alguien estaba adentro y seguro en algun tipo de riesgo, abro la puerta y veo sentada a una mujer muy joven, de pelos rubios impecables, en estado de sopor, apoyada sobre un lateral y con su cara blanca y mal perfundida, la acuesto en el piso, le tomo los pulsos que fueron filiformes, le hablo y apenas me contesta, por lo que le digo a la comisario de abordo si tenía algún material médico para auxilios. Sin pestañear me alcanza una valija de tamaño considerado y me dice, Doctor, ábrala y use lo que quiera y anote en esta planilla cada precinto que corta. Al abrir la valija me quedo impactado, había una mini terapia intensiva con monitores de última tecnología, instrumental para intubar y colocar accesos vasculares, todas las drogas y rápidamente me dije, qué hubiera hecho un médico dermatólogo al ver esto, tantos años de Terapia Intensiva me lo podía cobrar alegremente en este momento. Inicio el monitoreo y cada medición daba normal, pero la joven no mejoraba, agotada la tecnología y sin evidencias clínicas de nada grave, decidí interrogar a la joven por cuarta vez. pero esta vez tomándole la mano y llamándola suavemente por su nombre, abrió los ojos y empezó a contestar,
    -Ana, no tengas miedo estoy acá- (con cierta actitud paternal y voz suave inicié la última chance)
    -si, qué pasa?-
    -Qué sentís, te duele algo, decime?-
    -No, tengo miedo-
    -Bueno, tranquila estoy acá, estamos cerca de Miami- (intentando contención y confiabilidad)
    -Yo voy a Huston, ahí me espera John-
    -Quien es John?-
    -Mi marido-
    -Ana, sós de Buenos Aires?-
    -Noo, vengo de Santiago de Chile,fuí a visitar a mi familia por primera vez-
    -Y qué pasó?-
    -Se quedaron muy tristes y con miedo porque sabían de mi temor a viajar en avión-
    -A la ida como viajaste?-
    -Bien, tenía mucha ansiedad de verlos, desde que me casé con John no volví a verlos, esta era la primera vez-
    Me dije, tengo el diagnóstio, vamos todavía, Panic Atack, ya está, pan comido,
    -Mirá Ana, vamos a hacer esto, yo te voy a llevar a tu asiento, te vas a recostar y te voy a abrigar con una manta, yo voy a estar en diagonal a vos, me vas a estar mirando todo el tiempo, nos falta poco para Miami, vamos a viajar así, si te sentís muy mal me llamas que voy, está?, dale vamos, despacio-
    Levantamos a Ana con mucho esfuerzo pese a su flacura, la llevé abrazada hasta su asiento, la tape con una manta, siempre tomándole la mano y así descansó hasta llegar.
    Estoy en Miami, la casa de mi madre tiene una ternura de la lejanía, caminar por sus alfombras, sentarme a improvsar en el Steinway de mi hermano alguna pavada mientras el gato me mira azorado, nada se escucha acá, solo el aire central que prende y apaga y nada más, dejo el piano y me siento en el play room, abro la compu y tengo mail de Ana y John. Ellos creen que Dios me puso en ese avión y Ana se pudo encontrar bien con John en Huston, se me cae una lágrima en unos segundos, es hora de abrir el espumante y las galletitas que me regaló la tripulación en agradecimiento a mi servicio. Mariana está descansada y yo tengo ganas de dormir y soñar con el vuelo 2066. Pero ya pienso en el regreso a casa.
     
    #1
    Última modificación: 12 de Octubre de 2018

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