Wat&Sher, Agencia de detectives

En la calle Las Rapaces,
número trescientos quince,
viven cuatro ojos de lince
y dos mentes perspicaces:
"detectivas" muy capaces
que trabajan con tesón,
con audacia y discreción,
sin demora ni fracaso;
por difícil que sea el caso,
hallarán la solución.
​

​

 

Estaba bajo el asiento,
mi querida Watsoncilla,
porque perdí una lentilla
en el preciso momento.
Por eso, como te cuento,
andaba palpando el suelo
cuando sentí un gran revuelo...
O sea, que no vi nada,
del susto quedé pasmada,
y solo encontré un gemelo.

El gemelo era de oro
labrado con elegancia,
no le concedí importancia
y de quién será, lo ignoro.
Será muy caro, valoro...
Sin querer pasar de lista
intuyo que es una pista.
Se lo iba a entregar al cura,
pero ahora no estoy segura...
¡Hagámosle una entrevista!

......

​

 

Apresúrate, Watsona
que nos vamos de visita,
directas hacia la ermita;
no te hagas la remolona
que el asunto me obsesiona
y quiero empezar cuanto antes.
Hay cosas muy inquietantes
en esta investigación.
Vayamos con precaución
y busquemos ayudantes...​

 

Con los cientos de botones
que me abrocho en la sotana
he perdido la mañana
y también las confesiones.
Estaba en mis oraciones
tan concentrado en los cielos
cuando cayó por los suelos
un cadáver, ¡y en la misa!,
y era el de doña Luisa,
¡me quedé sin sus buñuelos!

Me ocupé de aquella cosa
prestándole mis servicios
y preparé los oficios
para mandarla a la fosa.
En esto que una curiosa
bajo el banco vi mirando
y pensé estará buscando
algo que se habrá perdido
cuando advertí sorprendido
la lupa que estaba usando.​

 

A Don Eleodoro, Señor cura

Perdone usted la manía
de inculpar a todo el mundo,
no se ponga furibundo
por esta descortesía.
Es que aquí, la amiga mía,
es demasiado directa,
espontánea e... incorrecta.
No le estamos acusando
solo estamos constatando
si este suceso le afecta.


Si nos pudiese ayudar
en nuestras arduas pesquisas,
luego, después de las misas,
bien podríamos charlar.
Venga a casa a merendar
con chocolate caliente
y hablaremos de la gente
que parezca sospechosa...
Como ve, yo estoy ansiosa
de que nos ponga al corriente.​

 

A Watsona (en un aparte)

¿Dónde está tu mano izquierda,
para atacar este asunto?
Si vas así, me barrunto,
nos va a mandar a la mierda....
Hay que darle algo de cuerda
para que hable sin tapujo;
con unas copas de orujo
después del cacao caliente
creo que será suficiente
y quedaremos de lujo.​

 

En este pequeño inciso
que hago de narrador
para no ser un traidor
les dejo un pequeño aviso.
Un sagrado compromiso
que guarda como un tesoro
tiene el Sr. Eleodoro,
una santa obligación:
secreto de confesión,
y no habla como un loro.

Aunque también les advierto,
que el hombre de gran virtud
tuvo por su juventud
algo pero no estoy cierto.
En sus paseos al huerto
siempre se pone mohíno
cuando va por el camino,
con un color sonrosado
si alguno le ha preguntado
por su único sobrino.

 

Ahora que lo menciona,
hace un rato, ya de hecho,
que de mi puño derecho
falta una joya muy mona.
Pero si usted me perdona,
¿tiene eso algo que ver
con esta pobre mujer
que ya está en el cementerio?
Debe ser asunto serio
por su interés en saber.

¿Qué sabe usted del gemelo
que extraviado del puño
produjo mi refunfuño
algo que yo hacer no suelo?
¿No será que un ladronzuelo
por mi torpeza y descuido
me lo haya sustraído?
Con su pregunta reparo,
en esta muerte algo raro
tiene que haber sucedido.

Y ya que se me presenta
para decirle aprovecho:
que de menos ya la echo,
disculpe que así lo sienta,
al verla tan recontenta,
motivo puede ser vario
tal vez de confesionario:
a ver si me da usted cuenta. ​

 

(Sherloka divagando en voz alta)

Un sobrino el señor cura,
soltera Doña Lucía,
ella tan devota y pía,
¿no será una historia oscura?
Pero no sé, por ventura,
quién acallarla querría,
qué fue lo que pasaría
hace ya cuarenta años;
son sucesos harto extraños...
No veo claro todavía.​

 

(A Watsona)

Lo vamos a tener crudo
si nadie más interviene,
esto en vilo me mantiene,
y el cura parece mudo...
De todo el mundo ya dudo,
y si no recuerdo mal,
tú me hablaste de un puñal.
Dime dónde lo encontraste,
y si las huellas tomaste
como sería lo normal.


​

 

Ahora recapitulemos
que las pistas son difusas;
nos encontramos confusas
y la salida no vemos.
Dime tú a mí lo que hacemos
con un puñal, un disparo,
un gemelo más bien raro,
el cura, que fue cartujo,
no canta ni con orujo...
¡En la inopia me declaro!​

 

No era Lucía sino Luisa...
¿Dónde tengo la cabeza?
Te lo digo con franqueza,
si sigo tan imprecisa
a mi me va a dar la risa.
Pero por lo que sospecho
si un puñal tenía en el pecho...
¿O lo tenía en la espalda?
-Recuerdo su blusa gualda-
¡No hay que dar nada por hecho!

​

 

Señoras y señoritas

y amigo Lesmo, que gusto

les traigo el informe justo

de lo que pasó apenitas

(no es chisme ni mamaditas)

yo estaba en la sacristía

apoyando en la homilía

(pertenecí a los Jesuitas).


En eso miré al sobrino

en actitud sospechosa

pensé que no era gran cosa,

-se estará robando el vino-

¡por Dios que casi me orino!

Cuando miré a Doña Luisa

sangrada de la camisa

¡ahí empezó el torbellino!


En eso estaba el asunto

cuando observé al susodicho

esconderse atrás del nicho

de San Fernando difunto

por eso yo me pregunto

si el mentado sobrinito

¿No sería el del asuntito?

pa`mi es culpable presunto.

 

Debo intervenir urgente
comenzado ya el domingo
pues ayer, haciendo el pingo,
todo el día estuve ausente.
Puedo leer vuestra mente...
"¿quién será este personaje
que huele tanto a brebaje
y de mirada vidriosa?
¡Ay!, señor, me encuentro ansiosa,
he de saber su linaje."


Sabed... mi nombre es Fabiano
y me encanta tomar Crianza
con una buena pitanza,
pero... ¡vayamos al grano!
Sé tocar un poco el piano
y Eleodoro, que es mi amigo
aún cuando a veces maldigo,
me anima para que vaya
a la iglesia... "Fabi, ensaya,
toca allí mientras bendigo."



​

 

He abrillantado mi lupa,
pero con todo y con eso
al mismo punto regreso:
hay algo que me preocupa...
El caso que nos ocupa
no es fácil ni baladí,
cada rastro que seguí
a ningún sitio me lleva,
si no hay una pista nueva
no pasaremos de aquí...​

 

A mí me está pareciendo
que estas dos chicas sospechan,
van y vienen y me acechan
todo lo que estoy haciendo.
Aunque sea un reverendo
entre el asunto de Luisa
y el puño de mi camisa,
soy su mayor sospechoso.
¿Qué fue aquello tan ruidoso
que sonó mientras la misa?

Tengo una buena coartada,
además, me digo yo,
si todo el mundo me vio
lejos de la desgraciada.
Dicen que una puñalada
le fue clavada violenta…
¿No será la tal Vicenta
que la odiaba por aquello?,
no quiero decir con ello
que le ajustara la cuenta.

Todo el que lo sabe, sabe
que Vicenta en la ventana
se pasa tarde y mañana
espiando, y más si cabe.
Me conviene que esto acabe
descubriendo al criminal
o criminala, da igual,
para asesinar el ser
un hombre o una mujer
está lo mismo de mal.

Mas he de tener cuidado
con advertir a Vicenta
discreción con lo que cuenta
de aquel asunto pasado.
¿Sospechará el que ha llegado,
el buen amigo que vino…?
¡Ay, qué fatal desatino
si todo el mundo supiera,
ahora, y de esta manera,
que es mi querido sobrino!
​

 

Cuando el órgano tocaba
pude oír un tintineo
muy cerca de Luisa, creo,
la misa finalizaba.
Y pensaba en un buen cava
con algún que otro orujillo
mientras pasaba el cepillo
ese diablo pelirrojo,
con el que siempre me enojo,
que es Julián, el monaguillo.

Es que me dice... "beodo,
solo vienes por el vino
y recorres el camino
para empinar bien el codo."
Lo sé, de cualquier modo
yo no sirvo de modelo,
pero el tema del gemelo
para mí está más que claro,
y proclamo sin reparo
que fue Julián, ese lelo.

​

 

Oídas vuestras sospechas
haré algunas deducciones...
(Lo echaré a pares o nones,
pues mis neuronas, maltrechas,
no es que estén muy satisfechas
de cómo transcurre el caso,
pero apuntarme un fracaso
es algo que no me tienta,
y esto es, habida cuenta,
de lo que estamos a un paso).

El gemelo era del cura,
que es el tío del beodo,
(ese que empinaba el codo
sin freno y con desmesura).
Luego estaba esa criatura,
que ejerce de monaguillo
pasando siempre el cepillo,
que dicen que si es un lelo...
pero algo sabe, me huelo
que más que lelo es un pillo.

Y después Doña Vicenta,
-ni bajo el agua se calla-,
pero la vista soslaya
cuando mentiras inventa,
(se cree que no me doy cuenta)
pero es tan contradictoria
que cuando cuenta una historia
mete a menudo la pata
y con eso se delata
pues tiene mala memoria...



​