What a Wonderfull Word

14 de Abril del 2020.
Día treinta del confinamiento por COVID-19.
Pues sí, poco a poco se han ido pasando los días y aquí estamos. Treinta pasan ya, desde aquel domingo en el que nos dijeron que nos quedásemos en casa.
Se dice pronto… T-R-E-I-N-T-A.
¿Y cómo ha ido evolucionando la pandemia?
El virus, bien gracias.
Las personas, ya es otro cantar.
Sigue habiendo miedo, mucho miedo.
Aunque si te vas fijando en las miradas de la gente, este miedo ha ido dejando espacio a la ira, la desesperación, a la mala baba y el odio irracional.
Que dé comienzo la caza de brujas.
Detrás de las cortinas y visillos se ha formado un nuevo cuerpo de élite.

Bad boys bad boys whatcha gonna do?
Whatcha gonna do whatcha gonna do when they come for you?

Placas y uniformes de balcón que insultan e increpan a los que ven pasar.
Y no parece haber un criterio consensuado para la queja y la denuncia, hacia esos escasos paseantes.
Da lo mismo que sea alguien que se pasa el confinamiento por el forro de los güevos.
O un amigo, del mejor amigo del hombre, que lo saca a mear.
O una señora que va al supermercado, sin carrito o bolsa visible.
Algunos, en su afán por recordarles cuál es su obligación cívica, para con los demás, no se conforman con insultos y agresiones verbales.
Se han llegado a arrojar diferentes “métodos de concienciación”.
Si me das la docena de huevos, en lugar de tirarlos, me ahorraré un paseo al “super”.
Incluso personas que, por razones médicas necesitan salir, han recibido esos correctivos del nuevo orden ventanal.
-Que se identifiquen con un brazalete.- Dicen.
No sé yo. Conozco otro colectivo que en su día llevaban en sus brazos una estrella de David, para ser reconocidos, y no les fue nada bien.
A lo mejor; llámame loco, esas personas no se sienten cómodas haciendo públicas sus patologías.
Sería más fácil si te metes en casa, te ocupas de tus asuntos, y dejas que los agentes del orden; los de verdad, hagan su trabajo.
Así que, de este modo están las cosas.
Si sales para hacer la compra has de tener cuidado con lo que pueda haber tras las ventanas.
La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock y James Stewart, se queda corta en paranoia.
Ir a comprar es una operación de riesgo.
Debes estar preparado para atravesar posibles controles en los que debes demostrar que ya no tienes papel higiénico, o que el frigorífico cuando lo abres te pide comida.
Una vez que llegas al establecimiento de suministros, más te vale no estar con la alergia alegre.
Porque como tosas, o estornudes, las miradas piden apedreamiento, o apaleamiento; con un palo de más de un metro, por supuesto.
Que podemos decir de cómo está yendo en las comunidades de vecinos.
Esos variopintos espacios que tanto juego han dado siempre. Desde comics, hasta películas y series de TV.
Ahí están los vecinos, queriéndose más que nunca.
-“Qué guay el del 5º con sus sesiones de DJ”.-
-“Qué buena gente los del 3º con sus trompetas y tambores montando banda para entretener”.-
-“Qué cabrón el del 1º, lo mal que canta, aunque le pone ganas”.-
Qué estupendos todos.
Eso sí, cuando esto acabe ya puedes meterte, tus sesiones, tus instrumentos y tus graznidos por el mismísimo ojete.
A ver si voy a tener que estar oyéndote y no voy a poder ver tranquilo el fútbol, o mi programa favorito.
No es que ahora seamos mejor, es que no nos queda mucho más remedio que aguantarnos.
Y eso de aguantarnos, también empezamos a llevarlo muy mal.
El aplauso solidario de las 20:00h, ha dejado de ser un agradecimiento espontaneo y algunos lo han convertido en obligatorio ritual.
-“Mira el hijoputa del 6º, no sale a aplaudir nunca”-
-“Debería ser denunciable no ser solidario. Mira que no hacer lo que YO creo que es lo correcto.”-
El “buenrrolismo” ha dado paso a denuncias cruzadas.
-“Yo soy más mejor que tú y mi palabra es ley.”-
Personas que trabajan expuestas al virus, o sospechosos de poder padecer síntomas, reciben en sus buzones sugerencias de abandonar sus viviendas.
Amenazas, creo que es la palabra.
-“Pero de esta saldremos reforzados y siendo mejor personas.”-

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Disculpen la pausa, las lagrimas producidas por la risa no me dejaban ver bien la pantalla.
¡Ay señor!
El que es buena persona, no necesita pandemias, para ser buena persona.
Y el que es un hijoputa, pues es un hijoputa, con pandemia, sin ella, ahora, mañana, aquí y donde sea.
Como decía un amigo de Granada:
“Hijos de puta hay tantos en el mundo, como ventanas. Y en algunas, puede haber hasta dos asomados.
Es que somos muchos en el mundo y tenemos que haber de to.”
No sé señores y señoras en confinamiento.
No quisiera darles lecciones de nada, dios me libre.
Pero tómense esto con calma.
Porque no hay mal que cien años dure, pero algunos pueden peinar canas.
Así que: TAKE IT EASY.
Esto, también pasará…

 

Algo aprenderemos.
¿A no almacenar papel del culito?

A mí me sirve para desordenar todo.
Para enredarme en ponerlo patas arriba dedicándome mi tiempo.
Sin prisa,pero sin pausa.
Qué quiero y qué mando a paseo.
Mi confinamiento ha servido para encontrarte y descubrirte.
Tú eres de los buenos con ó sin pandemia.

¿No hay mal que cien años dure?
Éso espero.

 

Lee en mis labios:
ES-TO TAM-BIEN PA-SA-RÁ...
Lee en mis labios y luego hazte dueña de ellos...