Y después de la muerte qué?

Escrito hace casi medio siglo...

Recuerdo que a veces me preguntaban: “¿Piensas en la muerte?” “¿Le tienes miedo a algo?” (en realidad, el sentido de la pregunta era si le tenía miedo a la muerte) “¿Has imaginado alguna vez cómo morirás?” “¿Y después de la muerte qué?” …y muchas otras preguntas similares.

Con gestos indiferentes, preso de una exagerada omnipotencia (como queriendo decirme a mí mismo que en realidad no me importaba) respondía socarronamente o transmitiendo mi estado de desconcierto a mi interlocutor, pretendiendo transferir mi incertidumbre a quien me estaba preguntando, con el propósito de salir del apuro. Cierto es sin duda que a él también le preocupaba el tema, a partir del momento en que se interesaba por extraer mi opinión al respecto.

A veces, muy pocas veces, también hice preguntas de esa índole, esperando que alguien me diese alguna respuesta genial que develase el misterio.

Aún hoy me hallo analizando la importancia del tema: si en rigor de verdad me preocupa mucho, algo o absolutamente nada.

#Que no me importe nada lo descarto, pues estoy en este momento dedicando parte de mi tiempo en referirme a él.

#Que me preocupe mucho, lo dudo, pues no es tema sobre el cual me vuelque en demasía hasta el punto de atormentarme.

#Pues, entonces, queda sólo una alternativa: algo me preocupa y, por ende, me interesa tratar el tema.

Duele mucho pensar que un día dejaremos de existir, más aún si después de morir sólo queda una lápida con nuestro nombre grabado que señala que nuestro ser, entre muchos otros y junto a ellos, tuvo el placer de transitar por este mundo, de cumplir un ciclo de vida, pero nada más!

Y si un día, cuando no quede un solo deudo que me recuerde y por alguna razón, hasta la lápida desaparezca, y ya no señale que YO VIVÍ, que YO NACÍ, CRECÍ Y MORÍ, ya no quedará casi nada, nadie me evocará y mi nombre se borrará del libro de la vida para entrar en la nebulosa del olvido y del anonimato. Hasta se podría pensar en esas condiciones que YO... NO EXISTÍ, que fui sólo una fantasía, o una equivocación. Sin nadie, o casi nadie, con capacidad para ratificar o rectificar ese planteo.

No fui un prócer, ni un científico famoso, ni un político destacado, ni un gran deportista, ni un premio nobel... apenas fui un “DON NADIE”.

Y quién se llevó el secreto de mi historia, de mi transitar por esta vida, de mi trabajo, de mis obras, quién sino yo? Todo se fue conmigo, todo, me llevé el secreto y jamás lo podrán descubrir, estará sepultado junto a mi deslucido cuerpo y se irá desvaneciendo con él.

Llevaré como equipaje una ilusión, una esperanza, un temor, una ambición, un desencanto, un amor, una tristeza, un momento, un gusto, un fin de semana, un llanto, un éxito, una frustración, una sorpresa y mucho más que iré almacenando y ordenando dentro de una valija de oro, o de pluma, o de algodón, o de cielo o de nada, con el don de esfumarse y de desaparecer.

Y en esa valija se irá, se alejará, por siempre y para siempre, y jamás volverá... el secreto de mi vida.

Cuántos hay que nacieron, vivieron y murieron y ya nadie los recuerda... Vivieron para que los nombres de aquellos que aún hoy son recordados no se olviden jamás.

Es triste, reitero, pensar profundamente que un día, inevitablemente, vamos a dejar de respirar, de crear, de pensar, de trabajar, de ver los pájaros, el cielo... nuestros seres queridos.

Que vamos a dejar de SER y que no va a pasar NADA MÁS.

Precisamente, por ese temor a ese ALGO incomprensible y que escapa a nuestro raciocinio, que es el dejar de existir para ser sólo NADA, es que muchos se envuelven en misterios y creencias, en esperanzas de que después de la muerte hay algo más: otra vida, un nuevo mundo... no se sabe cómo pero habrá algo más, y en ese SABER CÓMO radican las más diversas y fantásticas historias acerca de una vida extra-terrenal.

Indudablemente, es difícil convencerse de que después de esto no hay nada más, SE ACABÓ.

Pues entonces… qué hay que hacer para que algún día se recuerde que yo existí?

Habrá que hacer algo, dejar un vestigio, una huella o simplemente... puedo SER YO para mí y para los que me rodean durante el transcurso de mi vida y GUARDARME “EL SECRETO”.

Ruben Edgardo Sánchez

 

Para mí temer a la muerte es como ese pánico a los aviones
que le tienen algunas personas...

Sí, en casos especiales algo puede salir muy mal y resultar un viaje trágico,
pero si ya subes con pánico al avión, tendrás un viaje doloroso, imaginando
horrores donde no hay y perdiéndote el hermoso paisaje del camino...
Incluso... el temor puede hacer que te quedes en la primer escala y te
vuelvas sin las merecidas vacaciones.

Saludos

 

Es muy cierto lo que dices, yo creo que la mente humana tiene un poder de atracción muy importante, podemos atraer la suerte y también la desgracia. Por eso resulta muy saludable tener pensamientos agradables y positivos. Lo experimenté y trato de practicarlo, ahuyentando los pensamientos negativos lo más pronto posible. Gracias, Ro.Bass, por pasar por mis letras. Un afectuoso y cordial saludo para ti.